No me gusta que me comparen con el señor Lugo. Él tuvo problemas con la jerarquía Católica y recibió un fuerte llamado del Vaticano
«Ya somos un ‘narco estado’ y es que hay un desorden establecido en Honduras. Los gobiernos han ido perdiendo autoridad en las últimas décadas, el Estado hondureño se ha vuelto insignificante y está casi al punto de desaparecer completamente» advirtió el obispo Luis Alfonso Santos, pocas horas después de dejar la tutela de la Iglesia Católica en el Occidente de Honduras. Lo entrevista Jorge Sierra en El Proceso.
La expresión fue brindada en el contexto de reflexiones sobre su vida sacerdotal, la Iglesia y el país de cara a los desafíos de la realidad hondureña.
Y es que el Obispo Santos cumplió la jornada que la norma canoníca le permitía para servir como guía espiritual del pueblo católico del occidente de Honduras, donde las multitudes le han seguido y él a cambio ha sido su guía fiel, impulsor de su fe y de una doctrina de amor, equidad y justicia.
Defensor de los pobres, su figura no ha dejado de ser controversial ya que muchas veces sus posiciones personales han lindado con su misión sacerdotal.
De carácter recio, a Luis Alfonso Santos Santos, se le conoce como el «Obispo Rojo», un término que hace recordar al sacerdote brasileño Helder Cámara, quien murió a los 90 años, en Pernambuco, luego de una vida impulsando la defensa de los derechos humanos y como pionero de la teoría de la Liberación. Otros también mezclan lo de «Obispo Rojo» al origen familiar y a las simpatías liberales, un tema que nunca negó.
Pero a sus 75 años monseñor Santos tiene el espíritu de un sacerdote recién ordenado en cuando a deseos de seguir sirviendo desde plataformas alternativas que incluyen la posibilidad de buscar la presidencia de Honduras, de cara a los comicios generales de 2014, un tema que dice, está sujeto al permiso del Papa Benedicto XVI.
Proceso Digital conversó con él y esto fue lo que nos dijo:
¿Qué sabor le deja el término de su misión en el obispado en Occidente?
Por primera vez en toda mi vida, desde que empecé a trabajar a los 21 años, siento un poco de alivio porque ya no seré encargado de algo que me preocupe y de lo cual tenga que dar cuentas a Dios.
El haberme quitado el cargo a los 75 años representa para mí, dejar un poco la responsabilidad de ser obispo y por otro lado, me dedicaré en beneficio de la gente que sufre. Voy a dedicarme, sí Dios me lo permite, a la formación humana de la gente en el departamento de Lempira e Intibucá. Aunque debo decir que me preocupa mucho el clima de ese sector del país porque me pegó asma bronquial a los 53 años, así que cuando el termómetro baja a cinco grados, me aflijo un poco.
¿Entonces seguirá vinculado a la Diócesis de Copán?
Lo que pasa es que la Diócesis son los cinco departamentos de Occidente y eso fue decretado por el papa Benedicto XV en 1916, y comprende los departamentos de Copán, Ocotepeque, Lempira, Intibucá y Santa Bárbara.
Yo puedo quedarme a vivir en una casa particular o regresar a la congregación salesiana, pero no regresaría a la congregación porque yo donde me encuentro bien es en una parroquia, trabajando con la gente humilde
¿Cuáles fueron sus principales logros como obispo de Copán?
Como obispo he ordenado a 50 sacerdotes, todos originarios del Occidente del país y todos del clero diocesano secular, es decir, no pertenecientes a congregaciones religiosas.
Otro punto es que logré la formación intelectual y la organización de toda la Iglesia, todo bajo la doctrina de la Iglesia Católica, es lo principal que hemos hecho en estos 28 años.
¿Sintió alguna frustración en el desempeño de su misión?
No, porque por mi educación he aceptado todo de la mano de Dios y he reaccionado siempre, preguntándome qué es lo que quiere Dios de mí ante las situaciones que me ha tocado enfrentar. Por eso, nunca me he sentido frustrado, aunque sí un poco de amargura a veces por algunas incomprensiones y también por los chismes y calumnias que la gente dice aquí en Honduras, para perjudicar la imagen de cualquier persona. Algunos medios de comunicación se han prestado para deteriorar mi imagen acusándome de estar involucrado en política y otras veces me han calificado de comunista, cuando lo que he tratado siempre es que haya justicia social y equidad en Honduras.
