DECLARACIÓN DE INTENCIONES DEL NUEVO PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

Omella muestra sus cartas: «Propongo una mesa de diálogo entre el Gobierno y la Iglesia»

"Me siento muy a gusto en Cataluña y admiro a los catalanes"

Omella muestra sus cartas: "Propongo una mesa de diálogo entre el Gobierno y la Iglesia"
Juan José Omella.

El cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, y recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal, ya ha mostrado sus intenciones en una entrevista este 8 de marzo de 2020 a La Vanguardia y realizada por ese mediotíntico Enric Juliana, periodista habituado a cocer en todas las salsas.

Esta autoridad eclesiástica, con un claro compadreo con el independentismo, vende la idea de que la Iglesia y el Estado deberían de sentarse, de establecer una mesa de diálogo. Inicialmente lo vende como un espacio para abordar cuestiones de tipo social, educativo…:

Una cosa es mantener nuestras opiniones y manifestarlas y otra cosa es querer imponerlas. Nosotros tenemos que proclamar y no dejarnos amordazar. Tan ciudadano es el que piensa como cristiano, como el que no piensa como cristiano. Nosotros no hemos de querer imponer nuestros criterios, pero le hemos de pedir al Estado que atienda a todos los ciudadanos. Ahora que se habla tanto de pactos es el momento de que nos escuchemos. El Estado debe escuchar, la Iglesia, también. Lo de las manifestaciones es otra cosa. El que más grita no es el que más manda. Por ello, si se establecen mesas de diálogo, esa sería… me parece que le estoy dando el titular…

Sin embargo, en cuanto se rasca un poco y se traspasa la superficie del titular, sale a relucir lo que hay detrás de esa propuesta, el tema político, que, como no podía ser de otra manera, se centra en el procés:

Momentos más difíciles se han dado en la historia. Estamos en una fase delicada, compleja, que exige buscar una solución, respetando la pluralidad de Cataluña. La mesa de diálogo es una buena iniciativa. Yo me siento muy bien tratado en Cataluña. Me siento a gusto y admiro a los catalanes.

ALABANZAS DESDE LAS TERMINALES SEPARATISTAS

Fíjense si ya se sospecha de la labor de Omella que no hay más que leer este edulcorado ensayo de Mirian Díez en el Nacional.cat para darse cuenta de quién ha elegido como su presidente la curia española:

Desde ahora, Omella es nuestro hombre en La Habana. Es un facilitador, un pontífice, en el sentido etimológico de constructor de puentes, y de paso un candidato a ser papa, por qué no. Disponemos de un obispo de Cataluña por primera vez en Madrid, de presidente en la sede de Añastro, que es como se conoce la Conferencia Episcopal Española. Esta casa de los obispos está situada en un lugar con poca tensión de Madrid, bastante idílico, sin coches. Se escuchan los pájaros, hay árboles alrededor y se respira bien, a pesar de tratarse de una metrópoli.

Desde hace poco han reformado algunas oficinas de comunicación del edificio episcopal: ya no tienen paredes sino cristales. Esta transparencia física es una declaración de intenciones en una Iglesia que no quiere esconder los trapos sucios en casa: se ha acabado ser opacos. Por motivos académicos y profesionales, he tenido que frecuentar a menudo este edificio. En su momento escogí como tema de tesis doctoral la política de comunicación de la Conferencia Episcopal Española. Todo un poema. Pasan los años y los problemas que detectaba en su momento persisten, pero cambian las personas y los talantes. Y Omella es parte de un cambio.

Quienes no lo querían despistaban sugiriendo un obispo más joven. Ay, los obispos jóvenes. En la Iglesia, la juventud episcopal no es un mérito. No se cuenta según estos parámetros. Es mucho más relevante a qué distancia estás, física y éticamente, del Papa, por ejemplo, que no los años que tengas.

Y Omella tiene carta blanca con Francisco, que algo ha tenido que ver con esta elección. Los obispos españoles están preocupados por Cataluña, y el cardenal Omella los puede tranquilizar, porque no es alarmista, conoce lo que pasa y quiere ser parte de la solución. Su presidencia abre un capítulo inédito en la política eclesial española, que tiene temas en la mesa nada fáciles: desde la educación a la eutanasia, desde el IBI a la acogida de los refugiados. Y Cataluña. El arzobispo de Barcelona aportará un tono, una clarividencia y una alegría que facilitarán las deliberaciones. Porque es perfectamente sabedor de que por eso es el presidente que tiene que hacer salir a la Iglesia de las trincheras: para que circule el aire, se pueda hablar de todo y se abran puertas.

 

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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