El arzobispo emérito de San Cristóbal de La Habana es una figura clave en la política cubana de este siglo

Fallece el cardenal Jaime Ortega, mediador en el deshielo entre EEUU y Cuba

Fallece el cardenal Jaime Ortega, mediador en el deshielo entre EEUU y Cuba
El cardenal Jaime Ortega y Raúl Castro. EP

El cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, actor clave en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos hace cuatro años, falleció en La Habana víctima de un cáncer. Tenía 82 años. El estado de salud del purpurado había empeorado y ya desde hace días se temía el desenlace, que finalmente se produjo durante la madrugada cubana del viernes 26 de julio de 2019. Este día la revolución celebra una de sus fiestas más importantes, el asalto al Cuartel de Moncada, que pese a ser un fracaso cimentó la leyenda de Fidel Castro.

Ortega, tan alabado por su diplomacia como criticado por su cercanía a Fidel y, sobre todo, a Raúl Castro, no pasará a la Historia por su «invaluable labor pastoral», como destacó en su día el papa Francisco, sino sobre todo porque gracias a sus maniobras consiguió que los católicos cubanos, perseguidos durante buena parte de la revolución, salieran de sus catacumbas caribeñas. El mismo permaneció durante ocho meses en una de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), los temidos campos de concentración donde la revolución encerraba sobre todo a homosexuales, pero también a católicos, para ser «reeducados» en la fe castrista.

Cardenal desde 1994, recibió a los tres últimos papas (Karol Wojtyla en 1998, Joseph Ratzinger en 2012 y Jorge Mario Bergoglio en 2015) y también sirvió de puente entre las administraciones de Barack Obama y Raúl Castro durante el deshielo que culminó con la visita del presidente estadounidense a La Habana. Obama demostró su cercanía a Ortega cuando nada más bajar del Air Force One acudió a La Habana Vieja para saludarle y realizar su primer recorrido por la ciudad, una forma de reconocer sus labores secretas para un acercamiento histórico.

El todopoderoso purpurado cubano lució siempre sus dotes para la diplomacia, fiel heredero de la tradición del Vaticano y de la escuela de Augusto Casaroli. Su cercanía con el papa Francisco era tan evidente que pese a pedir su jubilación al cumplir los 75 años, el pontífice le mantuvo al frente de la jerarquía católica durante cuatro años más.

El arzobispo emérito de San Cristóbal de La Habana también consiguió la liberación de presos políticos. Sus relaciones con el poder se vieron facilitadas por su cercanía personal con Raúl Castro, su interlocutor más íntimo. Mucho se hablado sobre la fe católica de Raúl, tan distante de su hermano mayor en estos asuntos. Tras recibir en su país al papa Francisco en 2015, Raúl se descolgó con una frase que dio la vuelta al mundo: «Si sigue así volveré a rezar y volveré a la Iglesia católica».

Opositores y disidentes cubanos, que ya le criticaban por su cercanía al poder, arremetieron contra Ortega cuando éste aseguró en 2016 que no existían presos políticos en la isla. «Avanzar sin retrocesos por el camino del diálogo», era una de sus frases favoritas.

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