El Sumo Pontífice también le quita el sueldo

El Papa ‘peronista’ no acepta críticas y echa del Vaticano al cardenal conservador Raymond Burke

La máxima autoridad de la Iglesia católica lleva 10 años y 264 días 'disfrutando' de la Silla de San Pedro, tiempo en el que ha realizado 44 viajes fuera de Italia y ha visitado 60 países, pero nunca España

El Papa 'peronista' no acepta críticas y echa del Vaticano al cardenal conservador Raymond Burke

Un pequeño detalle que quizá sirva a algunos españoles para entender la naturaleza y las inclinaciones del Papa Francisco.

Lleva 10 años y 265 días ‘disfrutando‘ de la Silla de San Pedro, tiempo en el que ha realizado 44 viajes fuera de Italia y ha visitado 60 países, pero nunca España.

Y sistemáticamente ha flirteado con tipos como Evole o con separatistas como Pere Aragones.

Francisco, quien durante quince años fuera arzobispo de Buenos Aires, es hijo de una catolicidad embebida de ese ‘antiliberalismo visceral, que en Argentina -por poner un ejemplo doloroso-  ha llevado a los pésimos resultados sociales conocidos.

A la pregunta sobre si es peronista, siempre respondía “absolutamente«.

Pues bien, el Sumo Pontífice -que tiene una vena peronista que le carcome por dentro- ha tomado la decisión de desalojar al cardenal estadounidense Raymond Leo Burke de su residencia en el Vaticano y retirarle su salario.

Lo hizo apenas tres semanas después de destituir a otro feroz crítico que se oponía a sus planteamientos y reformas: Joseph Strickland, que era obispo de Tyler (Texas).

Ambas acciones suponen otra vuelta de tuerca en la pugna ideológica entre el Papa, que promueve una visión más abierta e inclusiva de la Iglesia católica, y los sectores conservadores de la institución, que apuestan por una aplicación estricta de sus doctrinas e ideas tradicionales.

Burke, reconocido como un importante representante del sector «tradicionalista» de la Santa Sede, ha sido crítico de las reformas impulsadas por Francisco para renovar la Iglesia católica.

Aunque el desalojo no se ha llevado a cabo aún, según una fuente del Vaticano citada por la BBC, esta acción no busca ser un castigo personal. En su lugar, se fundamenta en la creencia de que no es apropiado que alguien disfrute de los privilegios de un cardenal mientras critica al líder de la Iglesia.

Raymond Leo Burke, nacido en Wisconsin en 1948, tiene una trayectoria académica destacada. Estudió en el Seminario de la Santa Cruz de La Crosse y en la Universidad Católica de América, donde obtuvo grados en filosofía. Fue ordenado sacerdote en 1975 por el papa Pablo VI y ha ocupado cargos importantes dentro de la jerarquía eclesiástica, incluyendo su designación como cardenal por el papa Benedicto XVI en 2010.

Las tensiones entre el cardenal Burke y el papa Francisco han sido evidentes desde el inicio del pontificado de este último. Burke ha expresado críticas abiertas hacia las gestiones del Papa para reformar asuntos litúrgicos y sociales de la Iglesia, oponiéndose a posturas más flexibles hacia temas como la homosexualidad, el divorcio y el aborto.

Estas divergencias llevaron a que Francisco retirara a Burke de su cargo como prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica en 2014. Desde entonces, Burke ha mantenido una postura cercana a postulados conservadores y ha mostrado apoyo a figuras políticas como Donald Trump, alabando su defensa de valores que considera importantes para la Iglesia.

Aunque Burke ha sido asociado con actividades de oposición al Papa, no se ha confirmado si continúa residiendo en el apartamento que ocupaba en Roma.

Reportes indican que pasa la mayor parte del tiempo en Wisconsin, su estado natal.

La medida adoptada por el Papa de retirar los privilegios a Burke ha sido considerada sin precedentes en la era de Francisco.

Algunos observadores del Vaticano interpretan esta acción como un intento de limitar la influencia de Burke, percibido como alguien que promueve ideales regresivos o un culto a la personalidad centrado en el tradicionalismo.

Hay que remarcar que las acciones disciplinarias del papa Francisco con el cardenal Burke y con Strickland son administrativas y no penales.

Ninguno de los dos ha sido acusado de un delito.

Tanto el cardenal como el obispo a quienes el Papa aplicó medidas disciplinarias se alinean con el cada vez más poderoso sector de línea dura dentro de la Iglesia católica en Estados Unidos.

En este país de más de 330 millones de habitantes, los católicos representan aproximadamente un 20% de la población y, según estudios, existe un cierto equilibrio entre el número de fieles con posiciones progresistas y quienes defienden ideas conservadoras.

La jerarquía eclesiástica estadounidense se compone de 434 obispos activos y retirados, entre ellos 16 cardenales.

Y, cada vez más, el alto mando de la Iglesia católica en el país se adscribe a la línea dura, defendiendo las doctrinas tradicionales de la institución frente a los intentos de reforma en liturgia y moralidad del Vaticano bajo el liderazgo del Papa argentino.

«No sé si los que se oponen a Francisco son mayoría, pero tienen más poder y desde hace años controlan la Conferencia Episcopal de Estados Unidos»

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