Médico y teóloga, presenta 'Volver a casa con Jesús. El corazón latiendo semillas' (Nueva Utopía)

María Isabel Serrano: «Jesús viene a dar esperanza. La resignación es estéril y mata la esperanza»

"Libera a la mujer de las estructuras de poder que la han mantenido en el silencio y la marginalidad"

María Isabel Serrano: "Jesús viene a dar esperanza. La resignación es estéril y mata la esperanza"
María Isabel Serrano escribe "Volver a casa con Jesús" (Nueva Utopía) RD

Toda experiencia de Dios empieza por una salida de sí, continúa con un desprendimiento, con una liberación y, sobre todo, con un apertura al otro

(Jesús Bastante).- Estamos con María Isabel Serrano, que viene a presentarnos el libro «Volver a casa con Jesús. El corazón latiendo semillas» de la editorial Nueva Utopía, dirigida por Benjamín Forcano, en el que nos muestra la experiencia de la curación de la hija de Jairo. Un pasaje evangélico al que ha dedicado más de nueve meses de oración y reflexión

Es un libro que, en cierto modo, casa con tu profesión, porque tú eres médico y, casi, el leitmotiv del libro es la curación de la hija de Jairo y todo ese proceso de sanación que también es el mensaje de Jesús. ¿Por qué eliges, precisamente, arrancar con ese pasaje?

Yo hago la oración con el evangelio hace muchísimos años. Tengo muchas cosas escritas de muchos evangelios. Pero con este me ocurrió que, tratándose de la hemorroísa, pensé que iba a ser un diálogo sobre el tema de las mujeres, y me atrajo sorpresivamente -me conmovió- a un Jairo de rodillas ante Jesús pidiendo que le curara a su hija.

Entonces dejé que Jairo tirara del hilo de la meditación y de la oración y ha sido un gozo, porque, a través de los ojos de Jairo, este pasaje me ha enseñado toda la vida.

 

Era alguien que, en principio, no cree en Jesús. Que tiene una condición acomodada y que no le falta de nada cuando las circunstancias importantes de la vida, como el fallecimiento de alguien querido le sorprende. No sé si Jesús es el último recurso o una llama que se enciende como un motor de esperanza, pero se arrodilla y clama.

Descubrí que es una historia de amor de un padre a su hija -del amor natural que tan poco brillo social y religioso tiene- y que quiere que Jesús entre en esa historia de amor. Y por eso le va a buscar.

Es la historia, también, de dos buscadores de Jesús: un varón y una mujer. La primera narración, y la única, en la que una mujer pide una curación para sí, y hay un varón que está viendo cómo ocurre y esperando, para que cure a su hija. A la inocencia. Y Jesús se para ante la mujer manchada. Es un evangelio riquísimo.

 

Un pasaje que nos da muchas claves para la vida en cualquier momento de la historia, pero, sobre todo, donde hay tanto sufrimiento y tanta violencia en el ámbito familiar.

Sí. Es un evangelio que descubre muchas cosas y que conecta fácilmente con nuestra vida actual.

Me decidí a escribirlo porque, cuando leí todo, -fueron más de nueve meses de oración con este pasaje- la vuelta a casa de Jairo me recordó al camino espiritual que recorremos para llegar a la plenitud humana, que es la plenitud de Dios: toda experiencia de Dios empieza por una salida de sí, continúa con un desprendimiento, con una liberación y, sobre todo, con un apertura al otro, una apertura a la vida humana.

Esa apertura tan profunda le ocurre a Jairo, que está en silencio. Un silencio que me ha hecho descubrir muchos aspectos de la vida en este evangelio: de mi vida, de la vida social y de la vida religiosa.

 

 

 

¿Qué crees que pasa por la vida de Jairo y por la de su hija, después de ese encuentro? Porque supongo que ese tipo de meditación se da.

Sí. Lo que ocurre es, desde mi punto de vista, una conversión. Él sale movido por la necesidad. Y movido por el amor de hija. Y llega plenificado por el amor de Dios, porque dice el evangelio que terminaron asombrados, con el asombro profundo que produce el paso de Dios por la vida.

«Al alzar Jesús a su hija, quedaron asombrados» Yo pienso que ese es el paso de Dios por la vida.

 

Desvelar la sombra. Quitar el velo de oscuridad, y Jesús, en ese sentido también como luz.

