En el día que cumple 75 años, ha enviado la carta de renuncia al cargo a Francisco

El arzobispo de Zaragoza asegura encontrarse «a disposición del Papa»

"Nada pedir y nada rehusar", como dice San Francisco de Sales, ha sido la trayectoria de su vida, asegura

El arzobispo de Zaragoza asegura encontrarse "a disposición del Papa"
Vicente Jiménez Zamora, con el Papa

Ha dicho que le gustaría aprovechar para leer, así como para escribir alguna semblanza de personas de la Iglesia que ha conocido y de las que quiere subrayar su aportación, y dedicarse a "servicios pastorales sencillos"

El Arzobispo de Zaragoza, monseñor Vicente Jiménez, ha asegurado que se encuentra con «fuerzas» para «seguir trabajando» en el día que cumple 75 años, si bien por haber llegado a esta edad, y como prescribe la legislación de la Iglesia católica, ha enviado la carta de renuncia al cargo al Papa Francisco, a través de la Nunciatura Apostólica en España.

En una entrevista concedida a Europa Press, ha precisado: «Tengo buena salud, me responden las fuerzas, gracias a Dios, y estoy bien para seguir trabajando, aunque a disposición de lo que el Papa quiera», como dice el lema de San Francisco de Sales, ‘Nada pedir y nada rehusar’, ha apuntado.

Según ha subrayado, esta ha sido la trayectoria de su vida. «Nunca he pedido nada, pero tampoco me he negado a nada cuando la Iglesia me ha pedido un servicio». Así, ha comentado que cuando estaba «muy contento» como obispo en su diócesis de origen Osma-Soria, le dijeron que fuera a Santander y cuando pensaba que iba a acabar allí sus días de obispo, le pidieron que fuera el Arzobispo de Zaragoza.

Monseñor Vicente Jiménez ha detallado cómo conoció este último nombramiento, que le cogió por sorpresa. Había acudido a Roma a una reunión de la Comisión para la Vida Consagrada y saludó con este motivo al Papa, presentándose como el obispo de Santander, a lo que Francisco le respondió, «de sopetón» que iba a ser Arzobispo de Zaragoza.

El prelado conoce al Santo Padre en enero de 2006, cuando todavía era el cardenal Jorge Bergoglio y dirigió los ejercicios espirituales a obispos españoles. «Entonces era muy serio» y «nos daba unos apuntes» durante las sesiones. A colación, ha comentado que los obispos realizan sus ejercicio espirituales al estilo de San Ignacio de Loyola y dirigidos por jesuitas, como lo es el Papa. Este año, monseñor Jiménez los acaba de hacer, junto a unos 40 obispos, ha apostillado.

 



Misiva muy personal

Monseñor Vicente Jiménez ha remitido una carta «muy personal» al Santo Padre, con motivo de su renuncia, fechada el 24 de enero. Ha recordado que también el Papa Francisco le mandó un carta «muy bonita» cuando cumplió 50 años de sacerdocio, el pasado mes de junio.

El Arzobispo ha explicado que coincidió con el cardenal Bergoglio por segunda vez en 2006 en julio, en el Encuentro Internacional de las Familias, en Valencia, cuando era Papa Benedicto XVI. «Vino como obispo de Buenos Aires». Celebró con él una misa en la Iglesia de los Santos Ángeles de Valencia.

Monseñor Jiménez ha comentado a este respecto que un día de dicho encuentro se celebraba la misa por áreas lingüísticas y a su diócesis, entonces la de Osma-Soria, le correspondió esa iglesia, como también a la de Buenos Aires.

Cuando acudió al templo, vio a Bergoglio paseando. «Entonces la gente no le conocía, pero me acerqué a saludarle y se alegró de que le recordara de los ejercicios espirituales». Después, entraron en la sacristía y el cardenal no quería presidir la Eucaristía, sino que le dijo a monseñor Jiménez que lo hiciera él. Finalmente, ambos salieron al altar. «No nos conocía nadie a ninguno de los dos y yo dije: ‘Hoy nos preside el obispo cardenal Bergoglio y nos va a dirigir unas palabras'».

 

En ese momento, alguien sacó una foto y cuando lo eligieron Papa algún periódico valenciano la utilizó y tituló: «El discreto paso de Bergoglio por Valencia», refiriéndose a la anécdota que había tenido con el obispo de Osma-Soria. Monseñor Jiménez ha apostillado que guardaba esa foto y cuando Francisco fue Papa se la regaló.