¿Qué piensa de lo que pasa actualmente en Honduras?
Ya somos un ‘narco estado’ y que hay un desorden establecido en Honduras. Los gobiernos han ido perdiendo autoridad en las últimas décadas, el Estado hondureño se ha vuelto insignificante y casi al punto de desaparecer completamente.
¿Le mira rumbo al país?
Parece que lo que quiere el actual Congreso es que seamos como Hong-Kong, un lugar de inversiones sin importar la soberanía nacional poniendo en riesgo la independencia del Estado hondureño.
¿El narcotráfico se ha infiltrado en los poderes del Estado?
Eso fue lo que dijo Alfredo Landaverde y por eso lo mataron. No lo digo yo, lo dijo él que tenía porqué saberlo.
Se ha mencionado mucho que usted podría participar activamente en política
El problema está mal planteado. Yo no tengo aspiraciones políticas o (soy) el que quiere ser presidente de Honduras. Han sido los mismos políticos que me lo han propuesto en tres ocasiones diferentes.
En el gobierno de Rafael Callejas (1990-94) me llamaron de San Pedro Sula para ofrecerme la candidatura después de Carlos Roberto Reina, en ese momento les dije que no podía porque estaba desempeñando el cargo en Santa Rosa de Copán.
Luego cuando el golpe de Estado en el 2009, me llamó el embajador de Honduras en la ONU y me dijo: ´´monseñor queremos que acepte la candidatura por una coalición de fuerzas sociales y un ala del partido Liberal´´. De nuevo les dije que no porque no se miraba viable el asunto en el ambiente que había después del golpe con la represión que se desató y dije que no.
Este año, no recuerdo en qué mes, un grupo de personas me manifestaron que querían hablar asuntos de país y me invitaron a Tegucigalpa para hacerme la formal propuesta, que si quería ser el candidato por el «Movimiento 28 de Junio, Liberales Auténticos en Resistencia». A lo que les contesté que el código de Derecho Canónico prohíbe a los sacerdotes ser miembros de un sindicato o de un partido político.
De todas maneras, ahorita se están recogiendo firmas y si hay un número considerable, puedo pedir al Papa que me dispense del canon 287 (el que prohíbe a los sacerdotes ser miembros de un partido político) y en ese caso yo puedo celebrar la misa en privado y desempeñar un puesto al servicio de Honduras. Pero tendría que ser un deseo de la ciudadanía.
Hay muchos que lo ven como el Fernando Lugo hondureño
No, porque la situación de Paraguay no es la misma que la de Honduras. Ellos vivieron una dictadura terrible que los aisló del mundo. Nosotros en Honduras tenemos el océano Atlántico y el Pacífico y muchas riquezas. No me gusta que me comparen con el señor Lugo. Él tuvo problemas con la jerarquía Católica y recibió un fuerte llamado del Vaticano, por eso no me gusta esa comparación. Yo he sido claro con el grupo que si el Santo Padre Benedicto XVI no me da su licencia, yo no aceptaría ninguna candidatura. No voy a dejar el sacerdocio por una candidatura presidencial.
¿Qué opinión le merece el presidente Lobo?
Mirá, yo he sido amigo del licenciado Porfirio Lobo desde antes que él fuera diputado. Es decir, hay un cuñado mío olanchano que creció en la familia de los Lobo y a través de ahí ha existido un nexo y hemos sido amigos siempre. Como presidente de Honduras le ha tocado enfrentar el aislamiento internacional en que nos puso la Organización de Estados Americanos (OEA) con el Golpe de Estado.
Su opinión acerca de las candidaturas independientes de cara a un nuevo proceso electoral
Simplemente que hay una especie de cansancio del pueblo hondureño de los partidos tradicionales. El pueblo apoya estas candidaturas independientes porque cree que se puede librar del dominio de estos dos grandes partidos. Yo no lo pienso así. En unas cinco o seis generaciones, o hemos nacido en una familia liberal o una nacionalista. En el fondo los partidos pequeños tienen que estar inclinados o al partido Liberal o al Nacional.