Curas y obispos 'trabucaires' que apoyan y aplauden a los verdugos

La Guardia Civil pide al Papa que ponga coto al insulto a la víctimas de ETA de la Iglesia vasca

Y con la Iglesia estamos topando también en Cataluña

La Guardia Civil pide al Papa que ponga coto al insulto a la víctimas de ETA de la Iglesia vasca

Viene de lejos. Hay pocas expresiones tan españolas como esa de «con la iglesia hemos topado».

Viene de un pasaje de Don Quijote de la Mancha y se usa para expresar lo inconveniente de que en los asuntos propios se mezclen los obispos o los curas y por extensión, de cualquier autoridad ‘incompetente‘.

Con la Iglesia estamos topando en Cataluña, con el obispo de Solsona y muchos xenófobos y sectarios como él (Un párroco catalán cuelga del campanario la bandera de los piratas turcos islamistas).

Y la Iglesia topamos los españoles en el País Vasco, cuando monseñor Setién, afortunadamente ya en el infierno, y muchos de su cuerda, apoyaban el crimen, la extorsión y el espanto de ETA (Alfonso Ussía incendia la COPE por el trato piadoso hacia el fallecido monseñor Setién, el amigo de los etarras).

A lo largo de los más de sesenta años transcurridos entre la fundación de ETA, en 1959, y el día de hoy en la que sus herederos políticos son socios del Gobierno PSOE-Podemos y un etarra destacado como Arnaldo Otegi hace campaña en Cataluña al lado de golpistas como Junqueras, no han sido pocas las veces en que los caminos de la banda terrorista se han cruzado con los de la Iglesia.

Políticos que ejercían de católicos destacados y miembros del cuerpo eclesiástico -desde obispos a párrocos de pueblo- han tenido y siguen teniendo un papel clave tanto en la legitimación de la violencia, como en el apoyo a los facinerosos que la ejecutan.

Lo tremendo es que seguimos topando con ella, aunque algunos se han hartado y no sólo como nosotros o el siempre brillante Alfonso Ussía.

Lo revela Carlos Cuesta en OKdiario este 9 de febrero de 2021: «La Guardia Civil pide al Papa que ponga coto a los insultos a la víctimas de ETA de la Iglesia vasca».

APROGC, la asociación de la Benemérita que engloba a la mayoría de generales y altos mandos, ha remitido una carta al Papa Francisco en la que señala:

«la historia de lo que ocurrió en estos años no deja en buen lugar a la Iglesia vasca desde el mismo nacimiento de ETA; siempre estuvo más cerca de los terroristas que de las víctimas.

Muchos fueron los sacerdotes del país vasco que ayudaron, encubrieron, aplaudieron, y sonrieron a los asesinos de ETA. Y lo más grave: sigue ocurriendo hoy en día, en pleno 2020».

Y pide a Su Santidad «medidas correctoras contra estos párrocos» porque «es de Justicia Divina».

Es muy probable que no haya respuesta alguna del Santo Padre, cuyo poco afecto a España es palpable y cuyas proclividades chavistas y peronistas han marcado desde el inicio su compormaiento en el Vaticano, pero los argumentos de la asociación de la Guardia Civil, basados en un repaso somero de lo acontecido en el País Vasco en los últimos años, son un retrato cabal de una situación absolutamente real.

No hay nada de ficción.

Todo se ajusta a la realidad: una parte del clero vasco ha estado siempre más cerca de los verdugos que de las víctimas. Y la situación, incluso ahora que la banda terrorista ha renunciado a la violencia -no por un acto de contrición, sino por la eficacia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado-, sigue siendo  lacerante.

Tan cierto como que durante muchos años la Iglesia vasca ha mantenido una posición vergonzante, incapaz de entender que lo que estaba ocurriendo obligaba, por dignidad y caridad cristiana, a ponerse del lado de las víctimas de la violencia asesina. No lo hizo. A veces miró para otro lado; a veces, incluso, practicó una ignominiosa equidistancia. A veces, se puso del lado de quienes apretaban el gatillo o el detonador.

Así fue. Tan real como la vida misma.

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