Los delincuentes, por un lado, solicitan dinero a cambio de dar supuesta protección a párrocos
En los últimos ocho años han sido asesinados en México 22 sacerdotes católicos, por lo que, después de Colombia, es el segundo país en América que resulta más peligroso para ejercer el sacerdocio, asegura un informe hecho por el Vaticano.
Elaborado por la Agencia Fides, dependiente de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el informe detalla que en ese mismo periodo se registraron en Colombia 25 sacerdotes católicos asesinados, tres más que los victimados en México.
Según este recuento, fue durante el sexenio de Felipe Calderón cuando se dio la gran mayoría de los crímenes, ya que tan sólo entre 2007 y 2012 fueron asesinados 17 clérigos. Y el año más violento para el ministerio sacerdotal fue 2011, que arrojó un saldo de cinco crímenes.
La oficina que se encarga en México de realizar el conteo de los sacerdotes mexicanos asesinados es el Centro Católico Multimedial, pertenece a la congregación religiosa Sociedad de San Pablo, la cual periódicamente manda sus cifras actualizadas a la Agencia Fides, en Roma, que a su vez elabora un comparativo a escala mundial.
Gustavo Antonio Rangel, responsable de elaborar los informes del Centro Católico Multimedial, también lleva un recuento sobre amenazas de muerte, secuestro y extorsiones contra los sacerdotes del país, en el marco de la lucha contra el narcotráfico que emprende el gobierno mexicano.
Entrevistado por la revista Proceso en 2011, Rangel reveló que, como cualquier ciudadano, los párrocos mexicanos también son obligados a pagar «cuotas» al crimen organizado.
«Los delincuentes, por un lado, solicitan dinero a cambio de dar supuesta protección a párrocos. Al mismo tiempo la amenaza va desde la quema del recinto sagrado, el secuestro o hasta el riesgo de ejecutar al religioso si no paga la ‘cuota'», dijo Rangel a Proceso (número 1798).
Y señaló que sólo en 2010 más de mil sacerdotes fueron víctimas de intento de extorsión, y alrededor de 162 fueron amenazados de muerte.
Incluso mencionó las cantidades que el crimen organizado exige: «En el caso de extorsión, la cantidad alcanza en promedio 10 mil pesos. Cuando se trata de secuestro puede llegar hasta 2 millones», reveló.
La jerarquía católica ha venido señalando que otro factor que hace muy vulnerable al ministerio sacerdotal es la constante denuncia que hacen los párrocos contra los cárteles de la droga, sobre todo quienes trabajan en zonas con altos índices de inseguridad.
El más reciente ejemplo de estas denuncias eclesiásticas contra la violencia y el narcotráfico es el cortometraje fílmico Hermano narco, producido justamente por la Sociedad de San Pablo y que narra la historia de una niña que perdona al narcotraficante que asesinó a su padre. Este filme -dirigido por Jorge Segovia- se exhibió incluso en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
Asimismo, la desaparición del sacerdote Santiago Álvarez, de la diócesis de Zamora, es el más reciente caso de un religioso afectado por la inseguridad y la violencia que hay en el país.
Álvarez desapareció el pasado 27 de diciembre cuando se dirigía en automóvil de Jacona a la comunidad de Paredones, cercana a la ciudad de Jiquilpan, Michoacán.
(Rd/Agencias)