Y que "nadie se sienta responsable" por ellos

La Iglesia malagueña deplora la muerte de inmigrantes cerca de Melilla

Achaca la tragedia a la "imposibilidad de encontrar vías seguras" y la indiferencia de la "cultura del bienestar"

La Iglesia malagueña deplora la muerte de inmigrantes cerca de Melilla
Patera de inmigrantes

La cultura del bienestar nos hace pensar sólo en nosotros mismos; nos hace insensibles al grito de los otros

(Obispado de Málaga).- Desde Cáritas Diocesana de Málaga y la Delegación Diocesana de Migraciones queremos manifestar nuestro dolor ante el hallazgo de una veintena de inmigrantes subsaharianos ahogados a unas cuatro millas de Melilla, frente al cabo Tres Forcas (Marruecos).

Los hechos, que tuvieron lugar el pasado sábado 3 de febrero, impactaron a los pasajeros del buque «Sorolla» que se encontraron con la terrible imagen en su trayecto hacia Almería. Se estima que podrían ser 47 las personas a bordo de la embarcación, aunque continúan las labores de búsqueda.

Estos hermanos nuestros buscaban una vida mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. La imposibilidad de encontrar vías seguras para la migración pone en peligro la integridad de las personas, llegando incluso a la muerte, como lamentablemente ha ocurrido en esta ocasión.

Ante la cercanía de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Seres Humanos, convocada por el Papa Francisco, que se celebra el 8 de febrero bajo el lema «Emigración sin trata: Sí a la libertad, No a la esclavitud», queremos denunciar que la ausencia de estas vías fomentan el tráfico y la trata de personas, que se ha convertido en un negocio muy lucrativo (según las Naciones Unidas, alcanza en Europa unos beneficios de 3 mil millones de dólares al año).

Nadie se siente responsable de esto; ni la comunidad internacional, ni los gobiernos ni tampoco la sociedad en general. La cultura del bienestar nos hace pensar sólo en nosotros mismos; nos hace insensibles al grito de los otros. Nos hemos acostumbrado a pensar que el sufrimiento del otro no tiene nada que ver con nosotros, no nos concierne. Esto Dios no lo quiere: «He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto; he escuchado el clamor ante sus opresores y conozco sus sufrimientos» (leemos en el capítulo 3 del Éxodo).

La Iglesia nos recuerda la importancia de dejarnos interpelar por el dolor del prójimo, de pedir a Dios «el don de la conversión, el don de las lágrimas, tener el corazón abierto a su llamada en el rostro sufriente de tantos hombres y mujeres» (Homilía del Papa Francisco en Ciudad Juárez, el 17 de febrero de 2016) y «pedir al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas como éste» (Homilía del Papa Francisco en Lampedusa, 8 de julio de 2013).

Roguémosle a Dios Padre por estos hermanos que han perdido la vida y por sus familias. Pidamos también para que sepamos ver, escuchar y reconocer el sufrimiento de los pobres y la fuerza necesaria para contribuir a erradicar las causas que las originan.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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