"No te dejas llevar por las modas, no te derrumban los fracasos ni te inflan los éxitos"

Manuel Mandianes, a Francisco: «Disfrutas de la vida, de ser Papa, amas lo que tienes»

"Conjugas perfectamente, la tradición con la innovación, lo moderno y lo vernáculo"

Manuel Mandianes, a Francisco: "Disfrutas de la vida, de ser Papa, amas lo que tienes"
Francisco, en la audiencia

Entre otras muchas cosas, admiro en ti esa profunda y despreocupada confianza en los hombres y las mujeres a pesar de las decepciones que recibes

(Manuel Mandianes, antropólogo).- Querido Papa Francisco: Tu predicación es dura y tierna, cálida y fresca, expresa tu mundo interior y tu genuino y lucido compromiso con la actualidad, desarma a cualquiera porque es fruto de una existencia agónica. Lleva a lo esencial; contrasta con lo intrascendente, lo banal y el vacío que nos rodea. Tu manera de ser y tu predicación tocan el corazón, la mejor manera de cambiar las mentes.

Una de las claves para que algo no falle, al contrario, para que vaya adelante, es que la gente se lo pase bien creyéndolo, practicándolo. Te anticipas a los pensamientos de la gente, por eso tus gestos y tus palabras tienen tanto eco y tanta resonancia.

Sabes bien que cada uno debe de acercarse a Dios desde sus conflictos, sus principios y sus creencias. Relativizas lo que puede relativizar para dar importancia a lo que realmente la tiene, al menos ante tus ojos. Haces un retrato duro y compasivo de la sociedad actual, eres exigente contigo mismo y compasivo, infinitamente compasivo, con los demás porque tienes en cuenta la trayectoria vital del individuo. Tu no impones, sino que ayudas a pensar, a situarse. Entre otras muchas cosas, admiro en ti esa profunda y despreocupada confianza en los hombres y las mujeres a pesar de las decepciones que recibes.

Estás empeñado en que cada persona, cada creyente construya su mundo interior, su imagen de Cristo sin tocar para nada el Evangelio, único e inmutable. Quieres que la vida sea un arco iris: cada uno ha de poner su color, su nota en el universo, en la iglesia. Tus cambios no son más que expresión de volver al origen, a la fuente, al manantial vivo. Ni adulas ni castigas. Sabes que la parte invisible de la vida de cada está llena de fracasos, de ilusiones perdidas, de deseos incumplidos. A pesar de todo, con todo y por todo, tu disfrutas de la vida, de ser Papa, amas lo que tienes. La vivencia de la Buena Nueva tiende a personalizarse.

Los investigadores tratan de que la medicina sea cada vez más personalizada, todo trata de dar respuesta a las necesidades del individuo. Tu sabes que el acercamiento a Jesús, la vivencia del Evangelio puede ser, tal vez daba de ser y tenga infinidad de respuestas, de modalidades. Cada vida es como un libro que no se acaba nunca de escribir hasta que dura en la existencia. Nos enseñas que no se debe de juzgar a nadie por sus creencias ni por su manera de ser. Si no lo hizo Jesús, quienes somos nosotros para hacerlo. Creo que prestas atención hasta lo que dicen de ti aquellos que te hacen la guerra porque esos mismos amplían y son como una ventana para ver otras cosas.

Los sociólogos y científicos vienen hablando, desde hace tiempo, que la tendencia y el ideal es que los servicios sean a la carta. La identidad de cada sociedad y la del individuo no es fruto de una confluencia de muchos factores físicos y virtuales. Hoy, las identidades son, de algún modo, nómadas, un sujeto cambiante. Es cierto que la sociedad y el individuo tienen estructuras complejas que se conectan y solapan unas a otras, y a veces producen enigmáticas circulaciones, fruto de extravíos existenciales y rebeldía indomable de las personas como en Cold War (Pawlikowski).

