"Es necesario ponerse en la piel del otro, mirarlo con los ojos de Dios"

José Luis Méndez, de la Fundación El Buen Samaritano: «Tenemos que ver a la persona en el enfermo»

"Tan solo cuando alguien se involucra contigo, el sufrimiento es compartido y te alivia"

José Luis Méndez, de la Fundación El Buen Samaritano: "Tenemos que ver a la persona en el enfermo"
José Luis Méndez, vicepresidente de la Fundación El Buen Samaritano Delegación Episcopal de Fundaciones

No es lo mismo pensar en la esquizofrenia, que en mi hermano con esquizofrenia. Es necesario ponerse en la piel del otro, ver a la persona que hay en cada enfermo y mirarlo con los ojos de Dios

(Elizabeth OrtegaDelegación Episcopal de Fundaciones).- Este 2018 arranca cargado de retos y proyectos para las fundaciones que están bajo el amparo de la Archidiócesis de Madrid. Especialmente significativo será para la Fundación Congregaciones Marianas y su Colegio Mayor El Roncalli, que cumple medio siglo de historia acompañando en su crecimiento personal a miles de mujeres universitarias, procedentes de los más dispares rincones del mundo.

Año también destacado para la Fundación El Buen Samaritano que el 11 de noviembre celebra su vigésimo aniversario dando visibilidad y normalizando la vida de las personas, que en algún momento de su trayectoria, se ven azotadas por una enfermedad mental.

Con motivo de esta efemérides conversamos con José Luis Méndez, Vicepresidente de la Fundación El Buen Samaritano y Delegado Episcopal de Pastoral de la Salud, cuya formación como sacerdote, médico y misionero le confiere las destrezas necesarias para ver a la persona que hay detrás de cada enfermo. «No es lo mismo pensar en la esquizofrenia, que en mi hermano con esquizofrenia. Es necesario ponerse en la piel del otro, ver a la persona que hay en cada enfermo y mirarlo con los ojos de Dios».

En su segundo viaje a España, el Papa San Juan Pablo II instituyó el 13 de mayo de 1992, la Jornada Mundial del Enfermo «que se celebrará el 11 de febrero de cada año, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes […] La celebración anual de esta Jornada tiene como objetivo sensibilizar al pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos».

Ya entonces el padre José Luis Méndez, actual Vicepresidente de la Fundación El Buen Samaritano y Delegado Episcopal de Pastoral de la Salud de la Archidiócesis de Madrid,  se había ordenado, pero fue en el primer viaje de San Juan Pablo II – en 1982- cuando descubrió «con una claridad meridiana, que el Señor me quería en el Seminario y tuve una pelea a muerte porque me encantaba mi profesión. De hecho yo pensaba irme a trabajar como médico a Latinoamérica pero finalmente me fui como cura».

«Estuve 13 años en misiones y mi formación me vino bien porque tuve que hacer de todo: desde asistir a un parto a prestar ayuda en las más variadas situaciones en las que afloraban los conocimientos que había adquirido hacía años. Culminada esta etapa regresé a España. Mi madre tiene 88 años y también tenía derecho a que su hijo el cura pasara los últimos años de su vida con ella. Ya estando en Madrid, mi predecesor se quería jubilar y el cardenal debió pensar: cura y médico, perfecto«.

Sentencia con un tono jocoso quitándose cualquier protagonismo y dejando de manifiesto su carácter de servicio y entrega al cardenal Carlos Osoro. «Y así continué la labor de Jesús Conde, que fue quien montó la Delegación Pastoral de Salud, descubriendo una dimensión de mi servicio a la Iglesia que me ha cautivado».

Al preguntarle cómo se ha sentido más cerca de Dios si asistiendo a un parto o acompañando a un enfermo en su último aliento, reflexiona con sosiego y comparte a modo de reflexión intimista pero en voz alta: «Se está más cerca de Dios cuando cada uno cumple la misión que Dios le ha encomendado, estando y haciendo lo que debe hacer. Haciendo muy bien tu trabajo, cada uno el suyo, el que le toca. Estando donde tienes que estar».

La conversación fluye y en este contexto nos recomienda un libro que su hermana le ha regalado esta Navidad: El Belén que puso Dios, en el que precisamente se aborda de una manera amena y lúdica la importancia de cumplir cada uno con su función por insignificante que parezca.

Adentrándonos en la misión que se realiza desde la Fundación El Buen Samaritano, en calidad de vicepresidente y con la visión que le aporta su responsabilidad como Delegado Episcopal de Pastoral de la Salud, al preguntarle por la necesidad de estrechar vínculos con la administración pública sostiene con contundencia: «uno de los grandes desafíos de la sociedad contemporánea es qué hacemos con nuestros mayores. Si a eso le sumas que padezca una enfermedad mental el problema es acuciante. Hoy día los recursos que destina la administración pública son para echarse a llorar y las privadas, que trabajan con el lícito objetivo de obtener un beneficio, tampoco dejan muchos recursos. En este sentido la Iglesia está dando un paso al frente».

Como ya lo hizo cuando a mediados de los años noventa, gracias al interés de un grupo de religiosos adscritos a la Vicaria VI, y con el objetivo de cubrir las carencias asistenciales de las personas con enfermedad mental del Distrito de Carabanchel, se crea un grupo de trabajo con profesionales del Servicio de Salud Mental de la zona, el Coordinador de Pastoral de la Salud de la Vicaria VI y voluntarios.

