Lo que aprendió en Altamirano fue a ser el Obispo hermano, a dialogar, y a quitarse la aureola clerical para lograr la unión
En la privacidad de su despacho en el obispado, don Raúl Vera, como ahora lo llaman, contó a Isabel Echeverri y César Gaytán de VANGUARDIA de México cómo optó por deshacerse de la aurea clerical que muchas veces los obispos adquieren. Don Raúl, el obispo de Saltillo, es un obispo hermano, amigo y compañero, así se definiría él mismo.
Aún de niño, Vera decía que quería ser sacerdote, sin embargo, fue hasta los últimos años de su carrera en Ingeniería Química que la vocación decidida y fuerte surge, ya estando en contacto con los padres dominicos.
«Me atrajo su predicación convincente, su preparación extraordinaria y su gran capacidad de acogida. Nos sentíamos muy a gusto y muy contentos en la parroquia universitaria, eran 10 sacerdotes y todos eran amables, sabían ser amigos y tenían un lenguaje muy adecuado. Ahí empecé a entender el evangelio«, expresó.
Después entró en un proceso de formación cristiana de grupos de reflexión, donde se relacionaba la palabra de Dios con respecto a los problemas que en ese momento se vivían en México.
Es el momento definitivo, Raúl Vera decidió que quería ser un fraile dominico, y que quería estar presente en la historia del mundo con el evangelio.
«En ese momento ya entendía que Cristo dejó el evangelio para rectificar la historia cuando no daba buenos frutos», señaló.
Apego familiar
Es el sexto hijo nacido pero el cuarto de los vivos, pues dos hermanos suyos murieron. Tiene 4 hermanas, dos mayores y dos menores y un hermano.
Nacido en Acámbaro Guanajuato, Vera contó cómo este lugar, en aquel entonces de 50 mil habitantes, era un pueblo encallado en la época del ferrocarril.
«El pueblo tenía un taller muy grande que daba servicio a las locomotoras de vapor porque había tres tipos de locomotoras, ahí ocupaban a una buena parte de la población»
Su madre sería la figura que marcaría para siempre el destino de sus opiniones, quien lo introdujo a la información y al estar enterado de las situaciones que se vivían en todo el mundo.
«Mi madre era una mujer informadísima, tenía el hábito de lectura. Todos los días llegaba a la casa El Universal porque mi papá era corresponsal de ese periódico. Mi madre era aficionada a radio de onda corta, tenía una preocupación especial por lo que sucedía en el mundo. Su esquema era radio Pekín, Moscú, Francia Internacional, Voz de Alemania, de América, a partir de las 3 o 4 de la tarde estaba el radio mientras comíamos, y los comentarios de mi mamá en la comida tenían que ver con esto», explicó.
Sus hobbies
Para el obispo leer y estudiar siguen siendo su hábito dominico. Estudia en orden y a profundidad la sagrada escritura, lectura de comentarios teológicos, lectura histórica, entre otros.
Además gusta de tener un repertorio amplio de chistes.
«Cuando me dicen ‘¿Oye y por qué sabes muchos chistes?, les contesto ‘Pues la vida inútil’. No, no es cierto (bromea) es convivir, es el fruto de convivir, me gusta dedicarle el tiempo a la convivencia. Trato de no ser sistemático», dijo.
La comida favorita de don Raúl depende del lugar donde se encuentre. «De aquí del norte es el cabrito y una buena carne, pero por salud no puedo hacerlo mucho. Como mucho pescado porque eso es lo que no me hace daño. Allá en Chiapas la sopa de pan y en Guerrero el aporreado».
Además expresó que gusta de salir a divertirse, a pesar de no tener tiempo y, ¿Por qué no?, salir a algún bar por la noche.
«Cuando estamos en una reunión de grupo y dicen ‘Vamos a cenar’, yo no tengo problema. Sé que escandalizo pero no voy a ir a emborracharme, voy al diálogo y, muchas veces, a diálogos muy serios», expresó entre risas.
Quizá no el mismo grado, pero la violencia generada por el narcotráfico que ahora se experimenta en Coahuila, como en otras partes del País, es un ambiente que el obispo Raúl Vera López ha experimentado desde que inició su labor episcopal… y así lo narra. Lo cuenta Césay Gaytan en La Vanguardia de México
El Obispo es un hombre ocupado, y como faltan pocos días para su 25 aniversario episcopal se supone que la charla no dure más de 30 minutos. Sin embargo, quienes lo conocen saben que una vez que se ha sentido cómodo con una plática, los minutos no alcanzan, y es así que esta media hora terminó convertida en el doble.