Nueva etapa vital

El arzobispo de Zaragoza ha aclarado que su renuncia se hará efectiva cuando el Papa la acepte, algo que puede ocurrir en unas semanas o en varios meses. Cuando eso tenga lugar, empezará una nueva etapa de su vida «con confianza, con mucha paz» y para dedicarse «a una oración más de intercesión por la Iglesia».

Además, ha dicho que le gustaría aprovechar para leer, así como para escribir alguna semblanza de personas de la Iglesia que ha conocido y de las que quiere subrayar su aportación.

También pretende dedicarse a «servicios pastorales sencillos» que quieran confiarle, como la dirección de retiros y ejercicios espirituales, que es un campo que le gusta, así como a dar conferencias sobre cuestiones que él conoce.

Monseñor Jiménez ha comentado que le gusta mucho la historia y la literatura, una afición para la que ahora apenas le queda tiempo ya que sus jornadas comienzan sobre las 6.30 o 7.00 horas y concluyen sobre las 23.30 o 24.00 horas.

Trabaja mañana y tarde, con un breve descanso después de comer «para dividir el día en dos jornadas», un ritmo de trabajo que le inculcaron sus padres y en el seminario, donde se levantaban a las 6.00 horas y se acostaban a las 22.30 horas.

«Soy un hombre trabajador, aprendí desde pequeño en casa de mis padres el espíritu de sacrificio y de responsabilidad» y luego en el seminario. El arzobispo ingresó en el seminario menor a los 12 años. Después estudió en Comillas y Roma, fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1968.

Además ha sido profesor en el Seminario de El Burgo de Osma, ha impartido clases de Religión en el instituto de bachillerato ‘Antonio Machado’ de Soria, ha desempeñado también diferentes funciones en su diócesis de origen, como delegado diocesano de Enseñanza, del Clero, vicario de Pastoral, vicario episcopal para el Sínodo Diocesano, canónigo de la concatedral de Soria y profesor de la Escuela Diocesana de Teología.

Bajo cero

El arzobispo de Zaragoza nació en Ágreda (Soria), el 28 de enero de 1944, tras una gran nevada y cuando el termómetro marcaba temperaturas por debajo de los cero grados centígrados. «Mi padre había puesto un brasero para que mi madre estuviera un poco caliente» en la habitación donde dio a luz, porque no había calefacción, ha comentado. «Solo estaba el hogar, con la leña» y por eso está «curtido» ya desde pequeño, ha bromeado.

«Me bautizaron a los tres días, a pesar de la nevada tan fuerte porque mi padre quiso llevarme enseguida a hacerme cristiano». La madrina fue su hermana mayor, con la que llevaba una diferencia de edad de 14 años. Le envolvieron en una manta de cuadros «de esas que tienen los pastores» porque su padre tenía un rebaño de ovejas.

De sus cinco hermanos, dos ya han fallecido, entre ellos su madrina. Además, tiene una hermana hija de la Caridad, que vive en Málaga, otra hermana viuda, que reside en Zaragoza, mientras que su otro hermano, el más pequeño, se encuentra en su pueblo, su «patria chica».

 

Obispo-pastor

El arzobispo ha comentado que una de las tareas que ha desarrollado estos años ha sido sistematizar la visita pastoral, comenzando por la parte «más rural» de la diócesis, una labor en donde el obispo «se siente más pastor, en medio del pueblo», frente al trabajo de despacho, donde «uno se siente uno abrumado por los papeles, por el tiempo, por la agenda», ha señalado.

Las visitas las lleva a cabo en otoño y primavera, alternado las dos vicarías rurales, denominadas quinta y sexta, una corresponde al Bajo Aragón, que aunque forma parte de la provincia de Teruel, pertenece a esta diócesis, y la otra incluye la zona más oeste del territorio diocesano, desde Casetas y Alagón hacia Logroño.

En total, ambas suman 202 parroquias del total de 276 de la diócesis, con 74 situadas en la capital aragonesa. «Ya he visitado bastantes arciprestazgos y parroquias», ha relatado el prelado, donde ha estado con niños en los colegios, ha visitado a enfermos y centros de día, ha mantenido reuniones con catequistas y agentes de pastoral y, en ocasiones, con las autoridades locales.

El arzobispo ha resaltado que esta actividad le permite «tomar el pulso humano, social, cultural y, sobre todo, religioso de una comunidad» y ha destacado la emoción de poder celebrar por primera como obispo vez en un altar de una iglesia rural.

También ha expuesto que para atender adecuadamente a todas las parroquias rurales se han creado las unidades pastorales que agrupan a aquellas parroquias que no pueden funcionar de manera autónoma por ser «pequeñas», unificando el trabajo de sacerdotes y equipos apostólicos. Se ha diseñado, asimismo, el mapa de estas unidades.

