(Patricio Downes).- El párroco de Nuestra Señora de la Concepción, en la ciudad de Campos Belos (Goiania), padre Rubens de Almeida Gonçalves, 35, murió este martes camino al Hospital de Base de Brasília (DF), luego de ser herido a balazos en la cabeza en su oficina parroquia, a 600 kilómetros de Goiânia. Es la novena víctima mortal por la violencia contra sacerdotes en el término de un año.
La lista se eleva a diez curas asesinados si se tiene en cuenta que en enero de 2009, en Recife, fue muerto a tiros el padre toledano Ramón Ludeña, quien cumplía 32 años de ayuda a los pobres en el barrio de Areias. En su pueblo natal Palahustán, de Toledo, fue enterrado con honores y una calle lleva ahora su nombre.
Ahora, en el caso del padre Rubens, la Policía Civil informó que el crimen fue cometido por un adolescente a quien sólo se conoce con el apelativo de Fagner. El motivo del crimen habría sido el alquiler del salón de la parroquia, que Fagner pretendía para una fiesta, pero enfureció ante la negativa del párroco y lo mató a tiros.
La víctima más reciente de la violencia contra sacerdotes en Brasil fue el padre Dejair Gonçalves de Almeida, de 32 años, quien murió tras ser herido en un asalto en Volta Redonda, un municipio del estado de Rio de Janeiro, Brasil, y se convirtió en la octava víctima de asesinato con investidura sacerdotal católica, en menos de un año.
La CNBB (sigla en portugués de la Conferencia Episcopal de Brasil) informó que el cura y el responsable de la pastoral en la Comunidad de la Santa Cruz, Epaminonda Marques da Silva, de 26 años, quien murió enseguida, fueron secuestrados el domingo y llevados a la curia por asaltantes que exigían dinero.
Dejair murió hoy a la mañana en el Hospital São João Batista en Volta Redonda, conocida como la «ciudad de acero» por sus industrias. Lo velaron este martes en la Catedral de la Diocesis de Barra do Pirai Volta, la iglesia de Nuestra Señora de las Gracias, en Volta Redonda.
A fines de 2009, el Consejo Episcopal de Pastoral (Consep) del Episcopado brasileño señaló «mataron a un hermano más», ante la muerte del Padre Broering Alvino, ocurrida en Itajaí, una ciudad balnearia en la costa norte del Estado de Santa Catarina.
Tras el asesinato del padre Broering Alvino y de Dejair Gonçalves de Almeida, ya son ocho los curas asesinados en diferentes episodios de robo y violencia en menos de un año. A ellos se suma las de los sacerdotes Joaquim Fonseca, misionero comboniano en Roraima; Ramiro Luden, de Recife; Gisley Gomes Azevedo, de Brasília; Ruggero Ruvoletto, de Manaus; Evaldo Martiolo Caçador e Hidalberto Henrique Guimarães, de Alagoas.
El año pasado, luego de la muerte de Alvino, capellán de la Universidad del Valle de Itajaí, los obispos denunciaron una «creciente violencia» en el país. Los obispos de la Pastoral (Consep), dependiente de la CNBBB, dijeron que continuarán «empeñados en contra de las prácticas violentas y en la lucha por la justicia y la paz».
El padre Dejair, la última víctima mortal, fue herido durante un asalto el domingo cuando regresaba de la Comunidad Eclesial del Buen Jesús, en Volta Redonda. Lo acompañaba el ex seminarista y Epaminondas Marques da Silva, quien fue asesinado durante el asalto de un tiro en la cabeza.
La Diócesis de Barra do Piraí/Volta Redonda, informó que el sacerdote y el agente pastoral fueron heridos por disparos en la cabeza. El padre Dejair sobrevivió hasta el martes en el hospital pero Epaminondas murió enseguida.