El soldado que lo mató, el recluta Nelson Bañados, más tarde se suicidó atormentado por haber cometido este crimen
(OMP).- Se cumplen 40 años del asesinato del sacerdote misionero Joan Alsina en Chile. Por este motivo, el obispo de Girona, Mons. Francesc Pardo i Artigas, ha celebrado hoy una Misa en su memoria en la Basílica de Santa María de Castelló d’Empuries, su localidad natal. Participaron en la Misa, además de las autoridades del pueblo, sacerdotes compañeros de formación del misionero, además del delegado de misiones de Girona, Ricard Sarrá.
Durante la ceremonia estuvo expuesto un cuadro de Joan, pintado por uno de los fieles de Castelló, con una doble imagen de él, de seminarista y de sacerdote, mostrando dos etapas de su vida, con un fondo de América del Sur y una espiga y una cruz.
Tras la Misa, enfrente de la basílica, en la plaza que su localidad natal le dedicó, la Plaza Joan Alsina, se tuvo un acto de homenaje a este insigne castelloní, a cargo de las autoridades locales. En este acto el alcalde ha valorado lo que significa la figura de Joan para la vida del pueblo y los valores que éste representa para cada uno de los habitantes.
Hace 40 años, en Chile, Joan Alsina ejercía su ministerio sacerdotal en la parroquia San Ignacio de San Bernardo y era jefe de personal del Hospital San Juan de Dios. Alsina, uno de los tres españoles asesinados por la dictadura de Pinochet, dos de ellos sacerdotes, nació en Castelló d´Empuries, Girona, y tenía 31 años en el momento de su muerte.
El 11 de septiembre de 1973, horas después de producirse el golpe, pidió a sus amigos de la Iglesia que, si lo detenían, no hicieran nada por él porque «quería compartir la suerte de los trabajadores«; de modo que se presentó a su trabajo en el Hospital de San Juan de Dios como cualquier otro día, y allí fue detenido.
Tras su captura, fue golpeado, torturado y dejado inconsciente. Después, fue trasladado al Internado Nacional Barros Arana, y más tarde al Puente Bulnes, que cruza el río Mapocho, en la zona norponiente de la capital chilena, donde fue fusilado por orden de López Almarza con siete disparos.
El soldado que lo mató, el recluta Nelson Bañados, que más tarde se suicidó atormentado por haber cometido este crimen, declaró que el sacerdote le dijo: «Por favor, no me vendes los ojos, dispárame de frente para que pueda verte y perdonarte«.
Su cuerpo apareció en el Instituto Médico Legal de Santiago, el 27 de septiembre de 1973. Fue sepultado al día siguiente en el Cementerio parroquial de San Bernardo.