Un grupo de profesionales cristianos crea el Foro Creyente de Pensamiento Ético y Económico

Bernardo Pérez Andreo: «Si la Iglesia se propone vivir el Evangelio, lo puede conseguir»

"No por tener más crecimiento económico se elimina la desigualdad o los seres humanos son más felices"

Bernardo Pérez Andreo: "Si la Iglesia se propone vivir el Evangelio, lo puede conseguir"
El teólogo Bernardo Pérez Andreo

La sociedad actual orbita entorno al concepto de riqueza. De esta manera, la prioridad la tienen los valores del crecimiento económico, la productividad, el beneficio, el rédito y el consumo

(Jesús Bastante).- ‘Repensar el objetivo económico‘, es el último informe del Foro Creyente de Pensamiento Ético y Económico, un grupo de profesores y profesionales cristianos de reconocido prestigio que, precisamente, buscan «repensar la economía desde una perspectiva creyente».

Uno de sus fundadores (y colaborador de RD), Bernardo Pérez Andreo, nos cuenta los ejes de esta iniciativa que aboga por humanizar la economía y, en el caso de la Iglesia, «vivir el Evangelio». «Si la Iglesia se lo propone, lo puede conseguir», sostiene.

 

 

– ¿Qué es el Foro Creyente de Pensamiento Ético y Económico?

El Foro Creyente de Pensamiento Ético y Económico nace de la necesidad de repensar la economía desde la ética en una perspectiva creyente. Creemos que el problema que ha supuesto la economía en los últimos años ha sido derivado de que ha perdido su conexión con lo verdaderamente humano, con los fines humanos: la felicidad, la solidaridad, la justicia, el compromiso… La economía es, principalmente, una ciencia social que debe responder a los requerimientos de las instancias decisorias del ser humano. Es decir, la economía es un instrumento, es la voluntad de las personas.

En el Foro nos reunimos un grupo interdisciplinar de académicos y profesionales preocupado por la dimensión ética en la economía y que partimos de un pensamiento inspirado en el humanismo cristiano y en la Doctrina Social de la Iglesia. Nuestra preocupación esencial es que la economía, como toda actividad humana, esté realmente al servicio de todas y cada una de las personas que habitamos este planeta. Queremos realizar una reflexión que sirva, tanto a cristianos como a no cristianos, para repensar nuestra organización y nuestro quehacer económico en clave humanista.

 

 

¿Quiénes forman parte, y cuáles son sus objetivos’

El objetivo principal es repensar la economía desde una instancia ética y los principios del humanismo cristiano y la DSI para un cambio de modelo social y económico.

El Foro Creyente de Pensamiento Ético-económico está integrado por economistas, investigadores y académicos como: Enrique Lluch Frechina (Universidad CEU Cardenal Herrera), Luis Ayala Cañón (Universidad Rey Juan Carlos), Jesús Pérez Mayo (Universidad de Extremadura), Pedro José Gómez Serrano (Universidad Complutense), Rafael Allepuz Capdevila (Universitat de Lleida), José Luis Fernández Fernández (Universidad Pontificia Comillas), Teresa Compte Grau (Universidad Pontificia de Salamanca), Agustín Domingo Moratalla (Universitat de Valencia y Universidad Internacional Menéndez Pelayo), Bernardo Pérez Andreo (Instituto Teológico de Murcia), Javier Viciano Pastor (Universidad Internacional de Valencia y Universidad de Valencia) Martín Carbajo Núñez (Pontificia Università Antonianum y Universidad de San Diego).

 

Vuestro primer documento es «Repensar el objetivo económico». Dame tres o cuatro claves

Lo que conocemos como economía clásica, o neoclásica, tiene su fundamento en el crecimiento económico medido mediante la suma de todos los bienes producidos. Se trata de una medida del bien total creado, presuponiendo que cuantas más cosas se producen mejor va la economía y más feliz es la gente. Este presupuesto del crecimiento ilimitado no solo es falso, es imposible que en un mundo finito pueda existir algo ilimitado, sino que también es erróneo: los seres humanos no somos más felices por tener o consumir más.

La propuesta es cambiar el objetivo de la economía y que en lugar de ser el crecimiento por sí mismo, sea la satisfacción de las necesidades de todas las personas y de toda la persona. Los datos demuestran que no por tener más crecimiento económico se elimina la desigualdad o los seres humanos son más felices. Al contrario, dentro del paradigma económico actual, el crecimiento económico solo sirve para reproducir los mismos defectos. Por eso, lo que pretendemos es encontrar unos objetivos distintos.

Desde el Foro ponemos el humanismo cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia en la base de nuestra reflexión para desde ahí obtener esos objetivos humanos para la economía. La DSI nos aporta unos principios que nos permiten la reflexión, como son el cuidado de la Creación, el destino universal de los bienes, la prioridad del bien común y la opción preferencial por los pobres. Con estos principios, desde la ciencia económica, establecer un objetivo diferente. Este objetivo es garantizar que todas las personas tengan unos ingresos suficientes para cubrir sus necesidades.

En lugar de que todos tengan mucho, el objetivo debería ser que todos tengan lo suficiente, dando prioridad a los menos beneficiados hasta ahora. Cambiar el objetivo lleva a cambiar el paradigma económico, de manera que el crecimiento no sea sino un instrumento al servicio del objetivo principal, en lugar de ser el objetivo. Esto supone unos retos claros para el futuro inmediato. De un lado, un cambio de mentalidad. Hemos de ser conscientes de que no es posible seguir consumiendo al ritmo acutal. Del otro, un cambio de estructuras, que hagan factible el cambio de modelo económico.

 

¿Cuáles son las próximas reflexiones?

La próxima reflexión está vinculada con la primera. Se trata de una extensión del problema económico: «Por un nuevo sistema fiscal: los impuestos y el Bien común». Pretendemos hacer viable una economía humana a partir de una perspectiva fiscal justa que aporte los recursos para que los objetivos de desarrollo humano integral, de lo que habla el Papa Francisco en Laudato Si, sean viables.

 

 

 

¿Es posible una sociedad en la que la opción preferencial por los pobres sea una realidad? ¿Cuál es la función de los creyentes? ¿Se puede construir, también, desde la Iglesia?

La sociedad actual orbita entorno al concepto de riqueza. De esta manera, la prioridad la tienen los valores del crecimiento económico, la productividad, el beneficio, el rédito y el consumo. Esto nos ha puesto en una delicada situación social y medioambiental que puede producir una debacle civilizatoria. Para cambiar esta situación es necesario instalar nuevos valores, pero el principal es el de la pobreza. Esto, como diría San Pablo, es necedad para unos y locura para otros, sin embargo, es el núcleo del Evangelio y el corazón de una verdadera humanidad.

La opción por los pobres ha de ser algo personal y social, pues solo cuando todos los seres humanos puedan vivir con dignidad podremos hablar de un sistema social verdaderamente humano. Los creyentes hemos de ser los primeros en asumir esto en nuestra vida y ser un contraste con el mundo circundante, de modo que, como se dice en Hechos de los Apóstoles, por el ejemplo seamos admirados por el resto. La Iglesia, las iglesias, tienen el deber de hacer esto posible como realidad comunitaria. El Papa Francisco lo ha puesto en práctica en Roma y lo extiende con su acción y con su doctrina. Es claro que si la Iglesia se propone vivir el Evangelio lo puede conseguir. Vivir el Evangelio es la forma humana de ser vivir la vida plena y eso es válido para cualquier persona en cualquier cultura.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

Lo más leído