"Iglesia pobre con los pobres"

La realidad y misión de las Comunidades Eclesiales de Base

"Instrumento de evangelización y de promoción de la persona humana"

La realidad y misión de las Comunidades Eclesiales de Base
Intereclesial de las CEBs CEBs

En la línea de la enseñanza de Francisco, las ceb son iglesia pobre con los pobres, iglesia en salida hacia las periferias y que como “hospital de campaña” , asumen solidariamente los sufrimientos e injusticias de los pueblos y pobres

(Agustín Ortega).- Las comunidades eclesiales de base (ceb) están celebrando su 14° encuentro intereclesial, con el lema “Yo vi y oí los clamores de mi pueblo y bajé para liberarlo” (Ex 3, 7-8). Por lo que es buen momento para hacer memoria de esta realidad tan significativa de la iglesia. El Papa Pablo VI ya manifestó que las ceb “serán un lugar de evangelización en beneficio de las comunidades más vastas, especialmente de las Iglesias particulares, y serán esperanza para la Iglesia universal” (EN 58). Más tarde, San Juan Pablo II reconocía de nuevo a las «comunidades eclesiales de base como fuerza evangelizadora y que dan una gran esperanza para la vida de la Iglesia» (RM 51). El Papa Francisco nos enseña hoy que las ceb “aportan un nuevo ardor evangelizador y una capacidad de diálogo con el mundo que renuevan la Iglesia». Pero, por ello, es necesario que «no pierdan el contacto con esta realidad tan rica de la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular, en las directrices de la Iglesia local” (EG 29).

Como recuerda este Papa, para el Documento de Aparecida las ceb son un instrumento que permite al pueblo «acceder a un conocimiento mayor de la Palabra de Dios, al compromiso social en nombre del Evangelio, al surgimiento de nuevos servicios laicales y a la educación de la fe de los adultos» (n. 178). Y Francisco sigue afirmando, en su mensaje al anterior encuentro de las ceb con su tema «Justicia y profecía al servicio de la vida», que a luz del Espíritu Santo las ceb “vivan con renovado su ardor los compromisos del Evangelio de Jesús en medio de la sociedad. La llamada para que asuman cada vez más su importantísimo papel en la misión evangelizadora de la Iglesia…La evangelización es un deber de toda la Iglesia, de todo el pueblo de Dios: todos debemos ser peregrinos, en el campo y en la ciudad, llevando la alegría del Evangelio a cada hombre y a cada mujer. Deseo desde lo profundo de mi corazón que las palabras de san Paolo «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Cor 9, 16) resuenen en el corazón de cada uno de vosotros. Invito a todos a vivirlo como un encuentro de fe y de misión, de discípulos misioneros que caminan con Jesús, anunciando y testimoniando a los pobres la profecía de «nuevos cielos y nueva tierra»”.

En su actual mensaje a este 14° Encuentro, transmite el Papa que como se ve por el lema del Encuentro, «Yo vi y oí el clamor de mi pueblo y bajé para liberarlo”, Dios nunca es indiferente al sufrimiento de su pueblo…Esa acción redentora, que celebramos con fe en la liturgia, debe después manifestarse en una vida personal donde brille la luz del Evangelio, esto es, en una existencia inspirada en el amor y en la solidaridad, que es el lenguaje del amor…Oyendo el clamor de los pobres y hambrientos de Dios, de justicia y de pan, las Comunidades Eclesiales de Base puedan, ser en la sociedad y en los pueblos, un instrumento de evangelización y de promoción de la persona humana. Capaces de venir al encuentro de los terribles efectos de la cultura del descarte, que lleva tantos hermanos y hermanas a vivir excluidos, en una exclusión que hiere en la propia raíz, la pertenencia a la sociedad donde se vive. Pues quien vive en las favelas, en la periferia o sin poder ya no está en ella, sino fuera. Los excluidos no son explotados, sino residuos, sobras (cf. EG 53)”.

En toda esta enseñanza de la iglesia, que muestra esta realidad y sentido de las ceb- junto con los temas que se aborda en estos encuentros-, vemos todas las posibilidades y fecundidad que pueden ir desarrollando dichas ceb. En la conversión, amor y comunión con Dios en Cristo, con toda la iglesia y su servidor el Papa, con los pobres y con la hermana tierra. Las ceb tienen su entraña en el Dios que, con su Palabra, se hace camino-seguimiento de Jesús y, habitadas por su Espíritu, servicio a su proyecto de Reino. El Dios personal y encarnado que se revela, y nos sale al encuentro, en Jesucristo Salvador y Liberador. Las ceb con la iglesia viven un proceso de conversión al Reino de Dios, para anunciarlo, celebrarlo y realizarlo en el mundo e historia. Por tanto, como realidad de la iglesia, las ceb están al servicio de la misión evangelizadora del Reino de Dios y su justicia, amor y vida en la opción por los pobres. Las ceb tienen como modelo y paradigma de comunidad, iglesia y sociedad-mundo al Dios Trinitario. El Dios Comunión y Solidaridad manifestado en las Personas Divinas (Padre, Hijo y Espíritu) frente a los males e injusticias del neoliberalismo y del capitalismo o del comunismo colectivista (colectivismo).

En la línea de la enseñanza de Francisco, las ceb son iglesia pobre con los pobres, iglesia en salida hacia las periferias y que, como “hospital de campaña” en el principio-misericordia, asumen solidariamente los sufrimientos e injusticias de los pueblos y pobres. Ellas celebran los sacramentos del Dios de la vida. En la memoria subversiva y subyugante de Cristo, Crucificado-Resucitado por el Reino de Dios y su justicia con los pobres, que nos trae la Pascua de la salvación liberadora de toda esclavitud, muerte e injusticia. Esta Gracia de la salvación de Dios, que nos regala su amor, nos dona su justicia liberadora del pecado personal, social y estructural. Esas estructuras sociales de pecado que causan la desigualdad, injusticia y muerte del hambre, la pobreza y subdesarrollo. La Gracia de Dios tiene un carácter personal, comunitario y social que, mediante la misión de la iglesia con las ceb, posibilita relaciones y estructuras de gracia, de salvación, santidad y justicia en el mundo e historia.