Fruto de este trabajo inicial, en 1997 se comienza a atender, por voluntarios, a un grupo de 15 personas en un espacio cedido en la Parroquia Nuestra Señora del Sagrari». El 11 de noviembre de 1998 con el objeto de tener entidad jurídica, se constituye como Fundación, al amparo de la Archidiócesis de Madrid. Pero incluso los vecinos de la zona, después de 20 años, desconocen que esta labor que tiene un alto reconocimiento en la comunidad, parte de la Iglesia.

¿Esto es herencia del Evangelio en el que se pide que lo que haga tu mano derecha no se entere la izquierda?

Hacer bien el bien es muy importante, y dar a conocer lo que se hace es fundamental. Labores como ésta que estáis haciendo desde la Delegación de Fundaciones son indispensables. Cuando Cáritas va a distintos espacios que le ofrecen los medios de comunicación, no es sólo para obtener recursos, sino para dar a conocer otra dimensión de la fe.

La fe tiene una dimensión pública. Hace años no era tan necesario comunicar lo que se hacía desde la Iglesia porque la inmensa mayoría era católica y practicante, pero hoy es muy importante que sepamos transmitir la labor que realizamos con los más vulnerables, con los mayores, con los enfermos.

¿Qué le pide a este vigésimo aniversario de la Fundación El Buen Samaritano?

Que seamos capaces de ampliar los actuales recursos con los que contamos para poder atender a más personas. Es imprescindible que desde la Iglesia ahondemos en dar respuesta a estas necesidades.

Lo importante no es sólo qué se hace sino cómo se hace.

Es fundamental poner el corazón. Y en ese sentido el equipo humano que trabaja en El Buen Samaritano es encomiable. Ponerse en la piel del otro, mirarlo con el corazón.

¿Y para combatir la estigmatización?

Seguir por el camino trazado. Programas de sensibilización, darle visibilidad a este problema en las escuelas, en el trabajo, en la comunidad. En una charla con capellanes de hospitales, nos decía Gerardo Dueñas, Subdelegado de esta Delegación: «Si un vecino nos dice que tiene un cáncer en un ascensor te acercas y lo reconfortas. Si te dice que tiene esquizofrenia intentas no volver a coincidir con él en el ascensor, te alejas». Tenemos que ver a la persona en el enfermo. No es lo mismo pensar en la esquizofrenia, que en mi hermano con esquizofrenia, que no esquizofrénico. El uso del lenguaje es importantísimo.

La mujer sufre una doble estigmatización al respecto.

Sí, y por ello debemos trabajar especialmente con ellas, para facilitarles la integración laboral y su desarrollo como persona en todas sus facetas.

Hay que combatir el binomio de enfermedad mental y soledad.

La soledad es uno de los dramas de la época que nos está tocando vivir. Yo tengo una madre con 88 años que la cuida una persona encantadora, pero cuando mi madre le habla de sus recuerdos o de sus preocupaciones, si no siente que la escucha con interés: se sigue sintiendo sola. Es preciso una escucha activa, aunque te lo haya contado cien veces, tienes que atenderla como si fuera la primera vez. Reconozco que en esto, el cariño filial me ayuda. De lo contrario, sólo vive en una soledad acompañada.

Y eso nos pasa también a nosotros. Puedes estar tomando unas cervezas rodeado de gente pero si tienes un problema y no sientes que a quien se lo estás contando también le importa, sigues sintiéndote solo. Tan solo cuando alguien se involucra contigo, el sufrimiento es compartido y te alivia.

¿Qué aporta la fe en el trato con el enfermo?

Para los profesionales, voluntarios y familiares desde la fe se aporta el tener una perspectiva integral de la persona. Y para el enfermo, se está demostrando empíricamente que en la medida en la que se cuida más la vida espiritual de los enfermos se necesita menos horas de intervención de personal. Me acaba de llegar un trabajo de fin de Máster de una enfermera que aborda precisamente esto. Y demuestra cómo los cuidados de atención espiritual mejoran la calidad de vida del paciente y reducen el consumo de ansiolíticos, calmantes y horas de atención de enfermería.

En alguna entrevista le he escuchado decir que hay que distinguir entre el tema y el problema.

Hay un amigo que está en el cielo Pablo Domínguez Prieto (sacerdote diocesano, filósofo y teólogo español, autor de varios libros y decano de la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid, que murió a los 42 años en un accidente de montaña escalando el Moncayo, de cuya vida se rodó el documental La última cima, éxito de taquilla en el 2010) que en unas charlas que nos estaba dando a algunos sacerdotes en Lima nos decía: «hay que distinguir entre el tema y el problema. El tema es cómo arde una casa. El problema es: tu casa está ardiendo». Y eso mismo lo tenemos que aplicar a los enfermos. Entre los médicos es muy usual hablar de una peritonitis que cursa con dolor abdominal intenso, y no es lo mismo que sufrir un intenso dolor abdominal por una peritonitis. Es difícil pero hay que ponerse en el lugar del otro siempre.

Un deseo para este 2018.

Que podamos seguir creciendo en los proyectos que tenemos para ampliar la capacidad de atender a más familias. Que sepamos trasladarles a los profesionales nuestro reconocimiento y gratitud por la entrega con la que desarrollan su trabajo y que la administración tome conciencia de la importancia que tiene la Iglesia en la atención a las personas más vulnerables.

Y un deseo para usted.

Acertar en lo que nos decía Benedicto XVI en la Encíclica Deus cáritas est cómo «el cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor. Sabe que Dios es amor (1 Jn 4, 8) y que se hace presente justo en los momentos en que no se hace más que amar».
Y ser capaces de aplicar esto que me enseñó un sacerdote que ya está en el cielo: que vea con tus ojos Cristo mío, Jesús de mi alma.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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