El crossfit es una de las prácticas deportivas en auge. La Iglesia no ha permanecido ajena a esta tendencia.
Y no solo porque haya muchos cristianos de a pie que entrenan en los llamados «box», o espacios de entrenamiento que suelen ubicarse en naves industriales.
Los sacerdotes se han convertido al crossfit y, a su vez, se han servido de esta actividad saludable para evangelizar a través de las redes sociales. Pero, incluso, ejercen de embajadores para mostrarle a los católicos los beneficios que ofrece para cuerpo, mente y espíritu.
Nacido en los noventa para poner en forma a los militares, combina los movimientos funcionales, con levantamiento de pesas y ejercicios cardiovasculares, con un fuerte componente de superación personal, trabajo en equipo y motivación por parte del entrenador.
De ello da fe Stephen Gadberry, sacerdote de Arkansas y entrenador oficial de esta disciplina. Gadberry se hizo popular en Norteamérica a raíz de participar en el concurso televisivo American Ninja Warrior.
«Participé en el programa porque es una especie de carrera de obstáculos, como la propia vida. Cuando los encontramos, podemos darnos por vencidos, detenernos o enfrentarlos y seguir adelante», opina este cura que, al criarse en una granja, aprendió «la dignidad del trabajo físico».
«Participar en deportes grupales me hizo apreciar la importancia del equipo y el compromiso. Al alistarme en el ejército antes de ser sacerdote, agudicé mi impulso de superación, que se ha visto reforzado con el crossfit. Ser entrenador y sacerdote me permite disfrutar ayudando a otros a ponerse física y espiritualmente en forma y siento una gran alegría cuando veo que se interconectan ambas facetas».
El canadiense Kris Schmidt no se queda atrás. Este sacerdote de la archidiócesis canadiense de Edmonton considera que este deporte «te ayuda a promover el equilibro en tu vida, a aceptar tus limitaciones y superar tus debilidades».
«Jesús nos llama a amar a Dios con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestra fuerza, es decir, con toda nuestra persona. Y ahí en todo nuestro ser también entra nuestro cuerpo, somos seres físicos», justifica el cura canadiense, a la vez que reclama que no estaría de más que la formación de los seminarios contemplara también la educación física.
Para Marcel LeJeune, director de Catholic Missionary Disciples, aplaude cómo el crossfit fomenta la superación y el establecimiento de redes de apoyo mutuo.
«Podemos ver el cambio más rápido cuando tenemos una comunidad de apoyo que nos ayude, una máxima que es válida tanto en los gimnasios como en las parroquias», comenta este analista, convencido de que esta práctica deportiva «crea un entorno donde la debilidad se reconoce, se acepta y se entiende que se puede superar con ayuda. El hecho es que superar la debilidad por ti mismo siempre es más difícil que cuando tienes a alguien que te ayude a superarlo. No podemos llegar al cielo por nuestra cuenta. Necesitamos a Dios y a los demás».
«En la Iglesia tenemos mucho que aprender del crossfit», reflexiona el delegado de jóvenes de la diócesis norteamericana de Duluth, Mike Schmitz.
«En los ‘boxes’ de crossfit se establecen relaciones de cercanía y cuando no va, se te echa de menos. ¿Con qué frecuencia la gente deja de venir a misa sin que nos demos cuenta?», se pregunta el sacerdote.
Schmitz también insta a sus compañeros presbíteros a seguir el ejemplo de los entrenadores:
«En crossfit, los entrenamientos se escalan, se adaptan a los que puedes hacer. ¿Qué pasaría si nosotros personalizaramos nuestra pastoral?».
Hace dos años, Ryan Rooney y Casey Jones lanzaron Priesfit, un espacio web en el que estos dos sacerdotes de Springfield se animaron a compartir sus metas logradas a través de esta práctica deportiva y lanzar retos a otros que buscaran mejorar su forma física.
El propio Rooney se presenta como un ejemplo de superación y de cómo el deporte ayuda a mejorar el bienestar físico, tras perder más de cien kilos cada uno y superar así su adicción a comer compulsivamente.
«Era el sacerdote más joven de la diócesis y fue difícil acudir al despacho del obispo y aceptar que tenía un problema de alimentación», admite Rooney, que fue a través de la oración, de un programa de acompañamiento y del entrenamiento salió adelante.
«Decidí escribir un blog sobre mi camino. Compartir mi historia personal me ha dado la oportunidad de participar en un nuevo ministerio dentro del ministerio sacerdotal».
En los últimos días, se ha hecho viral el Instagram de un pastor luterano sueco, Oskar Arngarden, al que varios medios internacionales han etiquetado ya como el «cura sexy» al mostrarse en su cuenta lo mismo oficiando un bautizo que mostrando su tabla de ejercicios de crossfit. En esta red social donde impera la imagen se presenta como «sacerdote en la Iglesia de Suecia con una gran pasión por el entrenamiento».
Arngarden, rubio, de ojos azules, tatuado y de 35 años, tampoco pierde la oportunidad para evangelizar a través de las redes sociales.
Así, alterna las entradas en las que presenta su tabla cotidiana de ejercicios, con otras en las que explica cómo su relación con Dios «se basa en la oración, lo que hace que valore como gracias, perdón y ayuda».