Uno de los responsables de 'Love', documental de Misiones Salesianas sobre trata de jóvenes

Alberto López: «Es difícil recuperar la infancia, lo que conseguimos es recuperar la vida»

"Los misioneros, al final, son los únicos que están en los sitios más recónditos del mundo"

Alberto López: "Es difícil recuperar la infancia, lo que conseguimos es recuperar la vida"
Alberto López, uno de los responsables de 'Love' RD

En Sierra Leona, los salesianos fueron los únicos que no abandonaron el país durante la guerra civil y fueron también de los pocos que no abandonaron el país durante el ébola

(Jesús Bastante).- Alberto López es un salesiano «de formación y de corazón», y uno de los responsables de ‘Love‘, un documental de Misiones Salesianas que nos muestra la realidad de menores explotadas como objetos sexuales, y el trabajo de los misioneros como Jorge Crisafulli para sacarlas de la esclavitud, y que está siendo todo un éxito.

 

Habéis editado un magnífico documental que se llama «Love». Ya lo habéis presentado en muchos sitios y lo seguís presentando. ¿De dónde sale «Love»?

Sale de una historia muy particular que me contó en octubre de 2016 Jorge Crisafulli, salesiano misionero, cuando vino a España. Me dijo: estoy con una cosa nueva. Fíjate qué historia más bonita. Y es la historia con la que empezamos siempre nuestras presentaciones, para conocer el origen.

Decía que él después del ébola salía, como hacen los salesianos desde hace muchísimos años, a buscar chicos de la calle en los mercados, etc. Y en los últimos tiempos veía muchas chicas ejerciendo la prostitución. Chicas menores de edad.

Un día tuvo el arrojo de acercarse a un grupo de ellas, eran siete, y les preguntó si no tenían sueño, si no anhelaban algo distinto de estar en la calle y, sobre todo, si no querían hacerse un análisis clínico para ver cuál era su salud, porque ninguna había ido al médico. Allí para ir al médico hay que pagar, y para entrar en el hospital; si no pagas no te atienden.

Las invitó a ir al Don Bosco Fambul, pero él se olvidó de todo. Al día siguiente, a las siete de la mañana le despertaron porque había un grupo de seis chicas -no las siete que él había visto- que le estaban esperando.

Bajó, les dio un plato de arroz, como les había prometido. Y tomaron un segundo, con lo cual estaba claro que pasaban hambre.

Cuando las iba a llevar al hospital se dio cuenta de que tenía por allí unos ositos de peluche que habían llegado en un contenedor. Les dio uno a cada una para que pasaran ese mal trago de su primera visita al médico.

 

 

¿Cuántos años tendrían esas chicas?

Tenían de 9 a 17 años. Pero en ese caso, las primeras eran adolescentes, doce, trece, catorce y quince.

 

Cuando todavía los ositos son un recuerdo de la infancia.

De lo que se dio cuenta fue de que no habían tenido infancia. Vio cómo miraban el osito, cómo jugaban con él. Y cómo se lo ponían a la espalda, como si fueran mujeres africanas.

Jorge lo cuenta muy bien, dice que ahí se dio cuenta de que son niñas; piensan y actúan como niñas y, sin embargo, se convierten en adultas, en prostitutas, por la noche, para poder comer y sobrevivir. Él pensó «tengo que hacer algo con estas niñas», y empezó este programa.

 

¿Qué hace Jorge con las niñas? ¿Cómo es el proyecto?

El proyecto se llama «Girls OS Plas». «OS» significa refugio en lengua krio. El «plas», el signo «+», es porque ya existe otro programa que se llama «Girls OS» que es para chicas abusadas físicamente, y abusadas psicológicamente, sobre todo por familiares. Y lo que hace con estas chicas es, literalmente, rescatarlas de la calle a través de la educación.

 

No tiene que ser nada fácil, porque supongo que, como aquí, allí también tiene que haber redes de prostitución y que no aceptan que, simplemente, venga alguien a llevárselas.

