Un abrazo en blanco y rojo (el blanco del Hermano y el rojo del Padre), que simbolizaba la fusión entre la mística y la acción, entre la contemplación y el compromiso
(José M. Vidal).- La iglesia madrileña de San Antón del Padre Ángel se ha convertido en centro especial de acogida para los jóvenes que participan en el Encuentro europeo de Jóvenes, organizado por la comunidad de Taizé en Madrid. Con el colofón de las uvas ayer por la noche.
En efecto, a la celebración de una masiva eucaristía, presidida por el Padre Ángel, asistieron cientos de jóvenes y el superior de Taizé, el Hermano Alois.
Una misa sencilla, pero llena de emociones y de oraciones, en las que se mezclaron las peticiones de accción de gracias a Dios por el Encuentro de Taizé, por la paz, por un mundo más justo y fraterno y por el compromiso de los presentes de luchar con todas sus fuerzas para erradicar la «cultura del descarte», contra la que también tronó el Papa Francisco en su última homilía del año.
Tras la misa, los voluntarios del Padre Ángel colocaron en el altar una campana, para dar las oportunas camapanadas y celebrar el rito de comer las uvas.
Con la campana en el medio, el Padre Ángel de un lado y el Hermano Alois del otro iban sonando las campanadas sucesivamente hasta completar las doce, mientras, a duras penas, comían las uvas. Al finalizar, ambos se fundieron en un abrazo.
Un abrazo en blanco y rojo (el blanco del Hermano y el rojo del Padre), que simbolizaba la fusión entre la mística y la acción, entre la contemplación y el compromiso. Con la oración por bandera y los sin techo celebrando con los jóvenes la llegada del año 2019 en el hospital de campaña por antonomasia: la iglesia de San Antón.