El arzobispo ha sostenido que, hasta ahora, «no se había trabajado de una forma tan completa y sistemática para organizar toda la diócesis» y es un «logro» en el campo pastoral. Además, se ha reformado la curia en la sección pastoral puesto que había «muchas delegaciones, muchos movimientos, muchas asociaciones», pero se encontraban «un tanto dispersas y cada una trabajaba un poco autónomamente», ha manifestado.

Según ha precisado, el objetivo ha sido «buscar las sinergias y las coordinaciones entre las áreas comunes» en torno a los ejes de la palabra, la celebración de la fe y la dimensión caritativa de la misma.

 



Más vocaciones

Otro ámbito de trabajo de estos años ha sido promocionar las vocaciones sacerdotales, que según monseñor Jiménez, han de surgir de la propia diócesis. Ha considerado que se trata de «despertar la conciencia de que tenemos que ser motores de vocaciones con nuestras propias fuerzas, sin necesidad de que tengan que venir de fuera a ayudarnos».

Ha enfatizado que una diócesis «tiene que generar sus propios pastores» y el Seminario ha de ser el «corazón» de la misma. En este punto, se ha felicitado por la respuesta obtenida ya que en estos cuatro años ha ordenado 17 sacerdotes y otros los lo serán en los próximos meses.

Además, en este momento, hay 22 alumnos en el seminario metropolitano, que proceden de las seis diócesis aragonesas. A colación, ha manifestado que ante la «sequía vocacional», la nueva Iglesia quiere hacer un plan de formación en los seminarios y para la formación de sacerdotes busca «que haya una comunidad suficiente para poder madurar la vocación» porque «un seminario con tres o cuatro chicos no puede resistir».

Por otro lado, ha indicado que en su mandato se ha instaurado el Seminario Menor, donde hay cinco jóvenes «que se están formando para cultivar esas semillas vocacionales y el día de mañana podrán pasar al Seminario Mayor».

Otra novedad ha sido la puesta en marcha del diaconado permanente en esta diócesis, con la ordenación de los tres primeros, que se trata de tres hombres casados que desarrollan su labor en la ciudad de Zaragoza, aunque también podrían ser célibes, mientras que hay entre seis o siete que están formando.

«Había una demanda, pero no se había institucionalizado», ha apuntado el arzobispo, quien ha aclarado que ser diácono permanente es un sacramento y una Iglesia está más completa si tiene los tres grados del orden: el episcopado, el presbiterado -los sacerdotes- y el diaconado.

Por otra parte, ha mencionado que en la diócesis hay 16 conventos de clausura donde viven unas 200 monjas. Según ha señalado, estas religiosas se están haciendo mayores y sus conventos «tendrán que fusionarse», lugares que ha definido como el «pulmón» de la diócesis, aunque ha reconocido que «mucha gente no entiende la vida de contemplación».

Formación superior

El arzobispo se ha referido al impulso al Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón (CRETA), que ha pasado de ser centro afiliado a agregado a la Universidad Pontificia de Salamanca lo que significa que ahora puede impartir una licenciatura. En concreto, imparte la de Teología Catequética.

Además, se van a hacer grados específicos, como uno sobre la Espiritualidad Mariana y Pilarismo, «importante en Zaragoza» por lo que supone la devoción al Pilar «como acontecimiento espiritual, cultural y turístico», ha apostillado el prelado.

Por otra parte, ha mencionado la renovación del Consejo Prebisteral, al igual que el Consejo Pastoral, y que se ha dado un «impulso» a la comunicación de la diócesis con la creación de la Oficina de Comunicación de la Iglesia en Aragón (OFICIA), «dotándola de personas y de medios para comunicar no solo dentro de la propia Iglesia, sino a la sociedad, estableciendo puentes, lazos y relaciones con instituciones, personas y con los medios de comunicación». Esta oficina acaba de recibir el Premio ‘Bravo’ de la Conferencia Episcopal Española al mejor trabajo diocesano.

Centro de orientación familiar

La diócesis también posee un centro de orientación familiar, que «atiende a muchas familias en situación de conflicto» y que también ofrece formación en colegios en materia afectivo sexual.

«Cualquiera puede acudir a él, donde será atendido por profesionales», ha dicho el arzobispo, quien también se ha referido al trabajo de la Delegación de Familia y Vida -de la que depende este centro- en materia de ayuda a las mujeres embarazadas y a aquellas que han abortado y han vivido esta situación como un trauma.

 



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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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