Celebración eucarística in memoriam del arzobispo Santiago García Aracill

El presbiterio de Badajoz con sus obispos

Se hizo entrega de un báculo al nuevo obispo Gil Tamayo, en nombre de la diócesis y su presbiterio

El presbiterio de Badajoz con sus obispos
El Báculo que Mérida-Badajoz regaló a Gil Tamayo

Homenaje a los sacerdotes en sus 25 y 50 años sacerdotales

(José Moreno Losada).- El presbiterio de la diócesis de Mérida-Badajoz, presidido por su arzobispo Celso Morga, ha celebrado el encuentro navideño ya tradicional entre ellos. En este año ha estado caracterizado dicha convivencia por elementos de celebración propios.

Celebración eucarística in memoriam del arzobispo Santiago García Aracill

La catedral se abrió para la Eucaristía oficial de la Iglesia diocesana intercediendo ante Dios por el que fuera el arzobispo anterior Don Santiago García Aracil, fallecido recientemente el 28 de Diciembre pasado, y que pastoreó nuestra iglesia desde el año 2004 al 2015.

Don Celso hizo semblanza de su trabajo pastoral y leyó emotivas palabras suyas escritas como testamento espiritual «en el que pedía que se unieran a nuestras intenciones por él, las intenciones por sacerdotes que habían trabajado con él y ya habían fallecido, así como su expreso deseo de pedir perdón por todo aquello que hubiera molestado de su quehacer y toma de decisiones a los demás, con razón o sin ella, especialmente en el presbiterio, también por si no fue lo testimonial que pudieran esperar de su persona y su ministerio.»

En la Eucaristía estuvieron presentes los obispos de Coria-Cáceres y el de Plasencia, y el recién nombrado José María Gil Tamayo. La representación política, el presidente de la Junta de Extremadura, el alcalde de la ciudad de Badajoz, otras autoridades civiles y militares, así como una representación nutrida de religiosos y fieles de la iglesia diocesana.

Homenaje a los sacerdotes en sus 25 y 50 años sacerdotales

Posteriormente se trasladaron al seminario todos los sacerdotes junto a los obispos presentes. En el salón de actos se reconocieron y felicitaron a los sacerdotes que este año cumplen sus bodas de oro y plata sacerdotales. Compartieron sus experiencias y agradecieron todo lo que ha supuesto el sacerdocio en sus vidas. Javier Moreno Soltero presentó una acción de gracias a Dios por las raíces y las claves sacerdotales que recibieron tanto de su familia como del seminario y la riqueza de haber compartido con el presbiterio la tarea de servir a los pueblos, queriendo hacer siempre la voluntad de Dios siendo hombres de fe y de compasión en medio de la humanidad.

Don Julián García Franganillo expresó todo lo que había supuesto el Concilio en sus vidas ministeriales desde su ordenación, así como sus servicios en la diócesis a lo largo de este medio siglo, recordó a los compañeros que ya no están y habló con fe de este último tramo en el que van decelerando en sus actividades, no en su pasión de entrega y vida cristiana, y preparando el equipaje sabiendo que están cercanos a su partida para el encuentro con el Padre.

Entrega de báculo a José María Gil Tamayo

Tras este homenaje, se hizo entrega de un báculo al nuevo obispo Gil Tamayo, en nombre de la diócesis y su presbiterio. Un modo de abrazar y animar en su nueva tarea a este compañero del presbiterio que acaba de asumir la responsabilidad del ministerio episcopal que ejerce en Ávila, desde el 15 de Diciembre pasado. José María Gil, emocionado y agradecido, dirigió palabras entrañables a todos sus compañeros de presbiterio y manifestó lo que considera claves fundamentales para su ministerio y la comunión entre los presbíteros:

Agradezco a la diócesis lo que soy, en ella me he formado:

«Vengo a estar con mi presbiterio. Me siento orgulloso y lo que soy se lo agradezco a este presbiterio. A mis formadores, mis párrocos, los profesores, a los compañeros… este es el seminario en el que he aprendido la teología, con la que vivo y donde me ha formado en las distintas dimensiones.»

Nunca olvidaré la pastoral rural, mis primeros años de sacerdocio:

«Siempre recordaré los primeros nueve años de ministerio en los pequeños pueblos. Como me ha recordado algunas veces Don Antonio Montero: «Que bien me vino aquello, aquel primer nombramiento de cura en tres pueblos pequeños de la Serena…». Ahora me toca acompañar a sacerdotes como don Virgilio que con sus noventa y cinco años sigue atendiendo pequeños pueblos en Avila.»

He aprendido que el ministerio y la autoridad sólo debe vivirse como servicio:

«Con 62 años se ven las cosas se de otra manera, ejercer la autoridad como servicio, así lo he visto y vivido en la Iglesia, desde el párroco Enrique con el que trabajé como el presidente de la conferencia, Don Ricardo Blázquez con el que he sido secretario los últimos años».

Me alegra oír hablar con frescura del Concilio Vaticano II, ahí tenemos que beber y de él vivir:

«Me alegra cómo se recuerda y se habla del concilio en nuestra diócesis. El concilio hemos de recordarlo, hablar de él y reavivarlo entre nosotros, así lo han querido los últimos papas, Sam Juan Pablo, Benedicto XVI, y el papa Francisco cuando nos habla de iglesia en salida, puertas abiertas, propositiva».

Los sacerdotes en estos momentos necesitamos la radicalidad de la santidad evangélica y la comunión entre nosotros, presbíteros santos y en comunión, centrados en lo esencial, en Cristo:

«Estamos en momentos difíciles para los sacerdotes, puestos en las pantallas, se nos pide un plus de santidad, pero no de rigorismos, sino de radicalidad, evangélica, que nos sacuda, con reconocimieinto de nuestros defectos y pecados, sin autoflagelación, pero sí con exigencia y dispuesto a la autenticidad. Hemos de vivir y ejercer una fraternidad entre nosotros sin fisuras, sin distracción de pequeñas singularidades y características que nos desvíen de lo esencial, no podemos seguir rizando el rizo de la autorreferencia, hemos de abrirnos a la comunión y la misión más allá de las diferencias. No podemos olvidar nuestro fundamento cristiano, incardinación en Cristo, siendo Hijos de Dios, y desde ahí la fraternidad humana, porque somos pocos y nos necesitamos, y la fraternidad sacramental entre los sacerdotes, como nos proponía la «presbiterorum ordinis».

No vale el puro cambio de lenguaje, necesitamos cambios verdaderos:

«Hoy no podemos ir cambiando sólo de lenguajes y hablar ahora de periferia, porque se lleva, porque si no vamos a la radicalidad del mensaje no seremos auténticos… Juntos hemos de preocuparnos de las vocaciones sacerdotales para que haya relevo y no haya saltos generacionales, porque ya hay iglesias que no pueden celebrar los 25 años sacerdotales porque no tienen sacerdotes de esas generaciones».


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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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