Un término equívoco. El papa Francisco ha promulgado en una carta apostólica en forma de Motu Proprio el cambio de denominación del Archivo Secreto Vaticano. Desde ahora ya no se le podrá llamar así sino Archivo Apostólico Vaticano, tal y como ha previsto el pontífice.
En su explicación, el papa afirma que pese al cambio de denominación no cambiará «nada de su identidad, de su estructura y de su misión».
De este modo, Francisco señala que «reafirmando la voluntad efectiva de servir a la Iglesia y a la cultura, la nueva denominación resalta el estrecho vínculo entre la Sede Romana y el Archivo, instrumento indispensable del ministerio petrino, y al mismo tiempo subraya su dependencia inmediata del Romano Pontífice, como ya sucede en paralelo con el nombre la Biblioteca Apostólica Vaticana».
Según el papa, «la experiencia histórica nos enseña que toda institución humana, si bien haya surgido con las mejores garantías y con esperanzas de progreso vigorosas y fundadas, tocada fatalmente por el tiempo, para permanecer fiel a sí misma y a los objetivos ideales de su naturaleza, siente la necesidad, no ya de cambiar su fisonomía, sino de transponer a las diversas épocas y culturas sus valores inspiradores y de efectuar las actualizaciones que son convenientes y a veces necesarias».
Y por ello –añade Francisco— también «el Archivo Secreto Vaticano, al que los Romanos Pontífices han reservado siempre solicitud y cuidado debido al ingente y relevante patrimonio documental que conserva, tan precioso para la Iglesia Católica como para la cultura universal, no escapa, en su historia de más de cuatrocientos años de antigüedad, a esos condicionamientos inevitables».
«El término ‘secretum’ –detalla el pontífice–, que llegó a formar la denominación propia de la institución, prevaleció en los últimos siglos y estaba justificado porque indicaba que el nuevo archivo, buscado por mi predecesor, Pablo V, alrededor de 1610-1612, no era más que el archivo privado, separado, reservado por el papa».
Actualmente, debido a «los cambios semánticos progresivos que se han producido en los idiomas modernos y en las culturas y sensibilidades sociales de diferentes naciones, en mayor o menor medida, el término ‘secretum’, vinculado al Archivo Vaticano, comenzó a ser malentendido, a teñirse de tonos ambiguos e incluso negativos», asumiendo «el significado perjudicial de estar oculto, no ser revelado y estar reservado para unos pocos», dice Francisco.
Puesto que esto representa «todo lo contrario de lo que siempre ha sido y pretende ser el Archivo Secreto del Vaticano», el papa concluye que, de ahora en adelante, «se llama Archivo Apostólico Vaticano».