La salvación de la Gracia se va realizando ya en las liberaciones personales, sociales e históricas y culmina en la trascendencia, en la vida plena y eterna. Las ceb han de experienciar toda esta vida de Gracia con las virtudes teologales de la fe, esperanza y caridad que tiene una constitutiva dimensión social, pública y política. Es la caridad política en el servicio y compromiso por el bien común, la civilización del amor y la justicia con los pobres de la tierra.

La misión promueve las comunidades de fe, como son las ceb, las experiencias de salvación en la vida con los sacramentos. Y lleva al compromiso por el desarrollo humano e integral y los derechos humanos, que son aspectos sustanciales de la misión con su carácter social. Las ceb efectúan toda esta praxis de la diakonía en la caridad política, inherente al laicado, que lleva a la transformación del mundo y las causas de las desigualdades e injusticias de la pobreza u otros males. Tal como son estas relaciones y estructuras de pecado. Las ceb son realidades muy relevantes para impulsar la vocación y misión específica del laico que, en esta caridad política, es la gestión y transformación más directa e inmediata del mundo con sus realidades políticas, económicas e históricas.

Las ceb viven este servicio de la fe, en el anunció de Jesús Crucificado-Resucitado por el Reino, y de su justicia con los pobres. En el discernimiento que escruta los signos permanentes de los tiempos: los pueblos crucificados por el mal e injusticia. Realizan así una lectura creyente de la realidad y una revisión de vida en una inteligencia histórica, social, ética y práctica. Con el ver, por el que nos hacemos cargo de la realidad que tiene la prioridad sobre la idea, en la mirada de amor del Evangelio de Jesús y empleando la mediación socio-analítica. Esto es, las ciencias sociales y humanas para analizar críticamente la realidad. Esa dependencia, dominación, opresión y muerte que padecen los grupos sociales causadas por las relaciones inhumanas, las estructuras sociales injustas, por los sistemas políticos y económicos perversos.

Es una mirada universal, ya que el todo es mayor que la parte, por la que contemplo solidariamente este dolor e injusticia de toda la humanidad con sus pueblos, dominados por el mal y pecado del mundo. Lo que nos lleva al juzgar desde el Evangelio, el cargar con la realidad y sus conflictos sociales que rompen la esencial unidad fraterna: asumiendo, por el principio-misericordia, el dolor e injusticia que padecen los pobres; valorando y denunciando todo desorden injusto y opresor, todo aquello que no dé vida y libere integralmente con los pobres. Y al actuar, encargándonos de la realidad. Ya que el tiempo es superior al espacio, hay que desarrollar la praxis en los procesos de los seres humanos, de los pueblos y los pobres como sujetos protagonistas de su promoción y liberación integral. Esta praxis liberadora se articula con los movimientos populares, sociales e históricos que buscan ese otro mundo posible con derechos como las 3 t (tierra, trabajo y techo) La globalización de la solidaridad, paz, justicia y ecología integral frente a la neoliberal con sus ídolos del capital, de la guerra y competitividad que dan muerte. 

Las ceb cultivan la mística ecológica integral, la ecología espiritual con la comunión con Dios y con el cuidado de la vida. La ecología mental en un cambio (conversión) personal, con la mentalidad, los sentimientos, valores e ideales como el amor y la solidaridad que nos dan sentido en la vida. La ecología social en unidad con los otros, promoviendo la justicia social con los pobres de la tierra. Y la ecología ambiental en unión con la hermana tierra, impulsando la justicia ecológica. Es una espiritualidad «profética y anti-imperialista» con la civilización del trabajo, un trabajo digno con un salario justo y una economía ética al servicio de las necesidades de la vida humana. En contra de la del capital, del beneficio y lucro. Y la civilización de la pobreza, en el sentido humanizador y felicidad de la solidaridad de vida, bienes y luchas por la justicia con los pobres. Es la fidelidad y honradez con lo real y sus causas solidarias, liberadoras y justas con los empobrecidos. En oposición a la esclavitud e idolatrarías de la riqueza-ser rico, del poder y la violencia con sus guerras que imponen la cultura de la muerte.

Las ceb historizan y ponen en práctica la conocida como Doctrina Docial de la Iglesia. Con sus valores y principios como el bien común en la política, el trabajo decente que está antes que el capital y la solidaridad con el destino universal de los bienes, que tiene la prioridad sobre la propiedad. Y que en el Dios de la vida y su Espíritu, Señor y Dador de vida, incluye una bioética global que defiende la vida con coherencia en todas sus dimensiones, aspectos y fases (al comienzo, en el transcurso y final de la existencia). Una espiritualidad de la vida, que se expresa el amor fecundo del hombre y la mujer con la alegría de la familia e hijos. La familia es iglesia doméstica y pobre en la opción solidaria por los pobres, que se compromete por la justicia y la ecología integral. La espiritualidad y ética femenina, con la dignidad y protagonismo de la mujer en la sociedad, mundo e iglesia. Y, frente a toda colonización e integrismo, una ética inter-cultural e inter-religiosa mundial, en el diálogo y encuentro con los otros para la fraternidad, paz y justicia. En la vivencia, actualización y puesta en práctica de todo lo anterior, como nos muestra la enseñanza de los Papas como Francisco, las ceb podrán seguir siendo realidad de una espiritualidad liberadora y esperanza para el mundo e iglesia.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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