Se trata pues de renovar y conservar la esencia porque la Buena Nueva está ahí dicha de una vez por todas y para todos. Es una tarea compleja pero necesaria e inevitable. Simplemente y fácilmente entendible, se trata de una presentación diferente para tiempos diferentes. Eso es lo que tú, Santidad, estás haciendo. Las catástrofes naturales no pueden evitarse aunque, algunas puedan prevenirse; las que pueden evitarse son las que dependen de la voluntad humana y son las que menos alarma producen

Los medios y maneras para dar a conocer el Evangelio que funcionaban, hace cinco o seis años, hoy no funcionan. Hay que adaptarse, no adaptar el Evangelio sino los medios para difundirlo. La gente pasa más tiempo contemplando la pantalla de su teléfono que la del televisor, con un solo clic conseguimos llegar al otro lado del mundo y, sin embargo, hay muchos agentes de pastoral que no utilizan su teléfono con fines pastorales porque no prestan la atención necesaria a los agentes externos ni a las asociaciones de tecnología y `palabra.

El futuro es impredecible, pero, seguro, estará ligado a la tecnología. «Las redes han hecho que la voz antes reducida un circulo muy pequeño sea potencialmente escuchada en cualquier lugar del mundo», dice Gomá. La religión no se construye fuera del mundo, cae y será atrapada por la tendencia, cada uno vivirá su espiritualidad, su amor a Dios, su compromiso con Jesús, a su manera. Ello no tiene por qué desfigurar el mensaje central: el amor

Muchos siguen predicando el Evangelio como si lo único importante fuera lo que pasa en su mundo a pesar de que cada día más, nuestras vidas están moldeadas y formateadas por cosas, personas y acontecimientos que tienen lugar lejos de cada uno, tal vez al otro lado del mundo. Por eso se necesita un sistema diferente para hacer llegar el Evangelio a los seres humanos. Hay que ir hacia una Iglesia global reforzando las Iglesias locales. Nuevos caminos creadores «ajenos ya al bronce y las campanas], y al mármol, al monocromatismo y al aliento convencional» (L. M. Anson).

Tal vez todos queramos lo mismo, aunque para lograrlo hagamos cosas distintas. Pero cada cual logrará lo suyo cuando todos pongamos el foco en lo que nos une, aunque, a veces, nos sea muy difícil de compartir. Tu ironía, mezclada con astillas de liviandad, hace más llevaderos los problemas de la Iglesia que son, más o menos, los del mundo en que vive del que debe de ser un espejo de deformación para que se asemeja al predicado por Jesús.

Hubo un tiempo en que se concedió más importancia a la religión (Castillo) que a la Buena Nueva, cosas que tienen su explicación histórica pero que, pasadas las circunstancias que originaron esa situación, reflejada y plasmada en el Derecho Canónico y su importancia en los estudios eclesiásticos, debe de superarse.
Así como un país no puede el solo arreglar sus problemas porque seguramente nacen y le vienen de otro lugar, la Iglesia no puede vivir y solucionar sus problemas a la sombra del campanario, como se hizo hasta ahora. No sabemos aún los efectos ni los cambios que producirá en el mundo la robotización, pero ya está aquí y la Iglesia no puede ignorarla; al contrario, debería empezar a considerar sus posibilidades ya.

Dada la velocidad de los acontecimientos, si no estamos abiertos y admitimos que deberemos hacerlo de otra manera, lo haremos mal. La Biblia no dice nada sobre la inteligencia artificial ni sobre otras mil cosas que cada día salen al encuentro de la gente de Iglesia y de todo el mundo. Muchos jerarcas de la Iglesia no asimilan que cada comunidad, cada cristiano, especialmente cada teólogo debe de ser un espacio de libertad y de creación. La Iglesia y la teología deben de ser espacios que conviertan los problemas en motores de personificación, de reacción contra la esclavitud, el oído y la manipulación; ágora y plataformas de ideas y maneras de amar a los hermanos y a Dios.

