La persecución contra la Iglesia española durante la Guerra Civil se cobró la vida de 13 obispos, 4.184 sacerdotes seculares y 2.365 frailes. Una de las víctimas fue el sacerdote valenciano Enrique Boix (1900-1937), en proceso de canonización.
El canónigo de la Catedral de Valencia Arturo Climent ha recuperado la memoria del sacerdote con un libro sobre vida. Boix murió en 1937 a los 36 años martirizado en su localidad natal, Llombai. Tal y como explica el autor, el libro está escrito con el fin de que «no se pierda la memoria de un sacerdote bueno, trabajador, enamorado de Jesucristo, que se dedicó a vivir a pleno pulmón su ministerio en distintas parroquias hasta que fue apresado y sufrió un martirio inhumano, horrible y cruel».
Al estallar la Guerra Civil, «le avisaron que irían a por él porque lo consideraban un cura demasiado influyente en la ciudad». Boix se marchó a Algemesí, donde fue detenido en enero de 1937, y «sin juicio, fue llevado a la cárcel y entregado al comité de Llombai, que se lo llevó y lo encerró en un local».
Según el relato de los testigos «lo ataron desnudo a un limonero, lo dejaron toda la noche allí, y al día siguiente lo torearon como a un animal, clavándole agujas de hacer jersey y con un cuchillo de matar cerdos, le dieron el estoque final».
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