Está sentado en su oficina personal, con la sotana blanca puesta y los zapatos negros que relucen de tan limpios que los lleva, y narra que el Papa Juan Pablo II lo eligió obispo el 20 de noviembre de 1987, y lo ordena como tal el 6 de enero del siguiente año en Roma, junto con otros 9 obispos.
Apenas 15 días después, el 21 de enero, el pontífice lo enviaría a Ciudad Altamirano, Guerrero, «una tierra caliente» donde dice que se disparaba rápido, y la alta violencia (generada por la siembra de la droga) le obligara a quitarse sus referentes culturales.
«Ahí me encuentro una iglesia dividida«, comenta fray Vera López, donde la mitad de los sacerdotes estaban en contra del entonces Obispo, y la otra mitad con él, aunque un poco resentidos. Más delante confiesa que se debió a una lucha de poder, porque «el tema clerical lleva consigo una búsqueda de poder».
Su misión en ese lugar fue «recuperar la figura del Obispo» que se había perdido con la desconfianza. Para ello, dice, fue necesario un plan pastoral para la evangelización. Monseñor explica que lo que aprendió en Altamirano fue a ser el Obispo hermano, a dialogar, y a quitarse la aureola clerical para lograr la unión.
Con sólo pausas para tomar aire, don Raúl cuenta que en 1995, a ocho años de haber llegado a Altamirano, fue enviado como Obispo Coadjutor a San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Llegó en medio de otro conflicto armado, aunque ya estaba negociando la paz, que califica como un «camino doloroso».
Aquí también tuvo que hacer un esfuerzo por quitarse los añadidos culturales del clericalismo que se funda en el poder, así como deshacerse de prejuicios. «Se decía que esa Diócesis era política», expresa, «cuando yo llegué creía que la Diócesis estaba sufriendo errores que había cometido, pero me di cuenta que sufría por sus decisiones firmes a favor del Evangelio y de la fe«.
Al lado del obispo Samuel Ruiz, y en compañía de indígenas que defendían sus derechos de grupos armados y del Gobierno, entendió algo fundamental para su trayecto: «Un pastor, si no arriesga su vida, no puede ser un pastor verdadero».
En 1999, luego de haber vivido entre los más pobres y defender a personas vulnerables de quienes, reconoce, aprendió mucho, el papa Juan Pablo II lo envió de la selva al desierto coahuilense en la Diócesis de Saltillo.
Aquí ha observado que la gente es persevante, organizada, de mucha camaradería y que le gusta mucho el dialogo. «Yo no era cafetero, pero aquí he visto que con una taza de café se arreglan muchas cosas«.
Diócesis de Saltillo: Invita a construir la Iglesia profética
Para conmemorar los 25 años de episcopado de Fray Raúl Vera, la diócesis planeó una serie de conferencias entre hoy y mañana donde habrá invitados especiales.
El evento es denominado «Construyendo la iglesia profética«, las actividades se llevarán a cabo en el auditorio del seminario mayor.
De las 9:00 a las 10:30 horas, y después de las 10:45 a las 12:15 se tienen planeadas dos exposiciones bajo el tema «Responsabilidad Profética de la Iglesia ante los Desafíos del Mundo Actual».
Alas 12:35 se llevará a cabo una mesa de trabajo llamada «El Espíritu Ecuménico Indispensable para Responder a los Desafíos», con la participación de la sacerdote anglicana y teóloga, Emilie Smith; la pastora bautista, Rebeca Montemayor y el sacerdote católico Clodomiro Siller.
También se tocará el tema «Modelo de la Iglesia Profética que Responde a los Desafíos del Mundo», con conferencias de las 9:00 a las 10:30.
Finalmente, de las 11:00 a las 13:00 horas se llevará a cabo la mesa de trabajo «Las Personas Excluidas como Principales Sujetos para Construir la iglesia», con la participación de Consuelo Morales, de CADHAC, Javier Sicilia del Movimiento por la Paz, y la organización civil Las Abejas.
El domingo 6 de enero se llevará a cabo una misa a las 11:00 horas en el auditorio del parque Las Maravillas.