En el mundo actual es común confundir lo auténticamente religioso, como relación libre y confiada del hombre en Dios, con una serie de formas con las que se pretende manejar lo que se nos presenta como incierto
(Emilio Rodríguez Ascurra, corresponsal en Argentina).- «En el mundo actual es común confundir lo auténticamente religioso, como relación libre y confiada del hombre en Dios, con una serie de formas con las que se pretende manejar lo que se nos presenta como incierto. Parecería que lo religioso se identifica con lo irracional y con ese mundo de fuerzas que no manejamos. Se recurre a lo religioso, además, para obtener beneficios y resultados, hay como un retroceso en esto al mundo mágico del paganismo». Con esta frase se inicia el mensaje de Monseñor Jose María Arancedo, Obispo de Santa Fe y Vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal Argentina.
En su alocución semanal radial emitido por LT 9 titulada: «La fe en Dios purifica lo religioso». A lo que agrega: «La verdadera fe en Dios no es garantía de un éxito inmediato, sino una mirada que ilumina y da sentido a nuestra vida, incluso frente a lo adverso, incluida la misma muerte, porque ella, la fe, nos introduce en la verdad de nuestra condición de criaturas.»
«La fe no vive buscando milagros, tampoco es un recetario de respuestas, sino el encuentro con un Dios que nos abre el camino a la vida con un horizonte más amplio que lo inmediato. La fe nos habla de la grandeza y de los límites del hombre como ser creado, pero nos dice que vivimos bajo la mirada providente de Dios y con un destino trascendente. La fe da sentido y esperanza a nuestro peregrinar por este mundo.»
Asegura Mons. Arancedo que es necesario recuperar la presencia de Dios en la historia de los hombres y de las mujeres de hoy, desde su íntima condición religiosa común a todos, al mismo tiempo que exhorta a no caer en una vivencia de fe relacionado a la superstición, al sentimiento religioso, que le quita a Dios su auténtica identidad transformándolo en una herramienta al servicio de las necesidades de los hombres.
«Creo que es necesario retomar una catequesis sobre el verdadero sentido de Dios para purificar y elevar la salud religiosa del hombre. (…)Jesucristo es, para el hombre, la garantía de un conocimiento de Dios y de un verdadero espíritu religioso.»
Finalmente, concluye diciendo: «Él, el Hijo de Dios, se ha hecho hombre para que el hombre encuentre el camino hacia Dios. Ha llegado la hora, nos dirá: «en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad… Dios es espíritu, concluye, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad» (Jn. 4, 23-24). Esto nos aleja de todo intento de disponer o manejar a Dios, por el contrario, pone las bases de una auténtica vida religiosa que da sentido y confianza al hombre.»