Hermano de Dubois: "Gracias a toda la comunidad que está acá para celebrar la entrada en el reino del cielo de nuestro hermano Pierre, que se volvió chileno"
Miles de chilenos dieron hoy el último adiós al sacerdote francés Pierre Dubois, un gran defensor de los derechos humanos durante la dictadura militar (1973-1990), que el viernes pasado falleció a los 80 años de un ataque cardiaco.
Desde la parroquia Nuestra Señora, de la barriada La Victoria, situada en el centro sur de la capital chilena, un multitudinario cotejo siguió el ataúd del sacerdote que fue cargado por los fieles durante diez kilómetros, hasta la Catedral Metropolitana de Santiago.
Los restos de Dubois pasaron frente a la que fue su casa en la población La Victoria, también por la calle Ránquil, donde fue asesinado su amigo y también cura francés André Jarlan en 1984, y frente al cuartel de Carabineros donde fue llevado antes de ser expulsado del país en 1986.
En el cortejo también participaron los hermanos de Dubois María Teresa y Michel, que antes de dirigirse a la Parroquia Nuestra Señora de La Victoria, realizaron los trámites correspondientes para que el cuerpo pueda ser incinerado en el Cementerio Católico.
«Gracias a toda la comunidad que está acá para celebrar la entrada en el reino del cielo de nuestro hermano Pierre, que se volvió chileno«, dijo Michel a los periodistas.
En la Catedral Metropolitana, abarrotada de fieles y amigos, así como en las afueras del templo donde se congregaron miles de personas, el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, presidió la misa en homenaje de Dubois.
Ezzati señaló que el cura francés fue un signo para La Victoria y la Iglesia de Santiago «de que Dios esté cerca» y quien siempre que los pobres pudieran encontrar «la justicia y la paz».
Cómo párroco de La Victoria, una población surgida de una ocupación de terrenos a comienzos de los años 60, Pierre Dubois defendió a los pobladores durante las protestas contra la dictadura de Pinochet en los años 80, llegando a tenderse en la calle para impedir con su cuerpo la entrada de carros blindados policiales al sector.
También se preocupó de apaciguar la ira de los pobladores, como en 1984, cuando las balas policiales mataron al también sacerdote francés André Jarlan, mientras leía la Biblia en su habitación.
Dubois, que solo pudo regresar a Chile tras la recuperación de la democracia, en 1990, continuó viviendo entre los pobres, a cargo principalmente de programas contra las drogas pese a la enfermedad de Parkinson que le afectó en los últimos años.
Después de que su cuerpo sea incinerado en el Cementerio Católico de Santiago, sus cenizas retornarán a la parroquia en la población La Victoria, cumpliendo con su expreso deseo antes de morir.