Todavía hay personas de corazón torcido interesadas en descalificar la acción pastoral del obispo asesinado
(Virginia Bonard)- El 4 de agosto de 1976 moría en un accidente automovilístico monseñor Enrique Angelelli. El 3 de julio de 2014 se conoció la sentencia de los considerados «autores mediatos» del asesinato del obispo y de «tentativa de homicidio» de su acompañante Arturo Pinto: prisión e inhabilitación perpetua para Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella.
Monseñor Marcelo Colombo, actual obispo de La Rioja, estuvo muy cerca de esta causa y acompañó con gestos bien notables el andar del pueblo riojano en búsqueda de verdad y justicia. De ello dan cuenta algunas misas emblemáticas que pusieron en palabras del pastor el sentir popular: «Como cristianos no ansiamos venganza ni cultivamos el odio o el rencor. Plenamente identificados con los sentimientos de Cristo, esperamos justicia para que esta sociedad que conformamos conozca la verdad de cuanto aconteció aquella dramática tarde del 4 de agosto de 1976. Dios conduce la historia y sabemos que siempre fracasan los intentos de los prepotentes que ‘matan el cuerpo pero no pueden matar el alma’. De Cristo resucitado hemos aprendido que la vida siempre tiene la última palabra».
«En este largo mes desde que aguardábamos en oración la sentencia del Tribunal Oral Federal, hemos podido reconocer el paso del Señor por nuestra historia nacional y eclesial y escuchar la proclamación judicial de la verdad sobre lo acontecido treinta y ocho años atrás en Punta de los Llanos. Una verdad que vivía y latía en el corazón de muchos riojanos. Las vidas de Carlos, Gabriel y Wenceslao, a lo largo de estos días, nos han preparado en este itinerario pascual hasta aquí. Como los discípulos en camino a Galilea, venimos a encontrarnos con el Resucitado que nos da su Palabra y nos parte su Pan, aquellos dones que Enrique Angelelli entregó con amor a lo largo de su ministerio de buen pastor», decía el obispo Colombo en la misa de 3 de agosto en Punta de los Llanos.
En la misa del 4 de agosto de 2014 en San Nicolás, monseñor Colombo anunciaba la instauración de la Cátedra Mons. Angelelli: «Consciente de la importancia que tiene el mensaje de Cristo para los riojanos, quiero proponerles a partir de este año, en homenaje a Mons. Enrique Angelelli, la constitución de una Cátedra Abierta de Doctrina Social de la Iglesia, destinada a ofrecer a los dirigentes de los partidos políticos, movimientos y actores sociales, en un clima de diálogo y de respetuosa búsqueda de la verdad, la enseñanza social de la Iglesia sobre los distintos temas que hacen al desarrollo de la vida de la comunidad».
Entrevista a monseñor Colombo
Cuando llegó a la diócesis de La Rioja (7 septiembre 2013), ¿en qué estado estaba la causa de la muerte de Mons. Angelelli? ¿Cómo se trataba el tema en ámbitos eclesiales y en ámbitos seculares?
Llegué a La Rioja el 7 de setiembre de 2013 poco tiempo antes de comenzar la causa por la muerte de Mons. Angelelli. Mons. Rodríguez, mi predecesor, se había presentado como querellante junto a la familia, un organismo de derechos humanos, Tiempo Latinoamericano, y las secretarías de DD.HH. de la Nación y la Provincia. Poco tiempo atrás había tenido lugar la causa por la muerte de los padres Longueville y Murias. De manera que estaban frescos muchos testimonios y referencias en los medios de comunicación y por supuesto, en la opinión pública y las comunidades. En vastos sectores populares de la ciudad de La Rioja y en los Llanos riojanos, la causa de Mons. Angelelli era muy sentida. Las comunidades eclesiales de base y numerosas capillas y comunidades lo recuerdan con mucho afecto y esperaban esta intervención definitiva de la justicia que viniera a sacar la causa de una especie de inercia donde todavía había personas interesadas en descalificar la acción pastoral del obispo asesinado y su clero. Además de robarle la vida, querían robarle la muerte, según una frase elocuente de Mons. Hesayne, obispo emérito de Viedma. Subsisten personas y sectores que, no obstante la sentencia del Tribunal Federal, sostienen que «si bien lo querían matar, fue un accidente». Curiosa aceptación del proyecto de muerte de esos años y que todavía anida en corazones torcidos.
Según su propio andar en la diócesis, ¿qué opinaba la gente sobre el tema? ¿Cómo es la huella «Angelelli» en el pueblo riojano? ¿Qué se siente al marchar con su pueblo pidiendo justicia?