Lo complicado es ganarse su confianza, acceder a ellas. Allí los hombres son malos porque la experiencia que han tenido en la vida las chicas, desde su infancia, siempre es de violencia y de agresividad por parte de los hombres: «todos los hombres son malos».

Recuerdo cuando grabamos el documental y a las propias chicas del programa les preguntábamos: Los hombres son malos, ¿y Jorge?

No te creas que respondían al principio: «Jorge es muy bueno». Tardaban un tiempo, se lo pensaban. Y al rato se daban cuenta de que sí, de que Jorge es bueno. Pues bien: Jorge tiene que ganarse la confianza.

No es Jorge solo: es un grupo de cuatro salesianos, cuatro misioneros. Un grupo de más de un centenar de trabajadores sociales, de educadores, en el que todos los días salen a las calles donde saben que existe la prostitución, y donde identificándose como don Bosco es algo que suena mucho en Sierra Leona, porque los salesianos fueron los únicos que no abandonaron el país durante la guerra civil y fueron también de los pocos que no abandonaron el país durante el ébola, y eso la población lo reconoce. Todo el mundo sabe dónde está Don Bosco Fambul. «Fambul» significa familia en lengua krio, y es una casa de acogida; una casa para todos.

Jorge Crisafull se presenta como don Bosco salvador de estas niñas para llevarlas a la casa, y lo que les da es familiaridad, un ambiente de confianza, donde pueden dormir y en el que pueden lavarse. En el que tienen acceso a la alimentación por supuesto, y en el que tienen acceso, sobe todo, a la sanidad.

Después de eso, el siguiente paso es la educación, con el objetivo final de la reintegración familiar. Que acaben con sus familias. Muchas son huérfanas por el ébola, pero todas tienen familias extendidas; tíos, abuelos, etc. Se persigue que comiencen una nueva vida con una capacitación, con una formación. Y que el futuro, como dice Jorge, «esté en sus manos y no en su cuerpos», para poder sobrevivir y poder comer.

 

 


Alberto López, de Misiones Salesianas

 

¿Se consigue? ¿Hay frutos?

Pues en este programa, que empezó en septiembre de 2016, han pasado veinte meses escasos y ya van 150 chicas que han salido de la prostitución. Y seguro que en estas semanas hay muchas más. El objetivo de Jorge es sacar cada año a 300 menores de 17 años de la prostitución para que 150 de ellas vayan a la escuela, y que otras 150, sobre todo porque son ya mayores, -adolescentes de entre 16 y 17 años que en el cole son se ven- obtengan una capacitación laboral; en cocina, en bisutería, etc., para que puedan valerse por sí mismas y ayudarles a montar un pequeño negocio.

 

Antes contabas la anécdota de cuando se encontró con las siete chicas del principio. De cuando les regaló un oso de peluche antes de ir al hospital. Y las niñas -porque eran niñas- se ponían a jugar con ellos. ¿Es posible devolver la infancia a quien se le ha sido arrebatada con tanta violencia?

Devolver la infancia es difícil, si no la has vivido. Es la época de la vida en la que inicias el aprendizaje, tu alimentación es fundamental para el desarrollo posterior, también el ambiente familiar, el cariño. Todo eso se refleja en las etapas posteriores de la vida.

Es muy difícil recuperar, aunque se emplee esa palabra. Lo que sí se pretende -y se consigue – es recuperar la vida. Eso sí: que sin olvidar las experiencias pasadas y dolorosas de violencia, o de trauma, de pérdida de familiares, incluso de enfermedades, tenga una vida nueva, pero, sobre todo que, en este caso, ellas sean las protagonistas de su futuro. Que construyan su propia vida a través de las buenas experiencias que comienzan a tener.

