EL HOMBRE Y LA FE

La primera comunidad contemplativa en admitir a personas con Síndrome de Down

La primera comunidad contemplativa en admitir a personas con Síndrome de Down
Hermanitas Discípulas del Cordero. EP

Sus almas no están incapacitadas. Las Hermanitas Discípulas del Cordero, la primera comunidad de religiosas contemplativas del mundo en admitir a monjas con Síndrome de Down, cumplen en 2019 sus primeros 20 años desde que obtuvieron el reconocimiento de la Iglesia para erigirse como instituto religioso de vida contemplativa, aunque la comunidad fue fundada en 1985. Actualmente, de las diez religiosas que forman la comunidad, ocho tienen Síndrome de Down.

Para encontrar los orígenes de esta comunidad hay que remontarse a los años 80 del siglo XX, en concreto, a la amistad entre Line, por entonces una joven en búsqueda espiritual que quería vivir su vocación al servicio de los más pequeños, y Véronique, una joven con síndrome de Down que quería ser religiosa.

«Visité varias comunidades que acogían a personas con discapacidad, pero descubrí que estas personas no podían encontrar su lugar en estas comunidades porque no eran adecuadas para ellas», explica Line, que actualmente es la madre superiora de las Hermanitas Discípulas del Cordero.

Véronique quería ser religiosa pero el síndrome de Down hizo que la rechazaran en todas las comunidades donde había ido. De hecho, el derecho canónico y las reglas monásticas no prevén la admisión a la vida religiosa de las personas con discapacidad intelectual.

Los comienzos de la comunidad formada por Line y Véronique fueron en 1985 en un pequeño apartamento. Después se unió otra joven con síndrome de Down y en 1990 pidieron al entonces arzobispo de Tours, Jean Honoré, que las reconocieran como una asociación pública de fieles laicos. El apoyo del cardenal Honoré, quien defendió su caso en Roma, les permitió dar a esta comunidad su primer reconocimiento.

En 1995, ante el creciente número de miembros, se mudaron a una propiedad en Le Blanc, una ciudad de 6.500 habitantes en la diócesis de Bourges. El arzobispo de esta diócesis del centro de Francia, les acogió calurosamente y su intervención les ayudó a seguir progresando en Roma, en vista de obtener el estatus de un instituto religioso contemplativo, que finalmente obtuvieron en 1999.

«Mons. Plateau fue realmente un padre para nuestra comunidad: era muy cercano a las personas con síndrome de Down», dice la madre Line. Las hermanas desarrollaron gradualmente el priorato y la capilla y en 2011 obtuvieron el reconocimiento definitivo de sus estatutos, gracias a la intervención del arzobispo Armand Maillard.

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