Cada año cierra una veintena de iglesias en la provincia de Quebec

Iglesias reconvertidas en apartamentos de lujo

El gobierno local ha permitido la demolición de doce conventos en un año

Montreal era conocida como la villa de los 100 campanarios. Hoy la metrópoli ve desaparecer sus iglesias progresivamente de su paisaje urbano

Unos acróbatas se lanzan al aire en una inmensa sala de su escuela de circo en Quebec. Su sede es una obra de arte, con techo abovedado, columnas de inspiración griega y ventanas redondeadas que, hasta hace nueve años, era una iglesia católica.

Convertidas en equipamientos sociales, bibliotecas y apartamentos de lujo, varios edificios religiosos inician su segunda vida. Pero en otros numerosos casos, ese patrimonio histórico cae en manos de promotores privados que, simplemente, prefieren echarlas abajo antes que hacerse cargo de su rehabilitación.

Las iglesias y los conventos de Quebec son la envidia de la gran parte de las regiones de América del Norte. Pero con el paso del tiempo, este rico patrimonio arquitectónico y religioso se funde como la nieve ante el sol, hasta el punto de que algunos expertos consideran el fenómeno como de un ‘tsunami’.

El hecho de que la provincia francófona de Canadá vibre de orgullo por la próxima canonización del hermano André, primer ciudadano quebequés que será proclamado santo por el Vaticano, probablemente no cambiará las cosas.

«No pasa una semana en la que no se hable del cierre de una iglesia o de la demolición de un convento», explica Luc Noppen, especialista en patrimonio urbano de la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM) y autor de numerosas obras sobre el tema. «Hace diez años, eran casos excepcionales, pero ahora es el pan nuestro de cada día», añade.

En la provincia de Quebec se cifra en 3.000 el número de iglesias católicas en un millar el de conventos. Pero, cada año, una veintena de iglesias cierran estima Jocelyn Groulx, director del Consejo de Patrimonio Religioso de Quebec, un organismo que gestiona las subvenciones para los edificios religiosos.

Montreal era conocida como la villa de los 100 campanarios. Hoy la metrópoli ve desaparecer sus iglesias progresivamente de su paisaje urbano.

A primeros de febrero, una capilla franciscana edificada en 1893 reconocida como edificio protegido se incendió y, por falta de medios para rehabilitarla, la orden tuvo que vender el inmueble, sin uso desde hacía tres años.

En Quebec, cuyo centro es patrimonio de la Unesco, el gobierno local ha permitido la demolición de doce conventos. «Las iglesias están cerrando por falta de fieles, hay menos curas y menos fondos», resume el profesor Noppen. También es cierto que, la misión de las congregaciones religiosas no es ocuparse del patrimonio inmobiliario, sino de las almas», añade.

Y la tendencia aumenta: Los religiosos de más de 70 años viven en edificios demasiado grandes y costosos de mantener. Y los fieles desiertan de las iglesias.

«Cuando vamos a Ontario o a los Estados Unidos y les cuentas lo que sucede aquí se quedan pasmados, porque allí no sucede nada de esto», afirma Luc Noppen. Aún así, el Gobierno de Quebec considera que está siendo generoso en la conservación del patrimonio.

Hay demasiados edificios religiosos como para que el gobiernos e encargue de todos. Según el experto en patrimonio, se debería concentrar los esfuerzos en los más improtantes. «Nos podríamos contentar con salvar el 40%», estima el universitario. (RD/Agencias)

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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