 

¿Cuál ha sido el desarrollo posterior de «Love»? Dónde lo habéis llevado, cómo lo estáis utilizado. Entiendo que desde las escuelas salesianas lo estáis utilizando hoy en proyectos de la congregación para concienciar y para educar a muchos aquí, en el mal llamado primer mundo, donde este tipo de cosas nos suenan a ciencia ficción.

Los documentales tienen unos objetivos muy claros: evidentemente queremos informar de una problemática; en este caso es la prostitución infantil. Todo el mundo ha hablado o ha oído hablar de prostitución. Lo que ocurre es que muchas personas piensan que donde ellos viven, incluidos nosotros aquí, no hay prostitución. Y la prostitución no está a la puerta de la calle con chicas menores que se exhiben, o que reclaman, o que son explotadas como en otros países. Pero obviamente también hay mafias, hay abuso, también hay trata, explotación, etc. Entonces, lo primero que queremos hacer es informar, divulgar, concienciar, sensibilizar. Y denunciar también esta situación, sobre todo.

También hay un objetivo -que aunque no es el principal está ahí- que es ayudar a que este proyecto continúe adelante, crezca y se pueda llevar a otros países.

Jorge siempre lo dice: es un proyecto que solo gasta dinero. Que solo invierte dinero, que no repercute, que no da nada. Porque es todo inversión continua para todas las chicas de todos los ámbitos en los que necesiten atención. Y por este motivo lo hemos presentado en varias vertientes.

Primero en una vertiente educativa: vamos a los colegios, a asociaciones, y a agrupaciones. A donde nos reclaman. Para presentarlo aprovechamos la visita de Jorge, que estuvo todo el mes de abril aquí para hacer esa parte. Incluso tenemos unos materiales didácticos, que ha hecho la ONG salesiana también, Jóvenes y desarrollo, que es una guía para el profesor y otra para los alumnos, para trabajar el documental después de verlo y para reflexionar sobre él con distintas actividades útiles para entender mejor y para luchar también contra esta situación.

Hemos tenido otra vertiente, que ha sido de incidencia política.

 

Sí. La habéis llevado a Bruselas. No sé si a Naciones Unidas.

Hemos estado en Bruselas en el Parlamento europeo, en la Comisión europea. Hemos estado en Roma con los periodistas corresponsales de medios de comunicación extranjeros que cubren las visitas del Papa. Y también hemos estado aquí, en España, en el Senado, en una comisión de cooperación y desarrollo.

En todos los sitios, incluido a los jóvenes a los que se lo hemos presentado en los colegios, hemos visto una acogida, una sensibilidad, un silencio y un respeto increíbles.
En muchas proyecciones los propios jóvenes acababan llorando. Incluso los profesores. Y en las proyecciones para adultos de la ciudad, también con unas preguntas después muy interesantes sobre el proyecto y sobre esta realidad.

 

Es una realidad muy dura. Pensar que un hijo tuyo, o alguien tan frágil pueda sufrir esas heridas tan profundas, te tiene que tocar el corazón a poco que seas humano.

No habéis podido ver todavía al Papa, pero es un defensor decidido. Además ha hecho de la lucha contra la trata uno de los ejes de este pontificado.

Sabemos que, el año que viene, uno de los vídeos de intención de oración del Papa va a ir por este camino. Es uno de los objetivos. Tenemos pendientes ahora unas actividades que nos propusieron en las visitas a Bruselas y a Ginebra; por ejemplo existe la posibilidad de participar en el plenario de Derechos Humanos de Ginebra en junio-julio. En ese caso traeríamos a una de esas chicas que aparecen en el documental ya reintegradas, que ya tienen sus vidas, para que ofrezca su testimonio. Intentaremos aprovechar esa visita para llegar al papa Francisco y que lo escuche también.

 

No es el único documental que habéis hecho de esta temática. Tú has hecho alguno y tienes otro en mente. No es solo hacer un vídeo, porque tiene detrás un proyecto. Pero la fuerza de lo audiovisual para todos los ámbitos y la incidencia es muy interesante, y hay que aprovecharla.

