Los obispos provienen de todos los rincones de la Argentina y el problema está presente en todo el país
(Mariano de Vedia).- «No es un ataque al Gobierno. La Iglesia no es opositora ni oficialista.» Con la misma firmeza con que suscribió el documento en el que denunció que la Argentina «está enferma de violencia», el presidente del Episcopado, monseñor José María Arancedo, afirmó que «nadie puede negar que hay violencia».
En una entrevista realizada ayer por la mañana con LA NACION, antes del discurso de Cristina Kirchner, Arancedo llamó a ser tolerante con quienes piensan distinto y replicó las críticas del Gobierno, que contrastó la creciente inseguridad denunciada por los obispos con la violencia política que el país vivió con los golpes de Estado de 1955 y 1976.
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