"El dolor de las víctimas sigue supurando desde su posición de doble victimizadas"

Juan Cuatrecasas, ante la cumbre anti-abusos: «Vanidad de vanidades»

"Continúan las atrofias de conducta y las sombras de una Iglesia carente de empatía"

Juan Cuatrecasas, ante la cumbre anti-abusos: "Vanidad de vanidades"
Cumbre sobre los abusos del clero en Roma

Roma y la cúpula de la Iglesia se me presentan hoy con muchas sombras y pocas luces, con ellos, los encubridores alzados sobre la infamia con ínfulas insoportables, engreimiento, pro domo sua

(Juan Cuatrecasas, padre de la víctima de Gaztelueta).- Muchas sombras y pocas luces se ciernen sobre Roma al poco de mi llegada a la città eterna.

Primera noche aquí y me entero de que Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española se muestra reticente a mantener un encuentro con las víctimas españolas mientras por contra, se reúne con el abad del Monasterio de Montserrat.

Me entero también que desde el Obispado de Astorga y León se envían repentinas cartas certificadas a algunas de las víctimas de la Bañeza ofreciendo de pronto los servicios de un supuesto recién creado ente de asistencia y apoyo cuyo nacimiento parece más provocado por las prisas en quedar bien que por un honesto y hasta ahora inexistente deseo franco de ocuparse del problema.

Claro, como el estudiante que se deja los ojos delante de los apuntes la noche antes del examen y termina suspendiendo por incapacidad de retener información en tiempo récord, el obispo de León, miembro de la increíble comisión anti pederastia de la CE de España, pretende aprobar de mala manera, a última hora y sin hacer los deberes a tiempo.

Y ya para acabar repaso la nota de la Iglesia española en la que se pide de nuevo perdón a las víctimas, actitud psittacoidea que no por repetitiva hasta la extenuación da brillo real a la iglesia, y añade un «se mejoren» como si la cuestión no fuera con los inciensos, las sotanas y la jerarquía eclesiástica.

Día de llegada y primeros jarros de agua fría o tal vez no tanto, porque algunos no esperábamos más. Siguen las atrofias de conducta, los cortafuegos procedentes de los amigos de la falsedad y las sombras de una Iglesia insolente, arcaica y carente de empatía hacia sus víctimas. Ab urbe condita, Roma y la cúpula de la Iglesia se me presentan hoy con muchas sombras y pocas luces, con ellos, los encubridores alzados sobre la infamia con ínfulas insoportables, engreimiento, pro domo sua.

Es una previsión pesimista puede, pero sobre todo realista.

Vanidad de vanidades, y todo vanidad, mientras el dolor de las víctimas sigue supurando y ellas desconfiando desde su posición de doble victimizadas y maltratadas. Es ya imposible creer en lo increíble.

Foto: Juan Cuatrecasas

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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