Realmente, que una imagen vale más que mil palabras queda visto en el documental. Sobre todo porque son historias reales. Es la vida diaria de las historias que contamos, y hay que destacar al director, Raúl de la Fuente. Lleva con nosotros casi diez años, y todos los documentales que ha hecho están muy identificados con el carisma salesiano, con la vida y el trabajo de los misioneros y disfruta, también, trabajando.

Los rodajes y los viajes son duros. El año pasado estuvimos en Colombia con los niños soldado ya desvinculados del conflicto armado y reinsertados también, gracias a los salesianos en Ciudad don Bosco, en Medellín. Y para el año que viene estamos planteándonos nuevos retos, porque estamos convencidos de que la gente también nos demanda.

Después de haber acostumbrado a documentales de tanta calidad, pues también hay como una pequeña expectación de: a ver qué será lo próximo. Y expectantes por contagiarse de esa realidad y saber más de esos temas que nos preocupan a todos en el fondo.

 


Jorge Crisafulli, misionero salesiano

 

Y también es maravilloso que desde una congregación de Iglesia sepamos entender que no solo hay que hacer las cosas, que es importante trabajar por el desarrollo, pero contarlo también. Con calidad, con buena música y buen montaje, con esa profesionalidad que también ayuda a abrir determinados ámbitos de poder y de visionado, porque si no sería imposible.

Y sobre todo porque estamos hablando siempre de infancia. Son temas muy delicados, muy dolorosos y muy duros, pero tratamos de hacerlo con delicadeza, con ética, pero mostrando toda la dureza que encierran detrás los problemas. Y evidentemente, las cosas -decía un amigo mío- no las hacemos para que se sepan. Pero ya que las hacemos bien, pues que se sepa, que a veces es el problema. Ese temor al qué dirán o a trabajar en silencio. Pues no: tenemos que estar orgullos de las cosas que hacemos bien y que funcionan.

 

Hay que demostrar que hay muchos Jorges, -por poner el nombre de Crisafulli- muchas personas en el mundo que trabajan creando cosas buenas y que contribuyen a que esto vaya mejor.

Es que es así; hay mucho ángeles. Raúl de la Fuente, el director del documental, definía a Jorge como un ángel sin alas. Y es verdad, verlo hablar ya te llega al corazón y te conquista, pero verlo actuar y estar veinticuatro horas a su lado… es incansable y sonriente. Recorriendo esas calles y esos slums, las villas miseria -como dice él que se llaman en Argentina- te llegan al corazón y casi no te cansa.

Es que los misioneros al final, en la Iglesia, son los únicos que están en los sitios más recónditos del mundo.

 

Sí, sí…

Los militares, cuando van a estas misiones de paz o después de un conflicto, dicen que los primeros que se encuentran, siempre, al llegar al más escondido, es una monja o un misionero. Cuando todos se van, ellos se quedan.

 

Cierto. Muchas gracias por presentarnos otra vez esta historia de amor, que hay que recordar que se titula «Love». Un documental que han hecho desde Misiones Salesianas, que lo está pegando por todas partes. En Religión digital se puede ver, y en muchos otros sitios. No se lo pierdan. Y después lloren, rían y piensen que gracias a gente como Jorge y como Misiones, y a tantos y tantos otros, que afortunadamente son o somos -no sabría decir- muchos, este mundo, a veces también tan sórdido, tiene esperanza.

En las presentaciones siempre lo decíamos antes de ver el documental: que no se avergüencen de llorar, de emocionarse. Jorge y yo lo hemos visto decenas de veces, y en determinados momentos, siempre nos tocaba la fibra. Y luego había que salir a hablar, después del documental, con los ojos empañados porque es duro pero, bueno; es amor en toda la extensión de la palabra.

 

Amor y en mayúsculas. Alberto, muchas gracias.

A vosotros.

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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