Sí. Jairo ha hecho un recorrido espiritual. Ha hecho una conversión porque llegó por la necesidad, pero cuando llega el momento en el que vienen sus amigos y le dicen que su hija ha muerto, él hace una opción de seguir con el Maestro, y es aquí cuando comienza otra dirección. Estoy hablando de la fe como provocación, que no es una abstracción porque, fíjate qué provocación: «no está muerta, está dormida».

 

Los de allí se tuvieron que quedar preguntándose si Jesús estaba loco.

Claro: ¿Pero, qué dice ese loco?…

Es un evangelio que retrata muy bien a un Jesús que hace posible lo imposible. Y a un Jesús que viene a dar una esperanza a la historia.

 

También nos llama a ser copartícipes, porque si Jairo no va buscar a Jesús y a llevarlo a casa, no hay posibilidad de milagro.

«Dadle de comer». Para que haya milagro, tenemos que estar nosotros. El «dad de comer» me ha conmocionado como mujer y como madre. Ha sido muy curioso: me ha acercado al evangelio. Y hay cosas de mi ser médico, de mi ser madre y de mi ser mujer. Yo lo interpreto como una gestación de la comunión humana.

 

De esa hospitalidad que tanta falta nos hace.

De la comunión humana que tenemos que ser los cristianos. Para mí es lo que significa.

Otra cosa que me ha conmovido es cuando dice: «Hija, tu fe te ha salvado» Yo he notado en Jesús, en ese contexto, una enorme sensibilidad y una gran ternura. Y los ojos de Jairo y su voz silente nos ha descubierto a ese Jesús.

 

Parece mentira lo que da sí un pasaje del evangelio.

Sí. la verdad, porque no me he salido de él.

 

El trasfondo literario del evangelio es una curación. Aunque sea un milagro. Has hablado antes de que te ha aportado como médico, como madre y como mujer. ¿Cómo afrontas el hecho en sí, tu entrada a ese texto del evangelio, desde tu profesión? Porque no siempre ha estado muy casada con los milagros. La fe, la ciencia, esos problemas…

Yo, como científica o como médica, este acontecimiento lo veo como una experiencia de Dios brutal. Y lo es en mí. Por tanto, esta es mi experiencia y yo lo califico como gracia de Dios.

 

Los médicos no hacéis milagros, aunque muchas veces sí. Supongo que te habrás encontrado, en multitud de ocasiones, a esas madres «pesadas» o esos padres «pesados», para los que su hijo o su familiar es la única persona que hay, y que arrastran, de alguna manera, a que se preste más atención a su ser querido. Y que con esta actitud también hacen posible determinados milagros.

Y ellos traen una historia de amor. En ese sentido, como médico, pienso que esto sí que modula la relación con los pacientes, en cuanto el entendimiento de lo que es el cuidado -que también lo afronto- y lo que es la empatía. En la empatía me he inspirado en Edith Stein. No es esto que se nos dice de que la empatía es ponerse en el lugar del otro, no: es sufrir con lo que sufre el otro y alegrarse con lo que se alegra el otro. Eso también es una conversión.

Lo he reflexionado y hay un capítulo acerca del sufrimiento, porque no pienso que Jesús lo glorificara. Y esa postura que hay, dentro de los cristianos, de hacer una llamada a la resignación, yo la denosto, porque la resignación es estéril.

 

El sufrimiento implica salir a buscar soluciones, que es lo que hace también Jairo.

La resignación es estéril y mata la esperanza. La resignación no es un buen consejo ni una buena orientación. No es un campo en el que nos debamos mover.

He hecho un esfuerzo en mi oración por descubrir qué es la cruz. Quién es el crucificado y qué sentido tiene. Y para ello me he inspirado en Simone Weill, que es una gran conocedora del sufrimiento. Como médico soy también conocedora del sufrimiento ajeno, de la enfermedad ajena y de la fe ajena. Esta experiencia me ha hecho interiorizar mi propia fe y cuestionarme mucho si el sufrimiento puede ser transformador de las cosas.

Simone Weill dice que «es necesario seguir amando en la tiniebla, en la sacudida de las desgracias, en el vacío. Entonces Dios vendrá a ti y te mostrará toda la belleza del mundo. Así, el sufrimiento puede ser transformador». Ella era una filósofa y esto que escribió ha inspirado y ha sostenido mucho toda la reflexión que he hecho sobre el dolor y el sufrimiento y el pasar Jesús por la prueba de Los Olivos. Es el amor.

 

El subtítulo del libro es maravilloso, muy poético: «El corazón latiendo semillas».