Me conmueve el relato que me hicieron del velatorio de Mons. Angelelli donde la mamá, acercándose al cuerpo yacente de su hijo, le tomó la cabeza y descubrió el golpe. La señora dijo «lo mataron». Como ella, muchísimos riojanos siempre tuvieron esa convicción. Los acontecimientos de esa tarde en que después de matarlo, quisieron entrar en su cuarto y en su estudio, así como la sucesión de problemas con los informes y pericias, dieron a la gente la idea de que se estaba frente a una muerte violenta para sacar al obispo de la escena. Hay que sumar la muerte días antes de los dos sacerdotes y del laico.
Para mí, los días previos a la sentencia y aquella misma tarde, constituyeron una experiencia muy intensa que guardo en el corazón como un momento de mucha luz sobre nuestro pasado, sobre todo para vivir los tiempos nuevos con renovado ardor apostólico. La verdad, aunque sea dolorosamente conquistada treinta y ocho años después, nos conecta con la vida nueva que nos trae Jesús, para sumarnos a su proyecto con el corazón fortalecido.
¿Qué sabía usted de la vida y la obra de Mons. Angelelli?
En mis años de formación durante la década del 80, en el seminario, tuvimos mucho contacto con la vida y la acción pastoral de Mons. Angelelli. Mi obispo, Mons. Novak, junto a Mons. De Nevares (Neuquén), Mons. Hesayne (Viedma) y Mons. Mendiarat (Salto, Uruguay), habían pedido investigar la muerte de Mons. Angelelli en 1983. Tempranamente había tenido en mis manos un ejemplar de las poesías de Mons. Angelelli y la naturaleza y los paisajes que ilustraban el libro, son los lugares que ahora recorro a diario. Siempre me impactó su decidido compromiso con la renovación conciliar. Así lo dije en un reportaje en 2006, cuando no era obispo ni imaginaba venir por estos pagos un día, para sucederlo en el pastoreo riojano.
El aporte del Papa Francisco a la causa Angelelli, en su opinión, ¿sólo sumó, o fue un impulso determinante y esclarecedor? ¿Cómo pondera su intervención?
Fue muy importante poder tener en un texto de los que pudimos presentar gracias al Papa Francisco, las propias palabras del obispo amenazado de muerte según él mismo lo declara, su descripción de una Iglesia perseguida, con sacerdotes, religiosas y laicos impedidos de actuar pastoralmente. Si bien había otros documentos y testimonios, la palabra del propio Mons. Angelelli puso mucha claridad sobre los acontecimientos vividos por él y la diócesis en esos días. La amenaza de muerte, finalmente cumplida, en boca del mismo obispo no dejaba lugar a dudas de lo que se vivió.
Ante la sentencia conocida el 4 de julio último, ¿cómo reaccionó usted? ¿Cuáles fueron sus primeras impresiones? ¿Con quién estaba?
Escuché la sentencia sentado en la misma sala del Tribunal Federal, en La Rioja. Fue muy emocionante porque además de la multitud presente en las dependencias judiciales, había una muchedumbre en la calle que replicaba estridentemente lo que se iba leyendo. El pueblo recibía la noticia que su corazón había albergado tantos años, ahora confirmada por la acción eficaz de la justicia.
¿Piensa que la causa Angelelli estuvo viciada de política y que el mismo obispo asesinado también fue impactado por esa visión parcial de su acción pastoral?
Todo el país vivió las sucesivas circunstancias que rodearon las grandes causas de derechos humanos: Los informes de las CONADEP, nacional y provinciales, las leyes de obediencia debida y punto final, los indultos y su posterior anulación… Todo esto nos habla de la complejidad del camino vivido hacia la verdad y la justicia. Esto también sucedió en La Rioja. Lo importante es que ahora queda bien en claro que Mons. Angelelli fue un auténtico pastor según el corazón de Cristo. Su vida y su palabra nos hablan de la búsqueda de llegar a todos sin exclusiones. Su cátedra vibrante siempre estuvo al servicio de la verdad y de la reconciliación entre los distintos sectores.
¿Tuvo oportunidad de tomar contacto con el Papa Francisco luego de conocida la sentencia?
No, no hablé con el Papa Francisco después de la sentencia. Le envié unas líneas agradeciendo su aporte y remitiéndole la parte dispositiva del fallo, ya que los fundamentos los conoceremos después del 12 de setiembre.
*Mons. Marcelo Colombo participa en dos comisiones episcopales: el Consejo de Asuntos Jurídicos, un organismo de colaboración con el Secretario General del episcopado argentino, en su calidad de abogado (UBA) y canonista (Lic. en la Universidad Gregoriana de Roma y doctorado en el Angelicum, también de Roma). Y en la Comisión episcopal de Pastoral Aborigen, que tiene a su cargo el acompañamiento de distintas acciones pastorales relacionadas con los pueblos originarios, su evangelización y su lucha por el pleno reconocimiento de sus derechos.