Viganò dice que es un hereje y que con el Sínodo para la Amazonía introduce 'un nuevo credo'

Acusación al Papa de haber ‘violado la santidad’ de la basílica de San Pedro

Acusación al Papa de haber 'violado la santidad' de la basílica de San Pedro
El ex nuncio Carlo Maria Viganò. EP

Ante la existencia de un plan satánico, el gran azote del papa Francisco, Carlo Maria Viganò, ha vuelto a la carga en una entrevista en uno de los medios más hostiles a Bergoglio en Estados Unidos, donde el arzobispo ejerció como nuncio en Washington.

En esta ocasión, ha valorarado el Sínodo de la Amazonía, para el que Viganò tiene el juicio más crítico: «El proceso interno de mutación de la fe, que ha tenido lugar en la Iglesia católica durante décadas, ha tenido en este Sínodo su punto álgido, acelerando hacia la fundación de un nuevo credo, resumido en una nueva clase de culto. En nombre de la aculturación, los elementos paganos están infestando el culto divino con el fin de convertirlo en un culto idolátrico».

Refiriéndose en concreto a la presencia de la Pachamama, el gran símbolo de los indígenas amazónicos que participaron en la asamblea sinodal, el arzobispo la califica de «clamorosa profanación», hasta el punto de defender que es necesario volver a «consagrar» la basílica de San Pedro. Y es que «la abominación de la idolatría ha penetrado en el santuario de Dios y ha dado vida a una nueva forma de apostasía, cuyas semillas (que ya germinaron hace tiempo) están creciendo ahora con renovado vigor y eficiencia».

«La barca de la Iglesia –describe– se encuentra en medio de una fuerte tempestad. Para resistir la tempestad, aquellos sucesores de los apóstoles que dejaron a Jesús en la orilla y que ahora no sienten su presencia, ¡han comenzado a invocar a la Pachamama!».

Ante estos actos que «nos han dejado estupefactos», Viganò entiende que «es urgente que redescubramos el sentido de la oración, de la reparación, de la penitencia, del ayuno, de los sacrificios, de las florecillas y, sobre todo, del silencio y de la adoración ante el Santísimo Sacramento».

Respecto al ‘Documento final’ del Sínodo, cuyos 120 puntos fueron aprobados, lamenta que supone «un ataque frontal contra el edificio divino que es la Iglesia», introduciendo a esta en «la agenda globalista», perdidas ya todas sus esencias y encaminándose «hacia la Religión Universal»; esto es, una religión sin Dios. «Si este satánico plan tiene éxito –añade–, los católicos que se adhieran a él cambiarán, de facto, de religión, y el gran rebaño de Nuestro Señor Jesucristo se verá reducido a una minoría».

«La estrategia básica del todo el Sínodo –asevera– es el engaño, el arma preferida del diablo: decir medias verdades para lograr un fin perverso. Faltan sacerdotes, dicen. Por tanto, es necesario abrir la puerta a sacerdotes casados y al diaconado femenino. Todo en orden a acabar con el celibato: primero en el Amazonas y, luego, en el mundo entero. ¿En qué momento y en qué continente se ha llevado a cabo la evangelización por sacerdotes casados? Las misiones en África, Asia y Latinoamérica estuvieron a cargo, principalmente, de la Iglesia Latina, y tan solo un número muy reducido de misiones quedó en manos de las Iglesias orientales, con sacerdotes casados».

Respecto a Bergoglio, el ataque es frontal, no dudando en calificarlo de hereje. «En Abu Dhabi, aseguró por escrito que todas las religiones son ‘voluntad’ de Dios. A pesar de la corrección fraterna que el obispo Athanasius Schneider le dirigió, tanto en persona como por escrito, el papa Francisco ha ordenado que su herética declaración sea enseñada en todas las universidades pontificias, creando incluso una comisión especial para difundir este grave error doctrinal».

«En consonancia con esta aberrante doctrina –enjuicia–, no es sorprendente que el paganismo y la idolatría también estén incluidas en la voluntad de Dios. El papa nos lo ha demostrado y ha implementado esta doctrina en la vida normal de la Iglesia, profanando los jardines vaticanos y la iglesia de Santa María in Transpontina y, en persona, violando la santidad de la basílica de San Pedro, colocando sobre el altar de la Confesión, durante la misa de clausura del Sínodo, una planta, muy relacionada con el ídolo de la Pachamama».

El prelado concluye con esta cita de santa Brígida de Suecia en una de sus visiones: «Sabed que, si algún papa concediese permiso a los sacerdotes para contraer matrimonio carnal, será espiritualmente condenado por Dios… Dios le privará de la visión espiritual, así como de toda palabra divina. Su sabiduría espiritual quedará como congelada. Después, tras su muerte, su alma será arrojada al infierno para sufrir el tormento eterno, donde será pasto de los demonios para siempre y sin fin».

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