Un coleccionista atesora 1.600 biblias de todo el mundo traducidas a casi dos mil lenguas

Más de 1.900 formas de contar la Biblia

Más de 1.900 formas de contar la Biblia
La colección se puede visitar en CaixaForum Madrid. EP

Un viaje por las lenguas del mundo. A sus 86 años, el andorrano Pere Roquet, ha conseguido reunir una colección de Biblias que alcanza los 1.600 volúmenes. Las Biblias, algunas bilingües y trilingües, están escritas en 1.935 lenguas diferentes y cumplen el propósito de reconocer la diversidad lingüística en el mundo. «La Biblia ha sido el fundamento para conservar vivas algunas lenguas orales», ha reconocido Roquet.

La colección recoge algunas Biblias insólitas, como la de Corea del Norte, una de las más difíciles de conseguir, según Roquet, ya que allí el cristianismo está perseguido. «Desde Corea del Sur, con un globo y un GPS, mandan hasta arriba las Biblias y en Corea del Norte las recogen rápido sin que la policía las vea», ha narrado el coleccionista, quien ha asegurado que ha sido una «epopeya» reunir todas las Biblias.

La aventura comenzó en 1995, cuando Pere Roquet visitó Lokori (Kenia), donde conoció al misionero Franco Moretti, de los combonianos. Moretti le preguntó por sus expectativas de futuro al haberse jubilado, a lo que Roquet respondió: «Quiero viajar, leer, cuidar de los nietos y hacer una colección de algo que tenga un interés cultural». Fue entonces cuando el misionero le regaló un Nuevo Testamento escrito en turkana, «una lengua nilótica oriental hablada por casi un millón de personas».

A partir de ese momento, Roquet se puso en contacto con Sociedades Bíblicas de los cinco continentes. «Fue algo imprevisto, insólito y muy raro por las circunstancias», ha señalado el andorrano. Aparte de los viajes que hizo por todo el globo terráqueo, algunas personas le regalaban Biblias difíciles de conseguir, como una escrita en dzongkha, idioma oficial de Bután, la cual fue obsequio de un misionero de Singapur, otra escrita en esperanto y la Biblia que utilizaron los primeros cristianos, en griego.

Pero sin lugar a dudas, una de las Biblias más importantes en cuanto a diversidad lingüística se refiere es la escrita en yagán, un idioma que solo tiene una hablante en todo el mundo, Cristina Calderón, de 91 años de edad. Otras que destacan por su rareza son la escrita en manés (isla de Man, Irlanda) y en itelmen (Kamchatka), lenguas que están en peligro de extinción. La causa de que existan Biblias en lugares tan remotos es que «la Biblia ha sido un fenómeno de difusión, no solo para el cristianismo, sino para la civilización occidental y la cultura europea artística», ha apuntado Roquet.

Además, la colección está integrada por Biblias que reconocen la diversidad y la accesibilidad. Es el caso de la Biblia escrita en braille, de la cual solo existen veintidós ejemplares en España, y la Biblia del Minecraft (2005), inspirada en un videojuego para el ordenador y cuyo propósito es acercar el Antiguo y Nuevo Testamento a los más jóvenes.

Aparte del laborioso trabajo que ha entrañado para Roquet, el andorrano ha señalado la difícil tarea de los traductores: «Traducir la Biblia es laborioso, difícil y complejo. Antes de Internet, se tardaba en traducir aproximadamente veinticinco años. Ahora, se tardan unos siete u ocho años en lenguas orales no escritas».

La colección se podrá visitar, con acceso libre, hasta el 21 de septiembre de 2019 en CaixaForum Madrid. La muestra se complementa con seis piezas audiovisuales, dos vídeos del traductor Gabriel López Guix y declaraciones del propio coleccionista Pere Roquet.

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