El Antiguo Testamento inicia con la narrativa de la creación y la desobediencia de Adán y Eva, mientras que el Nuevo Testamento se centra en la redención a través de la vida, muerte y resurrección de Jesús, culminando en el libro del Apocalipsis que predice el fin de la historia y el juicio final de Dios.
A lo largo de la historia del cristianismo, ha habido diferentes interpretaciones sobre la naturaleza de la Biblia y su origen divino.
Algunos la consideran un dictado directo de Dios a los escritores, mientras que otros creen en una inspiración divina que permite ciertas libertades humanas en la redacción de los textos.
Estas perspectivas varían desde visiones conservadoras que mantienen la infalibilidad de la Biblia hasta enfoques más liberales que reconocen la influencia cultural y humana en su escritura.
La cuestión de quién escribió la Biblia es crucial para los cristianos debido a su creencia en su inspiración divina, lo que confiere al texto un significado trascendente.
Para ellos, la Biblia proporciona una comprensión fundamental del mundo, la historia y la vida humana. Esta perspectiva influye en las prácticas económicas, sociales y personales, tanto de manera evidente como sutil.
La Biblia ha sido y sigue siendo una fuente central de influencia en la civilización occidental, impactando tanto en la paz como en el conflicto a lo largo de la historia. Su importancia radica en su papel como guía espiritual y moral, así como en su influencia en la cultura y la sociedad.
Independientemente de las creencias individuales, la Biblia ha moldeado la forma en que percibimos el mundo y ha sido una fuerza tanto de cohesión como de conflicto a lo largo de la historia.