Teólogo y precursor de la Teología de la Liberación

José Comblin: “La Iglesia Católica sospecha de la democracia”

"Los obispos están preocupados por reconquistar la influencia que antes tenían, aunque no saben cómo hacerlo"

El Papa es muy amable, muy acogedor, pero en las ideas es muy tradicional, conservador

Te puede resultar curioso que un sacerdote señale que Marx «fue el primer filósofo cristiano». Esa es la posición que José Comblin tiene respecto al sustento del cristianismo, religión que, con el influjo de filósofos como Aristóteles, naturalizó el orden del mundo, hasta convencerse de que no es posible cambiarlo, ya que fue dado por Dios. Nacido en Bélgica (1950), Comblin se doctoró en Teología en la Universidad de Lovaina (capital de ese país). Vivió en Brasil y, en 1972, expulsado por la dictadura, vino a Chile para enseñar en la Universidad Católica. Sin embargo, en 1981, Pinochet le impidió reingresar después de un viaje, así que regresó a Brasil, donde trabajó esa década con comunidades de base. Lo etrevista Cristóbal Cornejo en Ciuadadano.

-¿Cómo caracteriza usted a Jesucristo?

-Él viene a mostrar en su vida qué es la nueva humanidad y a anunciar la transformación. Busca a los que sufren, a los enfermos, a los que no han tenido suerte. Después, anuncia a los pobres que la situación cambiará, que tengan confianza y fuerza, porque ellos tienen la sabiduría de Dios y entienden, en cambio los ricos y poderosos nunca entienden, y no quieren entender. Ellos defienden sus privilegios y nada más.

Después, reúne una comunidad y les da la recomendación básica fundamental: Que nadie quiera ser más que los otros. Eso basta, es la única instrucción. Si respetan eso, todo lo demás funciona.

Luego denuncia a todos los que mantienen el sistema de dominación, y que lo defienden, porque les beneficia.

Por la fidelidad a ese mensaje, todas las autoridades de Israel quieren matarlo y van a ponerse de acuerdo con el Gobernador romano que, de hecho, siente que es un revolucionario que amenaza su sistema, y al que es mejor suprimir.

Jesús mostró el camino para construir un mundo nuevo, no sólo para salvar el alma, que es más fácil.

-¿Cómo se proyecta la imagen de este Jesús a la Iglesia Católica que se instituye?

-En un momento crítico, los emperadores romanos adoptaron el cristianismo como religión del Estado. .. ¡Y eso está muy lejos del evangelio de Jesús! Empiezan a representar a Jesús en mosaicos, vestido como Emperador, con las insignias del poder, con el manto imperial, lo que, a la vez, confirma el poder del Emperador.

Ahí aparece todo un sistema de culto que no existía, porque las religiones anteriores ofrecían sacrificios, tenían templos, pero los cristianos no. Con este sistema, todo el mundo es obligado a ser cristiano, la gente se bautiza porque la Policía está vigilándolos, y así aparecen un montón de discípulos de Jesús que en realidad no lo entienden.

-¿Y cuál es el papel de los sacerdotes?

-La tarea de la organización eclesiástica es cuidar la transmisión de la fe, pero en la práctica lo hacen a medida que no es un peligro para su carrera. Al momento que es un peligro, hay cosas que es mejor no decir ni explicar. No dicen que Jesús murió porque luchó contra todos los dominadores y denunció el sistema; dicen que sacrificó su vida para que Dios perdone los pecados de la gente, y nadie se siente amenazado.

-¿Cómo ve usted el momento actual de la Iglesia Católica?

-Por el momento, su preocupación principal es mantenerse, continuar, ya que hay muchos que se han ido. Están buscando mantener su posición de poder, aunque en la práctica eso no tenga mucho influjo. Están preocupados de reconquistar la influencia que antes tenían, aunque no saben cómo hacerlo.

En cuanto al mundo exterior, no hay mucha preocupación. ¿Entrar en conflicto con los poderes dominantes? Eso no, nada de eso.

-¿Tuvo la Iglesia alguna vez la posibilidad de impulsar el cambio social?

-Como institución no, sólo cambio social hasta el punto en que las clases dirigentes aceptan. De ahí a confrontar, eso lo hacen algunas personas, algunos padres, algunos obispos, pero no la institución. Toda institución tiende a permanecer, esa es su naturaleza, no tener conflictos con otros poderes.

Por eso, lo mejor sería la institución más débil posible, tener lo necesario para mantener la unidad y la organización, sin concentración de poder, con dispersión, que cada lugar pueda organizarse y definir.

-¿Qué le parece la figura y liderazgo del Papa Benedicto XVI?

-Es más discreto que el anterior, no tiene el mismo carisma, ni el deseo de mostrarse tanto. Es un intelectual, dedica el tiempo a estudiar. No conoce mucho sobre las realidades de los pueblos. Es muy amable, muy acogedor, pero en las ideas es muy tradicional, conservador.

-¿Y sobre sus relaciones con el nazismo?

-Es que todo el sistema es autoritario. En la democracia se critica, discute, se vota y se deciden cosas, pero a la Iglesia no le gusta eso, le tiene temor. La Iglesia sospecha de la democracia, así que un sistema autoritario coincide mejor con sus intereses, porque ahí todo se decide conversando con el dictador.

-¿En qué difiere la concepción de la Iglesia sobre el pecado, de la que tuvo Jesús?

-Cuando judíos entraron a los discípulos de Jesús traían toda su herencia, muy concentrada en el antiguo testamento: La insistencia de hacer que la gente aplique toda la moral y todas las normas y reglas.

Jesús no se preocupó mucho del pecado, porque Dios perdona. Él tuvo simpatías por los pecadores, porque eran menospreciados, mal considerados. Les dio más ánimo, valor y fuerza.

El pecado es el sistema de dominación que reaparece siempre en toda la historia, lo contrario de la fraternidad y del amor. Toda forma de dominación que disminuye la vida es matar al otro, eso es dominación, opresión, pecado.

-Si Jesús estuviera vivo ¿Dónde estarían puestas sus energías?

-Jesús querría cambiar este mundo. Se iría a buscar a la gente sencilla y pobre, porque con los ricos es inútil, ellos no van a querer cambiar, están aprovechando bien. Iría a buscar a los pobres, crearía comunidades, les daría el sentido de su dignidad, de sus derechos, de luchar por una vida mejor.

-Cuando usted habla de cambiar el mundo ¿Habla de revolución social?

-No, de cambiar la humanidad, la manera de relacionarse entre las personas, eso es lo que hay que cambiar. Como lo hicieron las comunas medievales, las comunidades de base, las empresas cooperativas, donde todos participan. Al final, el imperio caerá como todos los anteriores, y los oprimidos se liberarán gracias a su lucha.

 

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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