En ti, en tu predicación, las multitudes encuentran sentido a lo que hacen, a la vida. Tu pasión por la vida les engancha a la vida, tus propósitos le originan propósitos que les dan motivos para seguir viviendo. Tu predicación es como una montaña con raíces en el mar, y como un mar que soporta el peso de la montaña. Por tu posición, tu puesto, mucha gente no te permite errores. ¡Grave error! No te conformas con palabras bonitas, sino que empujas a la gente a hacer para cambiar el mundo. La única manera de cambiar el mundo es cambiando cada uno su mundo. «Hay que hacer, es muy cómodo no hacer nada». Tal vez las cosas más importantes sólo dependen de cada uno de nosotros, con el núcleo que nos hizo nacer a la vida: la familia, lo más íntimo a la constitución de los pliegues del ser humano. Todo lo demás es correr para ir a ninguna parte. El conocimiento ayuda a mejorar las cosas y los resultados, pero la pasión los multiplica.

Muchos esfuerzos son palos de ciego. Sería mucho más rentable una cena con un cantante y arrancarle el compromiso de hacer una canción sobre Jesús. Los futbolistas y os cantantes son los ídolos de nuestros días. La Iglesia debería tener un departamento de investigación, de innovación para ver por donde van los gustos, las necesidades del mundo para presentar el menaje de Jesús de manera apropiada. Jesús habló a la gente de su tiempo. San Pablo buscó los puntos de influencia para difundir la Buena Nueva. Santo Tomás vertió su saber teológico en la filosofía de Aristóteles. No se puede estar de acuerdo con la ideología que piensa que utiliza todo, cosas y personas, como si hubiesen sido creadas para consumir, pero, sin duda, hay que pensar en ello a la hora de predicar y ¿por qué no utilizar los juegos para dar a conocer la Biblia y a Jesús? Los cromos de antaño eran eso, un juego.

Para ti, las cosas son importantes en la medida en que tocan o son cercanas a las personas y las afectan. Y todo lo buscas con ahínco, humor y emoción. Algunos dicen: el personaje ha matado la persona. Algunos te acusan, es una metáfora, de vender desde el Vaticano lo que se compra en el rastro o en el mercado de las pulgas, te tildan de defensor de causas perdidas. De vez en cuando oigo decir: «El Papa Francisco va contra la riqueza» y a otros: «Va contra el mal uso y el mal reparto de la riqueza».

Querido Papa Francisco, te está tocando vivir una tarde invernal de viento y lluvia. Con el paso de los años, las cosas se depuran y los personajes se quedan por el camino mientras que tu ahí sigues porque nunca fuiste personaje sino lo que siempre fuiste: un pastor, un poeta de Dios, un Francisco moderno. No te dejas llevar por las modas, no te derrumban los fracasos ni te inflan los éxitos.

Creo que, contra toda apariencia, diriges la Nave de Pedro con guante de seda y mano de hierro. Y conjugas perfectamente, la tradición con la innovación, lo moderno y lo vernáculo. Hoy no valen medias tintas, hay que ser muy claro con el consumidor. Una cosa es ser original y otra creativos. El Evangelio necesita gente creativa más que moderna. La moda pasa, la modernidad del Evangelio perdurará siempre, pero hay que presentárselo a cada época a su manera.

Aquellos que no quieren admitir que eres una bendición para la Iglesia y el mundo, para restarte méritos, repiten constantemente: eso ya lo dijeron sus predecesores, olvidando que al predicar la Buena Nueva pocas cosas nuevas se pueden decir. Lo importante está en decirlas de manera personal, con una mirada renovada, dándoles vida y un sello de nuestro tiempo.

Quieres una Iglesia más emocional, con muchas referencias, que sienta la debilidad que siente el hombre de hoy, menos autoritaria y humilde, transparente. Cuanto más te cuestionan, más peleas y más pasión pones en lo que haces y, si fuera posible, más sinceridad imprimes a tu vida. La experiencia y la fe te guían. Proporcionar consuelo al afligido, ayuda al necesitado, te da coraje, te empuja al mismo tiempo que te consuela.

Me imagino que nunca has dedicado ni un minuto a saber lo que piensan de ti. Sabes y admites que, tanto en ti mismo como en cada uno de los mortales, siempre habrá algo de insatisfacción. Lo que predicas ayuda a cada uno a encontrar una porción de sí mismo que le ayuda a modelar su fe y sus anhelos
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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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