La plenitud vuelve a casa con Jesús. Con Jairo hemos hecho un recorrido de libertad, de justicia, de ruptura de prejuicios; el momento en que Jesús se para con la hemorroísa, Marcos lo detalla con una belleza increíble, y me sugiere muchísimos datos de la vida de las personas, hoy, marginales. Jesús le dice: «no tengas miedo, solo ten fe», y resulta que le muestra la vida la vida del prejuicio: los miedos son la causa de todas las fronteras, de todos los prejuicios sociales, de todos los rechazos. Aquí queda muy de manifiesto cómo Jesús libera a la mujer de las estructuras de poder que la han mantenido en el silencio y la marginalidad. Y libera la enfermedad de la mancha. Pero es curioso que, todavía hoy, la fisiología de la mujer marque una diferencia social y que pueda justificarse una diferencia en el trabajo, en la Iglesia y en la vida.

 

 

 

En todos los ámbitos es totalmente injustificable esa desigualdad, pero en la Iglesia se justifica, precisamente, apelando al propio Jesús, que no instituyó entre sus doce discípulos a ninguna mujer, etc. Cuando otra lectura del evangelio, distinta a la oficial, nos habla de que sí que había.

Primero, estamos hablando de la Palestina del siglo I, no del siglo XXI, el siglo de la ansia de la igualdad entre hombre y mujer. La importancia de María, de Magdalena, de las mujeres que son las primeras testigos de la resurrección, de la hija de Jairo, de Marta y María, de tantas mujeres que aparecen…

Aún asumiendo que los cuatro evangelios no contaron toda la vida de Jesús y que tienen un cierto sesgo, aún así, esos personajes femeninos tan importantes que pasaron ese filtro, dicen mucho de lo que debió de ser Jesús en relación con la mujer.

Marcos, en este pasaje , nos deja muy mal a los médicos, porque la mujer dice que había acudido a muchos y no la habían curado. Y a los apóstoles, los deja como a unos patanes: «quién te va a tocar, Señor, si todos te apretujan» Los apóstoles iban corriendo, y a quien pone como modelo de fe es a la mujer. Y la dice: «vete en paz». Y se va con la paz de Jesús. La envía en ese camino.

Y Jairo sufre un proceso muy profundo. Por el camino le cambia su forma de mirar y le confía la letra viva, la vida. Y él va viviendo en el camino. Porque nosotros, este pasaje del evangelio, si lo leemos en una primera pasado, pensamos que Jairo no ha dicho nada. Pero este hombre ha tenido que decir mucha cosas, porque han sido muchos los acontecimientos para un jefe de la sinagoga, que siguiendo al sospechoso Jesús y se va saltando los prejuicios. La curación y la humanidad devuelven la dignidad a las personas. Está por encima de sus leyes.

Y fíjate que, en este evangelio, Jesús no le dice a la hemorroísa eso de «tus pecados te son perdonados», ni le manda a presentarse, como en todas las otras curaciones, a los sacerdotes.

Así, que tiene para mí muchísimo peso y ha sido un motivo de reflexión y de oración. Y de querer buscar qué es lo que me está diciendo a mí.

 

¿Qué conclusión sacas de este detalle, que has comentado, de que a diferencia de otras curaciones, ni le perdona los pecados a la hemorroísa ni la invita a que vaya a los sacerdotes.

No podemos adivinar lo que quería decir Marcos, pero yo sí que he sentido el mensaje que te he dicho: la ley puede ser letra muerta. Y aquí solo hay una letra viva, que es la misericordia y la ternura de Dios.

Cuando me han preguntado cómo he podido escribir tantas páginas sobre un pasaje del evangelio, yo explico que los médicos tenemos un método, que es el fonendo, para escuchar ruidos y vibraciones inaudibles. Y yo he escuchado las vibraciones y las conmociones del alma de Jairo. Y han sido maravillosas, porque me ha enseñado la vida y a situarme en un evangelio como letra viva. Y en un Jesús que todo lo que hace es la vida, y vida nueva.

 

«Volver a casa con Jesús. El corazón latiendo semillas» de María Isabel Serrano González, editado en Nueva Utopía. Un fonendoscopio para escuchar, también, esos sonidos que el evangelio nos continúa trayendo a la vida cotidiana, y hacerla viva. Porque si se queda en letra muerta no conseguimos nada.

Un placer, María Isabel. Muchas gracias por el libro y esperamos que se venda, que se lea y que también empecemos a mirar con otros ojos.

Y que se pueda reescribir ese evangelio, que tiene una profundidad maravillosa y que conecta con todo lo que hay de esencial, de permanencia y de universal en el quehacer de la vida.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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