La crisis de abusos sexuales en Estados Unidos parece no tocar fondo. El obispo emérito de Wheeling-Charleston, Michael J. Bransfield, ya no podrá participar en misas públicas o vivir dentro de su antigua diócesis. Deberá «reparar personalmente» el daño que trajo a la diócesis, señaló el papa Francisco en un comunicado emitido por la Nunciatura Apostólica en Estados Unidos.
En el texto se informa que Bransfield acosó, agredió y coaccionó a seminaristas, sacerdotes y otros adultos durante su tiempo como obispo de Wheeling-Charleston. También se descubrió que había dado grandes cantidades de dinero en efectivo a jerarcas de la Iglesia, utilizando fondos diocesanos.
La renuncia a su cargo fue aceptada por el papa Francisco el 13 de septiembre de 2018, cinco días después de que Michael J. Bransfield cumpliera 75 años, la edad canónica para la jubilación.
Cuando el pontífice aceptó la renuncia del prelado estadounidense, nombró como administrador apostólico de la diócesis a William E. Lori, arzobispo de Baltimore. También ordenó el inicio de una investigación.
Las sanciones dadas a conocer ahora contra Bransfield, amplían las que ya había decidido Lori en marzo de este año cuando le impuso restricciones en su ministerio como obispo.
Tras la investigación, Lori confirmó que los encargados de la misma establecieron un patrón de conducta sexual de Bransfield así como una grave malversación económica por parte del ahora obispo emérito de Wheeling-Charleston. Esto incluía renovaciones en sus residencias privadas y la compra de comidas caras, bebidas, regalos y otros artículos de lujo.
Algunos de los obispos que recibieron dinero de parte de Bransfield se han comprometido a devolverlo.
