Tempesta no tiene ningún mensaje para los ladrones y no quiere hacer comentarios porque "lo que le sucedió puede pasarle a cualquiera"
El arzobispo de Río de Janeiro, Orani João Tempesta, fue víctima de un atraco a mano armada la noche del lunes, informó el cardenal en un comunicado. Tempesta se econtraba en un automóvil en compañía de un seminarista, del fotógrafo de la archidiócesis y del conductor.
El grupo acababa de salir del centro de formación de Sumaré, una escuela para obispos que funciona al lado de la residencia oficial del arzobispo, en el centro de Río de Janeiro.
El vehículo fue interceptado por tres hombres armados que obligaron a los ocupantes a entregar todas sus pertenencias, incluyendo el equipo de trabajo del fotógrafo, el crucifijo y el anillo cardenalicio de Tempesta, la sotana del seminarista y el traje del conductor.
En la huida, los ladrones tiraron la mayoría de los bienes que habían robado, con excepción de la cámara fotográfica, según informó la Policía Militarizada, que encontró los objetos, incluido el crucifijo y el anillo de Tempesta, que fueron devueltos a sus dueños.
Un asesor del arzobispo afirmó al diario O Globo que uno de los ladrones reconoció al religioso y le pidió disculpas antes de huir con el botín.
Cuando ladrones en Rio de Janeiro se dieron cuenta de que su víctima era el arzobispo Orani Tempesta, se deshicieron de un anillo y una cadena que le habían arrebatado, aunque no se podía confirmar si por temor a Dios o porque eran de metal.
Los ladrones tiraron en la calle el anillo del prelado y su cadena con un crucifijo, que eran de metal y no de oro, informó el portavoz del arzobispado de Rio.
Eran las 20H30 del lunes y el arzobispo Tempesta acababa de celebrar una misa en la aislada residencia de Sumaré, en medio de la selva tropical atlántica -y donde el papa Francisco pernoctó durante su estadía en esta ciudad en julio de 2013-, cuando su automóvil fue interceptado por al menos tres ladrones.
Los ocupantes del coche fueron obligados a entregar sus pertenencias en el Camino del Sumaré, una zona casi desierta y de vegetación cerrada.
«No hubo nada contra su persona, solo bienes robados que en su mayoría fueron devueltos, tirados a la calle por los ladrones en su fuga y encontrados por la policía», dijo el portavoz del arzobispado, que cree que las cosas fueron devueltas posiblemente porque los delincuentes reconocieron al religioso.
«Y, además las cosas no eran de oro, no tienen ningún valor, son de metal», agregó.
Los delincuentes robaron también a un fotógrafo que estaba en el coche y al chofer, y se llevaron hasta la bata de un seminarista, según la prensa brasileña.
Tempesta no tiene ningún mensaje para los ladrones y no quiere hacer comentarios porque «lo que le sucedió puede pasarle a cualquiera», dijo el portavoz de la archidiócesis.
(RD/Agencias)