El Papa Francisco cumple este 13 de marzo 12 años al frente de la Iglesia Católica en una situación inédita: hospitalizado en el Policlínico Gemelli de Roma, donde lleva ya casi un mes recuperándose de una neumonía bilateral.
Mientras el pontífice argentino de 88 años lucha por superar sus problemas respiratorios, su reciente autobiografía titulada «Esperanza» ha revelado aspectos íntimos de su vida y pensamiento.
En ella, Jorge Mario Bergoglio comparte cinco revelaciones significativas.
El Papa Francisco, ese ‘peronista’ argentino que parece haber olvidado el camino a España, lleva años dando de qué hablar, y no precisamente por su fervor por la madre patria de la lengua que habla.
Mientras recorre el mundo con su sotana blanca, desde los barrios humildes de América Latina hasta los rincones más recónditos del planeta, aquí en la Península Ibérica —como él la llamó en un desliz que desató críticas— seguimos esperando su visita como quien espera un tren que nunca llega.
No es que no haya sido invitado; lo han llamado para el V Centenario de Santa Teresa, para las Jornadas Mundiales de la Juventud, y hasta para bendecir alguna paella si se tercia, pero nada. Su excusa de priorizar países pequeños antes que las grandes naciones europeas suena a pretexto jesuítico, y muchos sospechan que no pisa suelo español porque el clero conservador local le provoca urticaria. Eso, o tal vez teme que le pidan cuentas por su silencio ante la polarización política y los escándalos de abusos que aún resuenan en la Iglesia española.
Pero si España se queda con las ganas, no se puede decir lo mismo de su romance con la izquierda global. Francisco ha convertido el Vaticano en una especie de sucursal del peronismo, con guiños constantes a movimientos populistas que harían sonrojar a Juan Domingo Perón.
Sus Encuentros Mundiales de Movimientos Populares, organizados con la ayuda de marxistas confesos como Juan Grabois y Joao Pedro Stédile, parecen más un mitin de la CGT que una reunión pastoral. Allí, entre discursos sobre justicia social y críticas a la represión policial —como las que lanzó contra el gobierno de Milei—, el Papa se ha escorado tanto a babor que algunos lo ven como el «líder de la izquierda mundial».
No es de extrañar que publicaciones como The Economist lo tachen de peronista, sobre todo cuando elige visitar Cuba antes que Estados Unidos o se codea con figuras como Evo Morales y José Mujica, mientras calla ante las dictaduras de Venezuela y Nicaragua. ¿Doctrina social de la Iglesia o coqueteo con el rojerío?
La línea es tan fina que a veces parece borrada.
Y luego está el tema del silencio, esa virtud que Francisco ejerce con maestría cuando le conviene. Mientras despotrica contra el capitalismo salvaje y abraza causas progresistas, su mutismo sobre el chavismo es ensordecedor. Ni una palabra sobre la crisis humanitaria en Venezuela, donde el régimen de Maduro ha hundido a millones en la miseria, ni un suspiro sobre la represión en Nicaragua, donde Ortega aplasta a la Iglesia misma que él dice liderar. Eso sí, tiempo para reunirse con Hebe de Bonafini o para mandar mensajes de aliento a Milagro Sala siempre lo encuentra.
Este Papa, que cita las Bienaventuranzas como quien recita el evangelio según San Marx, parece haber olvidado que la caridad también incluye denunciar a los tiranos, no solo abrazar a los suyos. Así, entre su alergia a España y su idilio con el izquierdismo, Francisco sigue tejiendo un pontificado que despierta más pasiones fuera que dentro de la Iglesia que juró guiar.
Las confesiones del Papa
- Su relación con la muerte: Francisco admite que no le teme a la muerte y que incluso ha preparado su tumba en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.
- Críticas al clericalismo: El Papa arremete contra el «virus del clericalismo» dentro de la Iglesia, al que considera una «perversión».
- Defensa de los migrantes: Reafirma su compromiso con los refugiados y critica las políticas migratorias restrictivas.
- Reflexiones sobre su pontificado: Reconoce errores cometidos y expresa su deseo de una Iglesia más abierta y misericordiosa.
- Su visión del futuro: A pesar de los desafíos, mantiene la esperanza en una humanidad más justa y fraterna.
Estado de salud actual
Mientras estas revelaciones salen a la luz, el estado de salud del Papa sigue siendo motivo de preocupación. Según el último parte médico emitido por el Vaticano:
«El estado clínico del Santo Padre, dentro de la complejidad del cuadro general, permanece estable. La radiografía del tórax realizada ayer ha confirmado radiológicamente las mejorías de los días anteriores».
Los médicos informan que Francisco continúa recibiendo oxigenoterapia de alto flujo durante el día y ventilación mecánica no invasiva por la noche. Aunque ya no se encuentra en peligro inminente, su cuadro clínico sigue siendo considerado complejo debido a su avanzada edad y condiciones preexistentes.
Un aniversario atípico
Por primera vez en sus 12 años de pontificado, Francisco pasará el aniversario de su elección hospitalizado. A pesar de ello, el Papa ha seguido activo en la medida de lo posible:
«La mañana del miércoles 12 de marzo, tras seguir los Ejercicios Espirituales a través de conexión remota con el Aula Pablo VI, el Papa recibió la Eucaristía, se dedicó a la oración y después a la fisioterapia motriz».
El Vaticano no ha especificado cuándo podría recibir el alta médica, manteniendo la cautela sobre su evolución. Sin embargo, la cercanía de la Semana Santa genera expectativas sobre la posible participación del pontífice en las celebraciones.
A pesar de los desafíos de salud que enfrenta, el Papa Francisco continúa transmitiendo su mensaje de esperanza y renovación para la Iglesia y el mundo, tanto a través de sus palabras escritas como de su ejemplo de resiliencia ante la adversidad.