Si toda la Nación sufre, más duramente sufren los pobres
(Patricio Downes).-El cardenal Jorge Bergoglio entregó hoy a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el documento de concordia elaborado por el Episcopado, al cabo de una audiencia que la mandataria concedió en la noche de este miércoles a los obispos, que preside el arzobispo de Buenos Aires.
El mismo documento ya fue presentado por Bergoglio y otros miembros de la Conferencia Episcopal Argentina a la Suprema Corte de Justicia y al titular del Senado, Julio Cobos, mientras que mañana lo recibirá el presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Fellner, un incondicional del matrimonio presidencial de Cristina y Néstor Kirchner, actual diputado y ex mandatario antecesor de su esposa.
La Iglesia pide al gobierno y a los dirigentes que abandonen «el estado de confrontación permanente que profundiza nuestros males». La presidenta Kirchner fustiga cada día a la oposición y aun a los que no comparten sus ideas. Pero, con la misma dureza actúa la oposición entonada por un triunfo electoral en junio pasado, que les permitió controlar buena parte del Congreso. Sus discordias, empero, le impiden el control absoluto del Senado.
«No es momentos para victimizarnos ni de procurar ventajas sectoriales», señalaron los obispos. Esto fue la semana pasada, cuando el martes la presidenta descalificó un consejo de la Corte Suprema, que en un comunicado le pidió «mesura» que ella asimiló a la palabra censura.
«La situación actual requiera una actitud de grandeza de parte de todos los argentinos, en particular de sus dirigentes. También nosotros, como pastores, nos sentimos interpelados por esta situación y no nos excluimos del examen de conciencia que se debe hacer», señaló el texto episcopal.
Agregó que «la que sufre es la Nación toda; aunque a veces lo perdamos de vista, la calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones de la Constitución cuyo deficiente funcionamiento produce un alto costo social».
«Si toda la Nación sufre -señala luego-, más duramente sufren los pobres. Este es un reclamo del cual nos volvemos a hacer eco, porque se trata de una deuda que sigue vigente y que se lee en los rostros de miles de hermanos que no llegan a vivir conforme a su dignidad de hijos de Dios. Por ello, es el momento de privilegiar la sanción de leyes que respondan a las necesidades reales de nuestro pueblo, y no de detenerse en opciones fijadas por intereses que no tienen en cuenta la naturaleza de la persona humana, de la familia y de la sociedad».