El padre está convencido de que los médicos cometieron mala praxis
El milagro duró sólo un instante. Luego de que los médicos les entregaran el cuerpo del niño Kelvin Santos, los familiares lo llevaron a la casa y, tras hacer los preparativos necesarios, se dispusieron a velarlo.
Al día siguiente, una hora antes del entierro, escucharon la voz que jamás creían volver a oír.
«Papi, ¿puedo tomar un poco de agua?».
«Todos empezamos a gritar, no podíamos creer lo que veían nuestros ojos. Luego pensamos que se había producido un milagro y que nuestro hijo había vuelto a la vida», contó Antonio Santos, el padre.
«Entonces, Kelvin simplemente se acostó como antes. No pudimos despertarlo. Estaba muerto nuevamente».
Cuando al retornar al hospital de Belem, en el norte de Brasil, los doctores lo revisaron y le confirmaron que no tenía signos vitales, Santos no quería creerlo.
«Me aseguraron que estaba realmente muerto, pero no me dieron ninguna explicación por lo que vimos y escuchamos«.
Demoraron un tiempo más el funeral, pero al convencerse de que no había nada para hacer, decidieron enterrarlo.
«Los muertos no se levantan y hablan como si nada, tal vez no lo examinaron bien. Estoy decidido a descubrir la verdad», aseguró Santos, que está convencido de que los médicos cometieron mala praxis.
Por eso presentó un reclamo formal ante la Policía, que inició una investigación, según publica un periódico carioca local.