Tras dos años y nueve meses de diligencias, el juzgado de Instrucción número 4 de Talavera de la Reina (Toledo) ha procesado al sacerdote que supuestamente abusó de una menor durante cuatro años y le practicó un exorcismo durante el que intentó violarla.
Los hechos que denuncia la víctima tuvieron lugar entre 2010 y 2014 cuando el cura era director espiritual en el colegio talaverano Hijas de María Nuestra Señora, donde estudiaba la menor.
La denunciante tenía 14 años cuando, según su testimonio, el sacerdote José Luis Galán Muñoz comenzó a citarla en su despacho parroquial de la iglesia de San Ildefonso para abusar de ella mientras le decía que no tuviera miedo porque «era lo que Dios quería».
La juez no ha tomado medidas cautelares contra el procesado, que ha rechazado las acusaciones. A pesar de que la joven (ahora de 23 años) afirma que Galán la agredió físicamente (también cuando supuestamente intentó violarla), la magistrada no le ha imputado al sacerdote un delito de agresión sexual. El juicio está pendiente de fecha.
A comienzos de 2018 el Arzobispado de Toledo abrió un proceso canónico contra el sacerdote, le prohibió oficiar misa pública y lo trasladó, como medida cautelar, al convento de Santiago Apóstol de Toledo como capellán.
En el relato de la supuesta víctima se entremezcla la tragedia de los abusos con los altibajos emocionales provocados por problemas familiares: sus padres se estaban divorciando porque la madre tenía una relación sentimental con el sacerdote.
La supuesta víctima, aconsejada por su madre y sin saber su relación con el cura, buscó atención espiritual con Galán.
El mismo año que supuestamente comenzaron los abusos, la joven comenzó a padecer anorexia nerviosa. Desde entonces, la denunciante ha ingresado hasta 12 veces en urgencias por intentos de suicidio.
En un informe médico que la joven incluyó en la querella se especifica que el trastorno alimentario y las ideas suicidas son producto de un síndrome de estrés postraumático originado por ciertos episodios «terroríficos, impactantes o peligrosos» que su mente ha bloqueado.
Tras recibir terapia, la joven confesó que había sufrido abusos y los médicos le recomendaron que escribiera lo sucedido en unos cuadernos.
Durante uno de sus ingresos, el sacerdote le hizo una visita a la clínica y, según afirma la joven, le amenazó con que si «lo contaba, la mataba».
A pesar de que la joven presentó junto a la querella dicho informe y fotocopias de los cuadernos, la juez que instruye el caso solicitó al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Ciudad Real y Toledo otra prueba pericial que certificase «la compatibilidad y posible nexo causal entre los padecimientos psiquiátricos de la perjudicada y las agresiones sexuales denunciadas».
Las conclusiones fueron semejantes a las del primer informe médico: «Estos padecimientos psiquiátricos son compatibles y se puede establecer relación de causalidad con haber experimentado acontecimientos traumatizantes, como pueden ser las agresiones sexuales continuadas en el tiempo que la víctima vivió en soledad durante años».
En la instrucción del caso, por la que han pasado ya tres fiscales, la madre de la supuesta víctima declaró contra ella y sostuvo que tanto los abusos como los intentos de suicidio eran una «venganza» por celos. No obstante, reconoce que la llevó para que el acusado y otro sacerdote le practicasen un exorcismo en 2014.
Durante la segunda sesión del mismo, en la que se encontraba sola junto con el sacerdote, la joven relata que Galán intentó violarla, se defendió para evitarlo y este le pegó con un cinturón.
Para realizar un exorcismo, según indica el código canónico, es necesario que el creyente acceda voluntariamente y que el obispo de su consentimiento para realizarlo. El Arzobispado ha reconocido que no tiene constancia de dicho exorcismo y ha preferido no hacer declaraciones hasta que haya una sentencia firme.