"Nos conmueve el solo hecho de pensar que Jesús clavado en la cruz de la injusticia, antes de morir pide al Padre que perdone a quienes le han crucificado"
La Iglesia católica chilena presentó hoy al Gobierno una propuesta de indulto enmarcada en la celebración del Bicentenario de la Independencia que incluye como beneficiarios a violadores de los derechos humanos.
«No sería completa la ‘mesa para todos’ si no considerásemos a quienes cumplen penas por delitos contra los derechos humanos cometidos durante el régimen militar», señala el texto de la propuesta, titulada «Chile, una mesa para todos en el Bicentenario».
La eventual inclusión de violadores de los derechos humanos ha originado un intenso debate en las últimas semanas, que se ha identificado al acercarse la fecha en que se conocería la propuesta.
El texto fue entregado por Alejandro Goic, obispo de Rancagua y presidente de la Conferencia Episcopal y por el cardenal arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz al presidente Sebastián Piñera, con quien se reunieron durante una hora en La Moneda.
Hace unos días, Piñera adelantó que estudiará la propuesta de forma exhaustiva y opinó que no debería haber diferencias entre civiles o uniformados.
Durante la reunión, grupos de izquierda y familiares de las víctimas de las dictadura se manifestaron frente a La Moneda en contra del otorgamiento de beneficios a los condenados por crímenes de lesa humanidad.
«Estamos acá diciéndole al Gobierno y a la Iglesia que hay un país y hay unos familiares que no están dispuestos a flexibilizar el respeto a los derechos humanos por acuerdos que se hacen a oscuras, en contra de la democracia y en contra de la vida», dijo Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.
Añadió que al entregar el documento sin escuchar a los familiares de las víctimas, se les está «dando vuelta la espalda» y que la Iglesia «está desconociendo a todos los sacerdotes que perdieron la vida en la dictadura».
El obispo Goic aseguró tras la reunión a los periodistas que la petición «no anula ni contradice el imperio de la ley y la justicia, sino que lo supone y lo exige», pero matizó que «salvaguardando el pleno imperio de los derechos humanos creemos que se pueden dar pasos de clemencia».
«Nos anima un solo propósito: ser fieles a Jesús y coherentes con el mandato cristiano del amor, solidaridad y misericordia«, subrayó.
Lamentó que se hayan desatado opiniones «diversas» antes de conocerse la propuesta e indicó que «respetan» los argumentos contrarios y que esperan que la petición sea «analizada con el mismo criterio, sin prejuicios, con generosidad y amistad cívica».
Los beneficios, según el texto, alcanzaría a condenados por sentencia definitiva -con las restricciones que la autoridad considere prudente establecer- de buena conducta y no sean un peligro para la sociedad, cuyas penas podrían reducirse parcialmente.
Además, pide una reducción adicional para presos mayores de 70 años, y mujeres que tengan hijos menores de 18 años.
También que se conmute penas por otra menos dura a quienes padezcan alguna enfermedad invalidante, grave e irrecuperable y que a los enfermos terminales se les condone el tiempo que les queda por cumplir.
Sobre los violadores de los derechos humanos, los obispos dicen que es un tema que se debe «poner sobre la mesa de todos y conversarlo con la seriedad que corresponde, especialmente en el Parlamento».
«No olvidemos que no todos ellos tuvieron igual responsabilidad en los crímenes que se cometieron. A nuestro parecer no cabe un indulto generalizado ni un rechazo general del indulto para todo ex uniformado condenado«, precisa el texto.
«La reflexión debe incluir, por ejemplo, el grado de responsabilidad que le cupo a cada uno, el grado de libertad con que actuó, los gestos de humanidad que tuvo y al arrepentimiento que ha manifestado por sus delitos», añade.
Los obispos dicen respetar las opiniones contrarias, especialmente «cuando vienen de personas que sufrieron en carne propia o en sus familiares los delitos condenados«, pero solicitan «dar el paso de pedir justicia» sin ensañarse «en el castigo, que nunca puede reparar totalmente el mal causado».
«Nos conmueve el solo hecho de pensar que Jesús clavado en la cruz de la injusticia, antes de morir pide al Padre que perdone a quienes le han crucificado» (…). Esa es la lógica y la pedagogía que anhelamos para cada uno de nosotros», concluyen. (RD/Efe)