Los Proverbios dicen coses bien interesantes y apropiadas a la situación que estamos viviendo sobre el máster de los políticos. Dejo aquí solo unos de los Proverbios que hacen referencia al engaño
(Josep Miquel Bausset).- Así de claro. Tengo la licenciatura en Biología per la Universitat de València y los estudios de Filosofía y de Teología hechos en Montserrat, pero no tengo ningún máster. Lo que no entiendo es porqué los políticos incluyen másters falsos en sus currículums. ¿Por vanidad? ¿Por soberbia? ¿Por arrogancia? No lo acabo de entender.
La historia de la falsedad de los currículums ya comenzó con el Sr. Luis Roldán, que fue director general de la Guardia Civil y acaba (por ahora) con la Sra. Cristina Cifuentes y el Sr. Pablo Casado, del PP, acompañados de los Srs. Toni Cantó y Miguel Ángel Gutiérrez, diputados de Cs, de la Sra. Elena Valenciano, del PSOE, del Sr. Juan Manuel Moreno y de la Sra. Ana Pastor, del PP o del Sr. Juan Merlo de Podemos, que han inflado sus currículums con cursos o licenciaturas que no han hecho. Todos ellos habrían de recordar que la Constitución Pastoral del Vaticano II, «Gaudium et Spes», afirma que «el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene» (GS nº 35).
También la Sagrada Escritura valora la persona por lo que es y por eso detesta la vanagloria, el engaño, la arrogancia y la vanidad. Así el salmo 72 nos pone en guardia contra el hombre vanidoso: «el orgullo es su collar; las ambiciones de su corazón se advierten en sus ojos, que les salen de la cara» (Ps 72:6-7). O el salmo 118, donde el salmista denuncia a los que van con mentiras: «aborrezco el engaño, lo detesto» (Ps 118:163). También el salmo 74 detesta el orgullo: «bajará la altivez» (Ps 74:11).
El Diccionario Normativo Valenciano define la vanidad como «el orgullo inspirado por un alto concepto de las propias cualidades o méritos, acompañado de un deseo excesivo de ser alabado». Y la soberbia, como «el deseo inmoderado de la propia exaltación» y también como «la excesiva estima de sí mismo».
Ahora también se ha sabido que el postgrado de Harvard del Sr. Pablo Casado en realidad fue un curso de cuatro días en Madrid, en el barrio de Aravaca, donde le convalidaron, ni más ni menos que 18 de las 22 asignaturas. ¿El Sr. Casado no sabía que Aravaca no es Harvard?
La Biblia, de nuevo, nos invita a desterrar la mentira de nuestra vida. Por eso el profeta Oseas denuncia a aquellos que «juran y mienten a la vez» (Os 4:2). Y Jeremías también aborrece el engaño: «Es la mentira y no la verdad lo que prevalece en el país» (Jr 9:2). Y aún: «uno juega malas pasadas al otro y no dicen la verdad; han habituado la lengua a hablar falso» (Jr 9:4). Y finalmente: «Es engaño las palabras de su boca» (Jr 9:7).
La Palabra de Dios, y de una manera particular el libro de los Proverbios, denuncia la mentira y la falsedad, a la vez que subraya el esfuerzo. Así: «Ves a mirar la hormiga, holgazán; te aleccionará ver qué hace: no tiene comandante, ni capataz, ni patrono, pero recoge alimento en verano, se provee durante la cosecha…. ¿y tú, holgazán, cuando dejarás de dormir?, ¿cuando te quitarás el sueño de las orejas?» (Pr 6:6-9).
Los Proverbios dicen coses bien interesantes y apropiadas a la situación que estamos viviendo sobre el máster de los políticos. Dejo aquí solo unos de los Proverbios que hacen referencia al engaño:
«Bienes mal adquiridos no hacen provecho, la honradez salva de la muerte» (Pr 10:2)
«Quien recoge en el verano es hombre prudente; un desgraciado, el que se duerme en tiempo de siega» (Pr 10:5)
«Quien va con sinceridad va seguro; a quien va con engaños lo atrapan pronto» (Pr 10:9)
«La arrogancia provoca desprecio; la sabiduría se encuentra en la humildad» (Pr 11:2)
«A los honrados los guía la propia rectitud; a los perversos les pierde su falsedad» (Pr 11:3)
«La honradez de los rectos los salva, la propia codicia atrapa a los traidores» (Pr 11:6)
«El Señor detesta el corazón falos, pero se complace en la conducta sincera» (Pr 11:20)
«Las intenciones de los justos son rectas; los hombres malvados traman el engaño» (Pr 12:5)
«Quien dice la verdad proclama la justicia; el falos testimonio, la impostura» (Pr 12:17)
«La verdad dura por siempre, la mentira, un instante» (Pr 12:19)
«El Señor detesta la palabra falsa, pero se complace en el que obra fielmente» (Pr 12:22).
Estos políticos que se enorgullecen de másters que no han hecho y que engañan a la ciudadanía, habrían de recordar las palabras llenas de sentido común de J. F. Kennedy: «El político ha de tener coraje. No se ha de esconder. Y ha de decir la verdad. No le ha de tener miedo de decir la verdad».
También las palabras del escritor George Orwell son bien apropiadas para aquellos que inflan sus currículums a base de mentiras: «En una época de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
Finalmente, San Clemente de Alejandría, en su «Exhortación a los paganos», hace un elogio de la honestidad y de la honradez, cuando dice: «La verdad no es de acceso difícil ni imposible de conseguir; bien al contrario, está muy cerca y habita en nosotros y reside en estos tres miembros nuestros: las manos, la boca y el corazón. Para conseguirla nos hacen falta tres requisitos: la acción, la palabra y la voluntad».
No tener ningún máster no es ninguna deshonra, ni tampoco ninguna desgracia, porque la importancia de una persona esté en lo que es y no en lo que tiene. Pero en una sociedad donde solo predomina la apariencia y la frivolidad, parece que haga falta (para ser importante) presentar másters, títulos y postgrados. Por eso mi padre, cuando veía a algún licenciado que actuaba con prepotencia, mentiras o vanidad, decía:
«Este ha entrado en la Universidad, pero la Universidad no ha entrado en él». Y es que:
«Quod natura non dat, Salmantica non praestat». Por más másters que tengan colgados en casa.
