Miguel Agarrabeitia

El mejor regalo en Navidad

"Esa Noche parecía que las estrellas brillaban más y mejor"

El mejor regalo en Navidad
Miguel Agarrabeitia

Si de verdad estáis arrepentidos poneos de rodillas y os daré la Absolución a todos como en el confesonario

(Miguel Agarrabeitia).- No sabéis lo contento y feliz que estoy. Todos los años por estas Fiestas, Navidad, me iba a la Capital para confesarme, ya que comulgar me era imprescindible para mí en estas fechas, pero la confesión me resultaba muy difícil y complicado, pues confesarme con mi párroco era superior a mis fuerzas.

Y ocurrió que este año no pude ir a la Capital desde mi pueblo que dista unos 25 Km. Allí nadie te conoce y puedes hacerlo, la confesión, con total tranquilidad. Todo me ha salido bien, decía Juan a un grupo de amigos mientras cantaban unos Villancicos.

Bueno, interrumpió Sebastián, dinos de una vez qué te pasó para que estés tan contento.

Chicos, estoy muy feliz, pues encontré mi problema resuelto, me fui a mi párroco, le di la enhorabuena por lo que había hecho aquella bendita Nochebuena y le di un abrazo y le dije: me ha hecho el hombre más feliz.

No te habrás enamorado del Cura, dijo Felipe, entre sonrisas, ya que él no era muy aficionado a las cosas de la iglesia.

Yo estaba escuchando esta conversación un poco apartado del grupo.

Vamos, no te hagas de rogar y, dinos de una vez, por qué esa alegría y la amistad con el Cura.

Pues, os diré, este año no pude ir a la Capital a confesarme y poder comulgar en la ¨Misa del Gallo¨ y pensaba que no podría comulgar como era mi costumbre, y ocurrió que, cuando llegó la hora del Sermón, el Sr. Cura nos dijo que, nos iba a hacer un regalo. Todos pensamos que haría el Sermón más corto, pues cuando tiene más concurrencia no sabe acabar. ¨Mi regalo, dijo es, el siguiente, no habrá Sermón esta noche, porque todos lo sabéis de memoria, hoy podréis comulgar todos sin tener que confesaros, pero de vosotros depende, si estáis sinceramente arrepentidos».

Nos sentamos todos en silencio y, él también, y dijo: vamos todos a pensar y recordar nuestros pecados… y leyó unas cuantas preguntas repasando los mandamientos...

¡Cuantas cosa que yo no tenía en cuenta¡ Terminó y nos dijo: si de verdad estáis arrepentidos poneos de rodillas y os daré la Absolución a todos como en el confesonario. Todos comulgamos.

Hubiera dado cualquier cosa a cambio de aquello. Y lo hice como penitencia y como acción de gracias; estuve un mes sin fumar y el dinero, para Cáritas.

Se notaba la inmensa alegría aquella, Noche Santa, de todos los feligreses. Los Villancicos se cantaban con mayor entusiasmo que de costumbre. Esa Noche parecía que las estrellas brillaban más y mejor. Algunos nos atrevimos a preguntar al Sr. Cura si eso sería más frecuente.

Nos contestó muy contento que, a petición suya y, con razones suficientes, el Sr. Obispo tenía la facultad de concederlo, y así fue. -Se rumorea entre el clero que, también el Jueves Santo-

El año que viene no faltaré, afirmó Felipe y, todos muy contentos continuaron cantando Villancicos.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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