El Padre Ángel pone en marcha un proyecto de hogares para la reinserción de jóvenes descartados

Oportunidades de hogar de Mensajeros de la Paz para chicos de la calle

El fundador de Mensajeros dice que "hay que acabar con los albergues masivos, para no crear guetos"

Oportunidades de hogar de Mensajeros de la Paz para chicos de la calle
Usuarios y acompañantes del Hogar de Oportunidades de Mensajeros

El Padre Ángel pregunta a los políticos que quieren deportar a los 'menas': "¿Y si fuese un hijo vuestro, el que buscase una oportunidad para vivir?'"

(José Manuel Vidal).- «Cuidémonos» y «querámonos». Éstos son los dos lemas que campan en la cocina de una preciosa casa, situada en el corazón del barrio de Chueca, donde vive, desde hace un mes Ilyas, un marroquí de 18 años, junto a otros siete compañeros y el tutor del nuevo proyecto de hogares de oportunidades, apadrinado por el Padre Ángel, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz.

Ylyas saltó la valla para cruzar a Ceuta y, desde allí, a la península en los bajos de un camión. Vivió en albergues o en la calle, por temporadas. «Una experiencia muy dura, sin nadie y sin apenas saber hablar», dice, ahora, con su español con acento marroquí, en el que las ‘e’ se convierten en ‘i’.

Así fue tirando hasta que cumplió los 18 años y la administración se desentendió de él y tuvo que irse a la calle, con una mano por detrás y otra por delante. Eso sí, tuvo la suerte de que uno de sus educadores le habló de la iglesia de San Antón y a ella fue, como el oasis madrileño a donde va a recalar una enorme cantidad de gente en situación de calle y descartados del sistema.

En San Antón, se encontró con el Padre Ángel y su ingente capacidad innovadora. El sacerdote, que, en los años 50, sustituyó los orfanatos por hogares de niños, quiere hacer lo mismo con los albergues para menores no acompañados o para jóvenes descartados. Y acaba de poner en marcha este primer ‘Hogar de Oportunidades’ para chicos. Y ya tiene en mente, otro para chicas.

Porque, «los albergues no convencen ni a las autoridades ni a los propios usuarios», dice el Padre Ángel. Y aboga por «deshacer los albergues masivos, para no crear guetos». Y aprovecha para denunciar la propuesta de los políticos de deportar a miles de menas (menores no acompañados): «Es una auténtica vergüenza. ¿Cómo es posible que se puede pensar en hacer algo así? Es una propuesta que me duele tanto que, siempre que tengo ocasión, le digo a los políticos: ‘¿Y si fuese un hijo vuestro, el que buscase una oportunidad para vivir?'»

 

 

Esa oportunidad que ha encontrado, desde hace dos meses, Ylyas, que vive en el piso de Mensajeros, con otros siete ángeles caídos. Vidas marcadas por historias de abusos, drogas, depresiones y abandonos mil. Ocho vidas heridas que, Álvaro Suárez Medina, ha salvado del naufragio (al menos por ahora) y les está proporcionando un hogar y un proyecto de reinserción.

«Aquí lo tengo todo: un hogar, cariño y una familia que tanto me ha faltado durante tanto tiempo», explica Ilyas, con su cara todavía un poco triste, quizás por tantos palos recibidos. Pero, al instante, intenta esbozar una sonrisa y añade: «Cómo decía mi madre, ‘hijo, confía en Dios y en la gente que te ayuda’. Y eso puedo hacer por vez primera en mi vida».

O como dice Leo, de 23 años: «No sólo nos han dado un techo, sino un hogar, en el que nos estamos formando en distintos aspectos personales y sociales, cumpliendo horarios, trabajando la comunicación entre nosotros y creando vínculos. Con respeto, ante todo».

O Herculano, guineano de 19 años, que cuenta a los periodistas el horario de un día tipo y la disciplina que llevan en su nueva casa, en la que cada uno cumple su parte y tiene su labor. O Aitor, español de 25 años, que nos habla de los ‘acompañantes’, los voluntarios que son «nuestros pies derechos, de los que siempre hemos cojeado, y que nos hacen querenos y sentirnos queridos, nos ayudan en trámites y en todo lo demás y, sobre todo, a ser mejores personas».

El programa del Hogar de Oportunidades de Mensajeros de la Paz se basa en la conocida metodología del ‘Housing First’ (Primero la casa), pasado por la turmix de Álvaro Suárez, el director del programa, que lleva a sus espaldas muchas horas de vuelo en los cuidados sociales y es consagrado del movimiento Adsis de la Iglesia católica.

«Tanto ellos como yo estamos viviendo esta oportunidad como un regalo. No tengo miedo al fracaso, porque me dedico a acompañarlos y quererlos y quien quiere nunca se equivoca. Los resultados, Dios dirá. Nosotros les ofrecemos una oportunidad. Son ellos los que tienen que elegir, confiando en las personas y en lo que la vida les va dando».

La casa dispone de varias habitaciones, un salón, dos baños y una cocina-comedor. Todo decorado con sumo gusto. Limpia y reluciente, la mantienen entre todos. Incluido Álvaro, que vive con los chavales, siguiendo la máxima del padre Ángel para el acompañamiento: «Querer y dejarse querer».

Y el director del hogar nos enseña algún otro detalle. Como «el archivo, que encierra sus vidas», con todos sus papeles legales, judiciales, sanitarios, educativos y personales. O sus armarios, ahora repletos de ropa, porque «cuando llegaron aquí, venían con lo puesto».

El proyecto, en el que los chavales pueden permanecer un año «ajustable a cada caso», cuenta con un equipo educativo de voluntarios de San Antón y con asesores judiciales o terapeutas, que les ofrecen gratuitamente sus servicios. Todo ello, dirigido por ‘Excel’, que es como llaman los chavales a Álvaro, el director. «Quizás porque tengo que enseñarles disciplina y los hábitos alimenticios o de higiene que han perdido. Pero siempre como un padre con corazón amplio, porque lo fundamental es el proceso de acompañamiento».

Ylyas, Alvaro y el Padre Ángel

El hogar no cuenta, por ahora, con ningún tipo de subvención pública. Se financia por completo desde Mensajeros de la Paz y con ayudas puntuales de personas que quieren colaborar con el proyecto, una vez que lo conocen. Porque sólo entonces, la gente empatiza con él.

Cuenta Álvaro lo mucho que les costó encontrar un piso, porque se les cerraron muchas puertas, cuando explicaban su uso. Una vez instalados en el hogar del barrio de Chueca, muy cerca de San Antón, «invitamos a todos los vecinos del bloque y les explicamos lo que hacemos y lo que somos, porque no hay que ocultar, sino visibilizar«. Y, desde entonces, no han tenido problemas con los vecinos.

Y ya pueden dedicarse a recuperar a los chavales heridos por la vida. «Partimos de una pregunta: ¿Cómo te sueñas?’, para ayudarles a ser lo que quieren ser, centrando la atención en lo que saben hacer y tocando el corazón, que es lo único que cambia a las personas».

Y el proyecto comienza ya a florecer. Ylyas está asistiendo a un curso de cocina. Jesús, ya está trabajando y en proceso de reinserción. Y todos los demás chavales, además de cuidar la casa, se preparan para poder encontrar algún trabajo. Y que sus vidas, en una primavera renacida, vuelvan a dar flores. Como dice uno de los cuadros, que marcan la filosofía del hogar, «No tengo un nuevo camino, sino una nueva manera de caminar».

Para ayudar en este proyecto de ‘Hogar de Oportunidades’, puede escribir al siguiente email: [email protected]

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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