O'Malley y el obispo de la Diócesis de Tucson, Gerald Kicanas, ofrecieron la comunión a través de la cerca
Obispos norteamericanos visitaron ayer la frontera con México. A la sombra de la cruel valla que separa ambos países, oficiaron una misa al aire libre del lado estadounidense -incluso ofreciendo la comunión a través de la barrera de acero a la gente del lado mexicano- para generar conciencia sobre la difícil situación de los inmigrantes y rezar por cambios en la política migratoria.
La tarde del martes se celebró, en la frontera de México con Estados Unidos, una misa en memoria de los 6.000 inmigrantes que han muerto en el desierto de Arizona desde 1998, intentando comenzar una vida nueva dejando su país de origen. «El Santo Padre nos anima para ir a las periferia: aquí estamos. Tenemos que descubrir nuestra propia identidad como de Dios para estar con nuestro hermano«, son palabras del Cardenal Sean O’ Malley, Arzobispo de Boston, quien también recordó en su homilía que EEUU es una nación de inmigrantes, y que gracias a ellos no se gana sólo a nivel económico sino también en valores, cultura, talento, juventud….».
El cardenal Sean O’Malley, líder de la Arquidiócesis de Boston, encabezó una delegación de obispos de Estados Unidos y México en el viaje a la frontera, menos de una semana después que el presidente Barack Obama habló de la reforma migratoria en un encuentro en el Vaticano con el papa Francisco.
Los obispos recorrieron la ciudad fronteriza de Nogales, Arizona, y caminaron a lo largo de una sección de la frontera tristemente célebre por haber sido utilizada como cruce por contrabandistas de drogas y de inmigrantes. Luego celebraron misa a apenas unos metros de la valla.
Los líderes católicos creen que la inmigración es un tema humanitario que merece la atención urgente del Congreso de Estados Unidos.
Recordaron que decenas de inmigrantes mueren cada año en un brutal territorio desértico cuando tratan de cruzar sin autorización a Estados Unidos por la frontera con México, que se extiende a lo largo de 3.200 kilómetros (2.000 millas). Los líderes católicos subrayan que los inmigrantes sólo tratan de conseguir empleo y hallar una vida mejor en Estados Unidos.
«Esto no es sólo un problema político o económico», dijo O’Malley el martes. «Este es un problema moral«.
Varios cientos de personas asistieron a la misa, que fue traducida al español, y otras decenas la siguieron desde el otro lado de la cerca fronteriza. O’Malley y el obispo de la Diócesis de Tucson, Gerald Kicanas, ofrecieron la comunión a través de la cerca. Algunas de las personas que recibieron las obleas en México las ingirieron como una bendición y algunos de ellos rompieron a llorar.
(RD/Agencias)