Un enorme escándalo en el seno la Iglesia. Un tribunal australiano ha ratificado este miércoles 21 de agosto de 2019 la condena a seis años de cárcel por pederastia impuesta al cardenal George Pell, el antiguo tesorero y ex número tres del Vaticano.
La presidenta del Tribunal Supremo de Victoria, Anne Ferguson, ha detallado al inicio de la lectura del voluminoso fallo que dos de los tres jueces desestimaron la apelación presentada por la defensa del purpurado.
Pell, el máximo jerarca de la Iglesia católica condenado por pederastia, fue encarcelado en febrero tras ser hallado culpable de cinco cargos de abuso de menores, incluido uno de penetración oral, cometidos contra dos niños del coro de la catedral de Melbourne entre 1996 y 1997.
Ferguson, y el presidente del Tribunal de Apelaciones de Victoria, Chris Maxwell, rechazaron el principal argumento del cardenal australiano que alegó que el jurado no pudo haber dictado un veredicto de culpabilidad más allá de toda duda razonable al considerar que se basó únicamente en el testimonio de la víctima sobreviviente.
«El juez Maxwell y yo aceptamos la presentación de la acusación que argumentaba que el demandante era un testigo convincente, que claramente no mentía ni fantaseaba y que era un testigo de la verdad», ha dicho la magistrada en la lectura del fallo.
Los otros dos argumentos de la defensa del purpurado de 78 años, que estaban relacionados con cuestiones de procedimiento y que abrían la puerta a la celebración de un nuevo proceso judicial, también han sido desestimados.
La presidenta del Tribunal de Victoria, cuya capital es Melbourne, ha confirmado que el cardenal George Pell seguirá cumpliendo su pena de seis años de prisión, que le permitirá salir en libertad condicional en 2022.
A las afueras del tribunal, un grupo de sobrevivientes y padres de víctimas de abusos sexuales, han celebrado la sentencia.
«Es un momento glorioso», ha manifestado Chrissie Foster, cuyas dos hijas fueron víctimas de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia católica.
El juicio contra el el antiguo tesorero y exnúmero tres del Vaticano se inició después de que una de las víctimas, identificada como «J», denunciara al purpurado australiano en 2014, poco después de que el otro menor agredido, identificado como «R», muriera de una sobredosis de drogas.
