También lo acompañaron en la celebración los cardenales de Washington, Theodore Edgar McCarrick, y de Boston, Sean O'Malley, quienes viajaron a la isla para la celebración
El cardenal cubano Jaime Ortega celebró este sábado sus 50 años de vida sacerdotal, con una misa en la catedral de La Habana, a la que asistieron autoridades del gobernante Partido Comunista (PCC, único) y cardenales de Estados Unidos.
En la ceremonia el prelado enfatizó que «la fe y esperanza que promulga la iglesia no defraudan». Por otra parte rezó por que quienes gobiernan el país ‘sigan profundizando en los cambios que tanto necesita nuestra patria’.
Ortega, de 77 años, agradeció la asistencia en un templo abarrotado por más de 500 personas, entre las cuales se encontraban Caridad Diego y Carlos Samper, jefes de la Oficina de Asuntos Religiosos del PCC, contraparte oficial de las iglesias y credos en la isla.
También lo acompañaron en la celebración los cardenales de Washington, Theodore Edgar McCarrick, y de Boston, Sean O’Malley, quienes viajaron a la isla para la celebración, que incluyó sus 37 años como obispo y 20 como cardenal.
«Quiero que me sientas muy cercano para felicitarte efusivamente en esta ocasión», dijo un mensaje del papa Francisco leído en la misa.
En la misiva el sumo pontífice católico destacó las «cualidades como obispo, (su) denodada actividad, (su) preocupación por la realidad social, (su) elevada espiritualidad».
Líder de la Iglesia Católica cubana en las últimas décadas, Ortega trabajó intensamente por aumentar el espacio social de la Iglesia y terminar con tres décadas de relación ondulante con el Gobierno de Fidel Castro (1959-2006), la que tuvo momentos de fuerte enfrentaniento (década de 1960) y momentos de relaciones más armoniosas.
Artífice de las dos visitas papales a Cuba, la de Juan Pablo II (1998) y Bendicto XVI (2012), Ortega encabezó en mayo de 2010 en representación de la Iglesia un inédito diáologo con el presidente Raúl Castro, quien sustituyó a su hermano enfermo, Fidel, en 2008, cuyos resultados más significativos fueron la liberación de 130 presos políticos y la ampliación del ámbito social de la Iglesia.
Sus intentos de reconciliación nacional le merecieron reconocimientos de diferentes sectores de la sociedad cubana en la isla y la emigración, pero también ácidos reproches y críticas de complicidad con el Gobierno, de sectores conservadores del exilio cubano y la disidencia interna.
«Gracias a un grupo de cubanos, hermanos nuestros, que viven en Estados Unidos y que han venido de distatintas partes de Estados Unidos para esta ocasión», dijo el cardenal cubano.
El obispo auxiliar de Brooklyn, el cubano Octavio Cisneros, también viajó a La Habana para la celebración.
La jubilación de Ortega como arzobispo de La Habana, solicitada hace siete años a Benedicto XVI, no fue mencionada por el cardenal en sus palabras ni en el mensaje papal.
(RD/Agencias)