Los padres, cuyos hijos son educados en la Escuela concertada, están pagando doblemente dicha educación
(Jesús Fernández González, catedrático).- No vamos a despreciar la oportunidad que nos ofrece el Diccionario de jugar con estas palabras. En España hay mucha escuela concertada pero, al mismo tiempo, mucho desconcierto en educación. Los padres, los profesores, los alumnos, están desconcertados a pesar de que estudien o trabajen en colegios concertados.
Es cierto que son dos planos diferentes: el concierto alude a un estatuto jurídico y social de la enseñanza apoyada por el Estado, mientras que el desconcierto (que a veces llega a conflicto de conciencia) es una experiencia personal y profesional de la comunidad educadora y educativa.
La politización de la educación es la raíz de todos los conciertos y desconciertos que se dan en ella. Están lejos aquellos años cuando la II República negaba el derecho a la educación (a educar) y la legitimidad para crear centros, a todas las instituciones que no fueran el Estado, entre ellos la Iglesia. Algunas Ordenes Religiosas dedicadas a la enseñanza fueron expulsadas del territorio. Ese sentimiento no ha desaparecido.
Si pudieran, si no hubiese un art. 26 en la Constitución de 1978, algunos partidos que se hacen llamar populistas, prohibirían la educación privada. Como no estaría bien vista su prohibición, la socialdemocracia quiere su control. Los fondos y los dineros de todos sirven para controlar esa educación.
El derecho de los padres a elegir el tipo de educación para sus hijos en los valores familiares que prefieran, está también recogido y reconocido en nuestra Constitución. Las jóvenes generaciones no se dan cuenta de que los padres, cuyos hijos son educados en la Escuela concertada, están pagando doblemente dicha educación.
Primero, con sus impuestos comunes, están sosteniendo a la escuela pública y luego, si quieren una educación en valores, tienen que pagar otra vez la enseñanza concertada. ¡Cuánto dinero público se ahorra el Estado con la enseñanza privada o concertada, no se menciona!
Desde la nueva izquierda europea (W. Brezinka) se acusa a la escuela de ser un reflejo de la sociedad siendo la educación una reproducción de las clases sociales, ricos y pobres. Pues bien, con la aparición de nuevos partidos, algunos quisieran que la educación fuese un reflejo no de la sociedad sino de los partidos mismos.
Por eso no quieren pacto educativo o se retiran de él cuando se produce. Cada partido que llega al poder, implanta su ley de educación (aunque hayan prometido lo contrario) pues en los alumnos de hoy ven al votante del futuro. Y no digamos las Universidades convertidas en laboratorios de ensayos políticos y en brazos experimentales de los partidos. Todo está politizado, hasta la educación y la sanidad. Los partidos no retiran sus sucias manos de estas tareas entendidas y explicadas como servicios públicos. ¿De qué público? ¿Del concertado o del desconcertado?