La dureza de este mensaje está en que esos cambios legales son como espejismos que ocultan las intolerables desigualdades e injusticias sociales
(Guillermo Gazanini).- ‘Por México ¡Actuemos!’ es el título del mensaje de los obispos mexicanos reunidos en asamblea plenaria, documento que llama la atención al cuestionar el beneficio de las reformas legales en proceso, si no se cumple con el mínimo de condiciones que permitan su aplicación.
Los cuestionamientos no sobran al ver el estado de cosas y cómo las reformas no arrojan los resultados esperados. Podría ser el «Sí, pero…» de los obispos porque cada premisa exhibe la realidad y problemas que laceran a México, sentando en el banquillo la efectividad de los cambios. No sobra razón a los obispos y es que mientras pasa el tiempo, las promesas no se cristalizan y la realidad de muchos mexicanos es ensombrecida por la pobreza, la inseguridad y violencia.
¿Qué garantizará una reforma educativa? Los problemas magisteriales están latentes, los maestros continúan secuestrando las ciudades y hay estados del país donde la reforma educativa no tienen observancia plena; se exhiben los niveles de corrupción que protegen a los aviadores en el sindicato magisterial destinando millones de pesos al pago de privilegios mientras la infraestructura educativa se hunde y los salarios del profesorado son indignantes retrasando la educación y cancelando el porvenir de alumnos.
¿Qué garantizará la reforma fiscal? Cuando la recaudación al presente ha engrosado las arcas hacendarias creando un gobierno rico sobre un pueblo encarecido y pobre. A estas alturas de la vigencia del marco fiscal, legisladores de distintas fracciones distintas a la del Partido Revolucionario Institucional se lamentan por haber aprobado nuevos y altísimos impuestos que extinguieron las pequeñas empresas acabando con fuentes de empleo. Aún la Conferencia del Episcopado Mexicano protestará el viernes, último día de trabajos de la Asamblea, ante el presidente de México y las autoridades tributarias por el injusto trato que las Asociaciones Religiosas tienen al ser vistas como empresas con fines lucrativos.
¿Qué garantizará la reforma política? Nuestro sistema democrático sufrió cambios desmantelando instituciones y creando órganos a capricho de los institutos políticos. El atraso de las leyes secundarias exhibe la falta de consensos y la parálisis del sistema electoral el cual, según especialistas, podría estar en riesgo en las siguientes elecciones si no se respetan los principios rectores de la democracia electoral. La última reforma, la de 2007, sorprendió cuando fue presentada como una panacea ciudadana para dar fortaleza al extinto Instituto Federal Electoral eligiendo, a través de procesos transparentes y de cara a la sociedad, a sus consejeros, cosa que fue degradándose hasta dejar en virtual parálisis al Consejo General y varios de asientos vacíos a causa de los dimes, diretes y cuotas de los partidos en la Cámara de Diputados. La actual reforma y la creación del INE empiezan en la duda y el Congreso de la Unión no pudo hacer su tarea en el período de sesiones ordinario mandando la legislación secundaria a los periodos extraordinarios para ser discutida y aprobada.
¿Qué garantizará la reforma en telecomunicaciones? Los actores de estos cambios coincidieron en señalar que el constituyente permanente otorgó principios fundamentales realizando las aspiraciones del derecho a la información y la democratización de los medios de comunicación; sin embargo, las discusiones sobre la legislación secundaria descubren una normatividad con disposiciones excesivas que contravienen los principios reguladores de la Constitución manteniendo la condición monopólica de las grandes empresas imposibilitando la competencia, amén de la marginación de los medios sociales y públicos frente a los monopolios comunicativos; la sociedad civil también protesta por las amenazas a sus libertades por la legislación que parece contraria a estos propósitos de democratización.
¿Qué garantizará la reforma energética? Mientras las discusiones sobre la legislación secundaria avanzan y se escucha a los especialistas en las Cámaras del Congreso de la Unión, el gobierno abre la puerta de México a inversionistas extranjeros y firmar contratos para explotar los recursos del subsuelo. China, Francia, Gran Bretaña ya han firmado acuerdos para entrar a la competencia; sin embargo, nuestros combustibles siguen siendo caros, PEMEX ya no es una empresa redituable con grandes adeudos y las importaciones de gasolinas se elevan; la infraestructura petrolera está rebasada de acuerdo a las modernas tecnologías y pasarán muchos años para ver los beneficios de las inversiones privadas en recursos naturales.
Los obispos de México señalan que toda reforma debe adecuar el presente en la búsqueda de un futuro mejor. La dureza de este mensaje está en que esos cambios legales son como espejismos que ocultan las intolerables desigualdades e injusticias sociales que nos impide ver el drama de los migrantes, el secuestro, la impunidad, la actividad del crimen organizado, la pobreza y la violencia, además de la indiferencia contra el valor de la vida y las propuestas para legalizar el mal como sería la aceptación de las drogas y las transas con el crimen.
El mensaje de los obispos de México seguramente será presentado el viernes ante el Poder Ejecutivo. Es una voz necesaria para despertar las conciencias y advertir que, por muchas y escandalosas reformas, se hace necesaria la participación fundamental de actores que conocen el pulso exacto de la nación para mostrar la esperanza para todos. La Iglesia católica está presente en cada rincón de la nación y denuncia estas injusticias, pero la transformación comienza en cada sujeto, en cada persona para dar fin al burocratismo, la deshonestidad, la opacidad, la mentira, el lucro del poder, el egoísmo y las injusticias.
La verdadera reforma de México está en la renovación de la mente y del corazón que hagan posible lo anterior. ¿Quién garantizará el éxito de las reformas? Todos los que tienen alguna responsabilidad, porque nadie está dispensado de actuar para hacer el bien… El país es de todos. Y en esto la Iglesia tiene mucha responsabilidad.