Llega a nuestro país uno de los representantes más destacados con los que cuenta la diplomacia vaticana. La Santa Sede todavía no ha hecho público oficialmente el nombramiento de Bernardito Cleopas Auza como nuncio apostólico en España, pero el Gobierno de Pedro Sánchez ya le ha condedido el «placet».
Auza ocupará pronto la sede de la madrileña avenida Pío XII. Como buen diplomático sabe que viene a la primera Nunciatura de la historia. Fue el papa Alejandro VI quien envió a Francisco Desprats en 1492 para canalizar las negociaciones entre la Sede Apostólica y los Reyes Católicos.
De Bernardito Auza hay que destacar tres aspectos. Primero, es un nuncio misionero, con una carrera que ahora se definiría como «meteórica». Una dimensión esencial que el papa Francisco ha recalcado con su implicación personal en este nombramiento, y que la Secretaría de Estado ha dado la oportuna cobertura. La perspectiva misionera prioriza el primer anucio en su actuación apostólica. Tendrá un especial olfato para lo novedoso.
En segundo lugar, de su biografía destaca la formación en su Iglesia nativa, Filipinas. Allí estudió en la Universidad Católica de Santo Tomás de Manila con dominicos españoles. Conoce lo que significa la distinción, una de las claves del método tomista y una cortesía de la buena razón. Interesante criterio para una Iglesia plural como la española, atenazada por su historia. Y, por útimo, una aguda inteligencia que le hizo destacar en su período de trabajo en la Secretaría de Estado. Determinado futuro de la Iglesia en España estará en sus manos.