Violencia en aumento. Con una caravana de centenares de feligreses en la que el blanco predominó como símbolo de paz, la Iglesia católica colombiana pidió este lunes –4 de noviembre de 2019– el fin de la violencia en el convulso departamento del Cauca, donde han sido asesinadas 13 personas en la última semana.
El arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve, explicó a los periodistas que la caravana partió desde esa ciudad, ubicada a unos 89 kilómetros del Cauca, con el objetivo de ayudar a las víctimas de la violencia que azota fuertemente esa zona del suroeste de Colombia.
«Brindar nuestra ayuda espiritual, nuestra voz de aliento a esas comunidades, especialmente con la comunidad Nasa, los indígenas», dijo el prelado, quien calificó como «un drama» la ola de violencia en ese departamento.
«Es una tragedia ante la cual ningún colombiano, hombre o mujer, puede quedarse indiferente», añadió.
Debido a los constantes ataques armados, el arzobispo colombiano convocó una caravana que partió con unas 200 personas, quienes con banderas y ropa blanca cantaron y tocaron tambores para exigir la paz.
«Esta ruta está acompañada por la guarida indígena, todo el trayecto la haremos en coordinación con ellos, nadie debe llevar armas, nadie que sea funcionario oficial o de la fuerza pública», detalló Monsalve.
En autobuses en los que colgaban pancartas con mensajes como «Paz y vida para el Cauca. Detengan ya la violencia genocida», los feligreses llegaron al municipio de Toribío para entregar ayuda humanitaria.
Posteriormente, se dirigieron hasta el caserío de Tacueyó (Toribío) para realizar una eucaristía junto a los familiares de las víctimas mortales de uno de los ataques perpetrados.
La espiral de violencia en el Cauca se ha ensañado contra las comunidades indígenas que allí viven, pues de las 13 personas asesinadas en la última semana siete eran nativos.